Casi 8.500 prisioneros fueron asesinados por lo nazis durante la construcción de las inmensas galerías subterráneas de Ebensee, en los Alpes austríacos, diseñadas para ocultar los primeros misiles de la historia, los V2, el arma secreta de Adolf Hitler.

Ebensee fue uno de los mayores satélites del campo de concentración de Mauthausen. Los reclusos fueron forzados a excavar un enorme complejo de túneles de varios kilómetros en la montaña con temperaturas que en invierno caen con facilidad hasta los 15 grados bajo cero.

La belleza de la localidad, cercana a un lago y rodeada por montañas, contrasta con el infierno que sufrieron los prisioneros, y que será recordado en una instalación de la artista japonesa Chiharu Shiota que se inaugurará a finales de abril, como parte de la Capitalidad cultural de Europa que acoge este año la región.

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Shiota presentará su obra en un tramo de túnel de 130 metros de largo, donde ya existe una exposición permanente sobre el campo de concentración, y consistirá en un laberinto de cuerdas rojas suspendidas del techo, así como prendas de ropa.

La artista ha expresado el desafío de crear una obra que sea “digna de un lugar tan cargado de historia”. El montaje, que estará expuesto hasta septiembre, forma parte de los eventos de Bad Ischl en 2024 como Capital Europea de la Cultura.

Fuera de los túneles, en el lugar que ocupaban las barracas de los prisioneros y el crematorio en el campo de concentración, se han edificado un centenar de casas en las que viven vecinos de Ebensee.

“La vestimenta de los prisioneros era un traje de algodón, apenas había ropa de abrigo y el calzado eran unos zuecos de madera”, indica a EFE Wolfgang Quatember, director del pequeño Museo de Historia de Ebensee, una localidad de unos 8.000 habitantes.

La ropa de los prisioneros estará presente en la obra de la artista japonesa.

“En mi arte me ocupo de la existencia humana. Utilizo objetos cotidianos como llaves, maletas y ropa para expresar el recuerdo de la existencia de sus dueños”, explica Shiota en el programa de la Capitalidad cultural.

“Para la instalación, la ropa representa la forma de un cuerpo y llena el espacio con una presencia intangible. Llevo mucho tiempo trabajando con el concepto de la ‘presencia en la ausencia'”, señala la artista.

La idea de los nazis en Ebensee era trasladar allí el centro de producción y almacenamiento de los V2 (V por ‘Vergeltung’, “venganza” en alemán) ubicado en la localidad alemana de Peenemünde y que había sido bombardeado por los aliados.

Más de 3.000 de estos misiles fueron lanzados hasta el final de la guerra, de los cuales la mitad estuvieron dirigidos contra el Reino Unido.

Desde que las excavaciones se pusieron en marcha a finales de 1943 hasta la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, en mayo de 1945, aproximadamente 27.000 prisioneros pasaron por Ebensee, de los cuales cerca de un tercio fueron asesinados.

La mayoría de los prisioneros en Ebensee eran polacos y rusos, seguidos por húngaros, franceses, italianos, yugoslavos y alemanes. También hubo alrededor de 200 españoles allí, de los que tres murieron, según Quatember.

Las condiciones de vida y las posibilidades de supervivencia dependían de la nacionalidad y la clasificación racial nazi. Los peor tratados eran siempre los judíos y los gitanos. Las raciones, apenas agua y pan, no pasaban de las 700 calorías diarias.

Cuando un prisionero era incapaz de trabajar, las SS se encargaban de asesinarlo.

“Aquellos judíos que estaban tan débiles que no podían trabajar tenían que estar de pie frente a sus barracas, muchos medio desnudos, solo para que pudieran contraer neumonía y murieran rápido”, relató uno de los supervivientes, según recoge la exposición en recuerdo de las víctimas.

El avance de los aliados tras el desembarco de Normadía hizo que se desechara el proyecto inicial de los V2 y los túneles fueron usados para producir algo más urgente para la maquinaria bélica nazi: combustible y componentes para tanques y motores de camiones.

Hoy en día solo el cementerio, un monumento erigido en 2011 con los nombres de todos los fallecidos y los 130 metros del túnel conmemorativo recuerdan el sufrimiento y la muerte de miles de personas en el lugar.

¿Qué opinan los vecinos de Ebensee que viven sobre el terreno del antiguo campo de concentración sobre la obra de arte? “Francamente, creo que no tienen ni idea de esa obra”, responde Quatember.

Algunos de esos vecinos ya mostraron su descontento en el pasado con las conmemoraciones de la liberación del campo y en 2009 cuatro neonazis interrumpieron la ceremonia, gritaron “Heil Hitler” y dispararon con pistolas de aire comprimido a los visitantes, incluidos familiares de supervivientes.

Quatember recuerda que no eran gente de fuera, sino “chicos de la zona”. Tres de ellos, entonces menores, fueron condenados a seis meses de prisión condicional. 

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