Héctor González Aguilar
Hace cuarenta y cinco años falleció Daniel Cosío Villegas, intelectual férreo, creador de instituciones culturales, historiador y ensayista. Dejó una honda huella en la cultura nacional; es, sin duda, uno de los grandes constructores del México moderno.
Sin pertenecer directamente a ninguna generación de intelectuales, se formó y se nutrió bajo el influjo de dos grupos apenas anteriores a él: El Ateneo de la juventud y la Generación de 1915, también conocida como Los siete sabios, ambos grupos intelectuales jugarían un papel muy importante en la necesaria transformación cultural que se había planteado la Revolución Mexicana.
Fue discípulo de los ateneístas Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos y Antonio Caso y fue muy cercano a Manuel Gómez Morín y Vicente Lombardo Toledano, dos de Los siete sabios. Fue dirigente estudiantil, se convirtió en maestro de la Escuela Nacional Preparatoria a la edad de diecinueve años y aun sin terminar su carrera dio cursos de sociología en la Escuela de Derecho por recomendación del titular, Antonio Caso. Con modestia, Cosío Villegas explicaba que esta temprana experiencia docente se debió, más que nada, a la notable ausencia de maestros.
Colaboró con José Vasconcelos cuando éste era Secretario de Educación Pública durante la presidencia de Álvaro Obregón. Y cuenta Gabriel Zaid que alguna vez el joven Cosío Villegas confesó -no sin ingenuidad- a un amigo que Vasconcelos sucedería a Obregón en la presidencia y que, a su tiempo, él –Cosío- ascendería al máximo cargo.
Era una utopía, sabemos que la historia fue bien diferente pues el país no estaba preparado todavía para tener gobiernos civiles. Así que el fracaso político de Vasconcelos se extendió hasta Cosío Villegas quien, tal y como lo hiciera Altamirano algunas décadas atrás, se dedicó a trabajar por su país en el ámbito cultural.
La formación académica de Cosío fue de excelencia, estudió Economía en Harvard, y realizó posgrados en Inglaterra y Francia, lo cual le hizo comprender la necesidad de traer el conocimiento a México, y ese pensamiento lo impulsó a desarrollar grandes proyectos.
Uno de ellos fue en el sector editorial, es el fundador del Fondo de Cultura Económica, la editorial más importante del país con influencia en Iberoamérica. Todo comenzó en 1934 con la creación de la revista El Trimestre Económico, para fines de ese año ya existía el fideicomiso para financiar la empresa cultural que al siguiente año publicaría sus primeros libros.
Luego, cuando se desempeñaba como encargado de negocios del gobierno mexicano en Lisboa, echó a andar una de sus ideas más afortunadas. Durante la guerra civil española, cuando ya se vislumbraba la victoria de Francisco Franco, Cosío Villegas propuso al presidente Cárdenas que su gobierno invitara a trabajar a México a los intelectuales españoles involucrados en el lado republicano.
La consecuencia fue abrumadoramente positiva para México, se calcula que arribaron a nuestro país unos cinco mil intelectuales, lo cual fue benéfico para toda América Latina. Gracias a la labor de los españoles transterrados, como les llamaba José Gaos, el Fondo de Cultura Económica comenzó a publicar traducciones de clásicos antiguos y contemporáneos.
En 1947 publicó un ensayo titulado “La crisis de México”, los temas eran la pérdida del rumbo político y la decadencia moral del gobierno revolucionario. José Revueltas hizo la observación de que la crisis mexicana no era moral ni política, sino histórica. Cosío Villegas lo tomó como un consejo y, siendo economista, reunió a un grupo de historiadores no muy conocidos –hoy es todo lo contrario- y asumió el compromiso de estudiar la historia reciente para comprender mejor su país.
El resultado fue la publicación, entre 1955 y 1972, de la obra Historia moderna de México; además de instaurar en el país la investigación histórica en equipo, el proyecto incluyó el estudio de lo social y lo económico, temas que en esa época no se investigaban todavía. Por todo ello, sin ser historiador profesional, Cosío renovó la historiografía mexicana.
En los últimos años de su vida publicó sus reflexiones sobre el sistema político mexicano. En varios ensayos fustigó el presidencialismo autoritario que se ejercía, se cuenta que Luis Echeverría, molesto con la crítica, le ordenó dejar de escribir. “Hay que hacer pública la vida pública”, decía Cosío; sus críticas al gobierno de Luis Echeverría serían las primeras llamadas de atención –tan necesarias, además- que recibía un sistema político cerrado y autoritario.
Daniel Cosío Villegas falleció el 10 de marzo de 1976, lo mencionado aquí es apenas una pequeña muestra de su magna obra; de alguna manera, los interesados en el devenir de México tenemos una deuda con él, pues el brillo de su obra editorial, de su crítica al presidencialismo y su tarea historiográfica nos alcanza y nos ilumina plenamente en este periodo de nuevas transformaciones.