POR JUAN CARLOS TALAVERA

Miguel León-Portilla (1926-2019) no sólo se dedicó a analizar y traducir los documentos del México prehispánico o antiguo, sino que también realizó la traducción poética de Los manifiestos en náhuatl de Emiliano Zapata, publicados en 1978 por la UNAM y reeditados en 1996, suscritos por el Caudillo del Sur, los cuales remitió al movimiento llamado arenistas para que se adhirieran a su causa.

Así lo detalló ayer el historiador Javier Garciadiego Dantán durante el homenaje que la Academia Mexicana de la Lengua (AML) le dedicó al nahuatlato, a un año de su fallecimiento, donde se recordaron algunas facetas poco conocidas de su trabajo intelectual, porque su labor va más allá de La visión de los vencidos y de sus trabajos sobre filosofía, pensamiento, filosofía náhuatl y su conocimiento del humanismo cristiano, que incluye los textos de Fray Bernardino de Sahagún y Torquemada.

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Garciadiego recordó que hacia 1978, León-Portilla recuperó el manifiesto que Zapata suscribió en lengua náhuatl, donde el Caudillo del Sur se habría referido a la Patria como “Madrecita la tierra” y a la rebelión como “dar vuelta al rostro”.

Lo más valioso es la transcripción interlineal que hace León-Portilla, distinta a la que hicieron los secretarios zapatistas de estos documentos. Por ejemplo, él se habría referido a la Patria como ‘Madrecita la tierra’, a rebelión como ‘dar vuelta al rostro’ y a Venustiano Carranza como ‘negro mandón de hombres y envidioso que se burla de la gente’”.

Cuando él realizó dicha traducción al español tuvo a un lado la que realizaron los secretarios e intelectuales zapatistas. “Sin embargo, él hace una versión mucho más poética de estos documentos de su original en náhuatl”.

Dichos documentos sirvieron como invitación a los arenistas para que se sumaran al movimiento zapatista, luego de que fuera asesinado su líder Domingo Arenas, donde el Caudillo del Sur les pide que se unan a su movimiento para recuperar sus tierras “las que fueron de nuestros abuelitos”, y define a los soldados carrancistas como “dedos de piedra que machacan”.

Este texto de León-Portilla, dentro de toda su obra integrada por cientos de artículos, capítulos y libros es una parte menor, pero para mí es muy significativa”, añadió. “Porque estamos hablando de los dos únicos documentos en náhuatl del ejército zapatista, que es considerada, por muchos, la parte indígena de la Revolución Mexicana. Quizá sean los únicos documentos en lenguas originarias de toda la Revolución Mexicana, así que a mi modo de ver esto lo hace único”.

Además, en su reedición, dijo, el nahuatlato agregó una entrevista que él realizó a un veterano del arenismo, acompañada de su traducción”, quien le da la razón en la traducción que hizo 22 años antes”.

A mi modo de ver, León Portilla no sólo nos dio un tema inédito de la Revolución Mexicana, sino que además lo hizo a través de una perspectiva del poeta que siempre predominó en él. Es un libro importante para todos los que trabajamos la Revolución Mexicana, porque nos abre un perfil y una puerta para acercarnos al zapatismo, supuestamente el ejército indígena de la Revolución Mexicana”, expresó.

FLOR Y CANTO

También habló Ascensión Hernández Triviño, filóloga y viuda del historiador, quien recordó que León-Portilla fue integrante de la AML casi 60 años de su vida, de 1961 a 2019, por lo cual siempre decía “que era el decanísimo de la institución, mientras que los integrantes no lo trataban como el más viejo, sino como el más arraigado de la casa”.

De acuerdo con las memorias de León-Portilla, que serán publicadas próximamente por la UNAM y la Universidad Iberoamericana, fue propuesto a la AML por Agustín Yáñez, “quien había quedado muy impresionado por los textos incluidos en la Visión de los vencidos, libro publicado en 1959”, comentó Hernández Triviño.

En aquel discurso, el nahuatlato habló sobre los tlamatinime o maestros de la palabra que sabían jugar con ellas y hacían cantos que se quedaban en la memoria de todos.

Él decía que los tlamatinime eran los encargados de guardar las composiciones poéticas y que esos narradores formaban un círculo de oyentes que aprendían y recordaban sus creaciones. Y rememoró una reunión de poetas que tuvo lugar en casa de Tecayehuatzin de Huejotzingo hacia 1490, donde los invitados expresaron su saber y su sentimiento sobre el significado de la metáfora ‘flor y canto’, y luego se preguntaron sobre el dador de la vida, el destino del hombre y su trascendencia más allá de la muerte.

Yo creo que en aquel discurso Miguel sembró una semilla de investigación que cultivó a lo largo de su vida y que se consolidó en Quince poetas del mundo náhuatl, apuntó, el cual se sumó a sus obras centrales: La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, un análisis del pensamiento náhuatl con el método de la filosofía griega; y Visión de los vencidos, una explicación de los textos históricos sobre la Conquista con un método derivado de la antropología.

Finalmente, en el homenaje en el que también intervinieron Diego Valadés, Rodrigo Martínez Baracs y Eduardo Matos Moctezuma, Fernando Serrano Migallón refirió al maestro y al amigo, “un amigo generoso, sincero y leal que siempre estuvo dispuesto a ayudar cuando uno acudía a él por orientación o apoyo. Tan amigo que, quizá, algunas veces muchos de sus amigos abusaron de su generosidad, pero no podemos dudar que fue cien por ciento leal con sus amistades”.

Más tarde fue presentado el libro Cinco lienzos para mi maestro Miguel León-Portilla del poeta Natalio Hernández.

LOS DATOS

Entre las obras más conocidas de León Portilla están Visión de los vencidos (1959) y La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (1956).

En el homenaje participaron Ascensión Hernández Triviño, Diego Valadés, Rodrigo Martínez Baracs, y Eduardo Matos Moctezuma.

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