Un mosaico que formó parte de una embarcación mandada a construir por el emperador romano Calígula por el año 40 d. C., y que terminó como mesa de café en un hogar neoyorquino tras ser saqueado en circunstancias desconocidas, encontró su hogar definitivo en un museo naval italiano después de que lo recuperaran las autoridades europeas, informa la agencia AP.

La pieza en cuestión, de 1,5 metros cuadrados con diseños geométricos en piedra de color verde intenso, púrpura rojizo y blanco, decoró el piso de uno de los ‘palacios flotantes’ del emperador. Sin embargo, terminó junto con el barco en las profundidades del lago Nemi, enclavado en los montes Albanos, al sur de Roma, de donde fue excavada durante una serie de trabajos arqueológicos iniciados a finales de la década de 1890.

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El paradero de la valiosa obra permaneció desconocido durante muchos años hasta 2013, cuando dos de mujeres la reconocieron tras ver una fotografía de la obra durante una conferencia y firma de libros del experto en mármol y piedras Dario Del Bufalo.

“¡Este es el mosaico de Helen, este es el mosaico de Helen!”, exclamó la pareja al reconocer el mosaico que había servido como mesa de café desde hacía más de 40 años en el hogar de Helen Fioratti, la anticuaria que lo adquirió en la década de 1980 sin conocer su verdadero valor histórico.

“Fue una compra inocente”, señaló la mujer al asegurar que obtuvo la pieza cuando vivía en Italia, creyendo que había pertenecido a la familia aristocrática Barberini. La transacción, según contó, se realizó a través de un historiador de arte italiano reconocido por recuperar arte robado por los nazis.

Una vez la obra fue identificada por Del Bufalo como perteneciente al barco del césar, la anticuaria se vería involucrada en una investigación conducida por la Fiscalía de Manhattan, el Ministerio de Cultura italiano y la Brigada de Arte de los Carabineros, en la cual les seguían la pista a antigüedades saqueadas de Italia y que habían terminado en colecciones privadas o en museos estadounidenses.

Fioratti no fue acusada con ningún cargo relacionado con la posesión del mosaico, y tampoco apeló la incautación del mismo en 2017, ya que consideró que sería demasiado costoso y llevaría demasiado tiempo. “Estábamos muy contentos con él. Nos encantaba. Lo tuvimos durante años y años, y la gente siempre nos felicitaba por ello”, comentó.

Según explicó el experto en mármol, el estado de conservación de la reliquia sugiere que nunca fue expuesta en el Museo de Naves Romanas, construido en la década de 1930 específicamente para albergar los tesoros del navío al que perteneció, ya que, a diferencia de otras piezas de la colección, no muestra señales de haber sido dañada por los bombardeos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, lo que podría indicar que pasó a manos privadas desde su hallazgo.

“El mosaico atestigua lo importantes y lujosos que eran estos barcos imperiales, eran como edificios. No debían navegar y confirman la grandeza de este emperador que quería mostrar la grandeza de su gobierno al frente del Imperio romano a través de estas naves”, apuntó Alberto Bertucci, alcalde de Nemi, durante la develación de la obra en el museo.

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