Treinta años de reflexión y siete de investigación para comprender que el Hombre Vitruviano de Leonardo da Vinci es la imagen del algoritmo secreto que usaron los artistas desde los siglos IV al XVIII para “certificar” sus obras como inspiradas en la Divina Proporción.

Durante cinco siglos, el diseño habría ocultado un engaño, es decir que no solo es mucho más de lo que parece, sino que habría sido realizado para dar forma de modo codificado al “secreto de los secretos”: la antiquísima fórmula aritmética y geométrica que los talleres usaban y se transmitían entre sí, en observancia de los parámetros impuestos por la Iglesia, para realizar todo tipo de obra.

Así surge del estudio, fascinante como un thriller, y complejo como una novela de Umberto Eco, que realizó un estudioso de la relevancia de Roberto Concas, historiador del arte y exdirector del Museo Nacional de Cagliari.

Su trabajo, anticipado a ANSA, será editado en dos volúmenes por Giunti el 1 de enero, y se completará con una gran muestra que tendrá lugar en Cagliari en mayo de 2020, organizada por el Polo Museístico Estatal de Cerdeña, bajo el título “El engaño del Hombre Vitruviano. El algoritmo de la divina proporción”.

Un descubrimiento dentro de otro, lo primero que comprendió Concas es que el dibujo realizado por Leonardo en 1490 en realidad contiene dos hombres en dos momentos diferentes de la vida, o tal vez tres, y debe ser mirado en el espejo para sacar a la luz la imagen verdadera del dibujo y dar un sentido a aquello hasta ahora considerado como “errores”.

“La teoría, o diría mejor el descubrimiento del doctor Congas -dijo la directora del Polo, Giovanna Damiani- es a mi parece revolucionaria, capaz de imponer un nuevo paradigma de lectura en la historia del arte, un canon inédito que no borra los que ya conocemos pero nos abre a interpretaciones nuevas, tal vez intuidas por algunos historiadores del arte, pero hasta hoy codificadas”.

Todo comenzó -explicó Concas a- “a partir de las preguntas que me hice sobre los Retablos de Cerdeña, las típicas ‘palas’ de altar. ¿Por qué tienen esta particular forma en tres? No había respuestas. Busqué durante 30 años. Luego en cierto momento encontré el algoritmo que me hizo entender cuál es la parte central y cuál la lateral”.

“En 2012, mirando este dibujo del Hombre Vitruviano, noto una proporción semejante en la línea inferior: dos partes más pequeñas y una central más grande. Es difícil explicarlo, pero fue como abrir una caja tras otra, cada solución me abría tres juntas”, agregó el investigador.

“Empecé a entender -dijo Concas- que el dibujo contiene dos rostros. El ojo derecho es de un hombre maduro, el izquierdo de uno más joven. Me vino la intuición, si siempre escribió a la izquierda usando el espejo… también aquí usa el espejo para reconstruir la figura completa… Y las medidas me dieron la razón”.

Por lo tanto hay dos hombres, y con el espejo se ve bien, de distinta edad, pero diseñados para representar aquello que el fraile matemático Luca Pacioli definía como la ciencia secretísima de la Divina Proporción: un “sistema de conjunto”, “identificable con mediciones micrométricas, reglas de la geometría plana, cálculos aritméticos y finalmente con el uso de un sencillo espejo”.

“Por ejemplo las medidas de los brazos, que son distintas, vienen del concepto de un número generador, 225,5 e 180,5.

Haciendo restas o divisiones se obtienen todas las medidas exactas de los dos brazos”.

“Leonardo temía que se pudiera perder por el camino esa regla que había sido usada por arquitectos, artistas, literatos y poetas. Usada por primera vez en el Arco de Constantino, en el 315-325 después de Cristo”, pero también “en la Piedad de Miguel Ángel y obviamente en la Gioconda”, agregó el estudioso.

“El algoritmo desde el siglo IV, cuando la religión cristiana se hizo religión de Estado, hasta el siglo XVIII, servía para difundir y defender las corporaciones. Para ser reconocible y certificarse. No bastaba dibujar a la Virgen, había que hacerlo según reglas secretas, que de modo simplificado podría definir como ‘de doble espiral’, que tiene un significado filosófico muy antiguo, reconocible solo por algunos”, subrayó.

Si Leonardo hubiera revelado que el Hombre Vitruviano era todo esto, aseguró Congas, “lo hubieran quemado en la hoguera”.

Así el círculo no es un círculo sino exactamente “una doble espiral”, idea “que me vino por la intuición de mi hija psicoterapeuta: cuando los montas juntos, nos dan tres ejes que constituyen la figura, muy sofisticada. Pero no quiero decir más porque el misterio no termina aquí”.

Un misterio perdido “cuando el Iluminismo puso fin al poder de la Iglesia y el laicismo ocupó su lugar. Pero si miramos alrededor hallamos por doquier todavía huellas hasta ahora incomprensibles para nosotros”.   

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