Besar es un gesto universal presente en la mayoría de las culturas y con múltiples significados, que conecta a las personas a nivel emocional y físico. Mientras muchas investigaciones científicas exploran este proceso como una expresión compleja y polifacética de las emociones y las relaciones humanas, una nueva teoría sostiene que besar es simplemente una reliquia de nuestro pasado evolutivo.
Aunque el beso tiene profundas raíces en la historia de la humanidad como símbolo de amor, respeto y afecto y desempeña un papel clave en las relaciones románticas, un nuevo estudio publicado en la revista Evolutionary Anthropology sugiere que el romanticismo tiene poco que ver con los orígenes del acto.
¿Un hábito del pasado?
El profesor Adriano Lameira, psicólogo evolutivo de la Universidad de Warwick (Reino Unido), sostiene que el beso se originó en nuestros antepasados prehistóricos hace miles de años y era una forma necesaria de acicalamiento del pelaje para eliminar parásitos, piel muerta y cualquier resto. Explica que esta acción se realizaba probablemente por todo el cuerpo y terminaba con el contacto boca a boca.
A medida que nuestros antepasados evolucionaban y se volvían cada vez menos peludos, las sesiones de acicalamiento se hacían cada vez más cortas, hasta que finalmente, hace unos 2-4 millones de años, quedaba una última etapa. Lameira cree que todas las formas modernas del acto de besarse evolucionaron a partir de técnicas para eliminar piojos y otros parásitos, pero aún se cuestiona la razón exacta por la que adquirieron una connotación sexual, entre otras cosas.
Algo más que un simple ritual
En cualquier caso, ahora besar no es solo un acto físico, sino una expresión compleja y polifacética de las emociones y las relaciones humanas, cuyo significado sigue estudiando la comunidad científica. Por ejemplo, se ha comprobado que los besos románticos pueden utilizarse en las relaciones sexuales entre personas para evaluar aspectos de la idoneidad de una pareja potencial. Son especialmente importantes para las mujeres, que afirman que es muy probable que el primer beso influya en su atracción por una pareja potencial.
Algunos experimentos revelaron que besar hace que las personas estén más sanas mental y físicamente. Por ejemplo, provoca la liberación de hormonas asociadas a la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo. Así, la oxitocina favorece los sentimientos de afecto, confianza e intimidad, reforzando el vínculo entre la pareja, mientras que la dopamina provoca sensaciones de alegría y placer.
Un estudio publicado en 2013 en The American Journal of Medicine descubrió que, dependiendo de lo intensa que sea la apasionada sesión de besos, una persona podría quemar entre cinco y 26 calorías por minuto.
Otras investigaciones concluyeron que el beso también puede beneficiar a la longevidad. Así, un estudio alemán realizado en la década de 1980 reveló que los hombres que besaban a sus esposas antes de irse a trabajar por las mañanas vivían una media de cinco años más que los que no lo hacían. Aquellos que besaban a sus esposas ganaban entre un 20 y un 35 % más de dinero y utilizaban menos las bajas por enfermedad que sus compañeros que se iban sin un beso de despedida.