Entregado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el legado de la escritora mexicana Rosario Castellanos (1925-1974) quedó depositado este jueves en la caja de las letras número 1165 del Instituto Cervantes, una autora referente del feminismo, la igualdad y defensa del mundo indígena.
Consiste en un álbum de 24 fotografías cedido por su hijo, Gabriel Guerra Castellanos. En una aparece en su oficina de Ciudad Universitaria, flanqueada por Carlos Vélez, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco o Juan García Ponce.
Incluye las primeras ediciones de la novela ‘Balún Canán’, el libro de cuentos ‘Ciudad Real’; el ensayo ‘Mujer que sabe latín’, la obra publicada de forma póstuma ‘El mar y sus pescaditos’ y ‘Cartas a Ricardo’, con prólogo de Elena Poniatowska.
Además, se donan para el legado y difusión un conjunto de nuevas ediciones (2025) de su obra de poeta, dramaturga, novelista y ensayista.
«Rosario Castellanos tiene mucho que enseñarnos a todos los que somos partidarios del pensamiento crítico y disidente del adocenamiento, y digo que tenemos mucho que aprender de ella porque es un referente del feminismo», incidió el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero.
Y también de la literatura sobre el mundo indígena, agregó. «Nos ha enseñado que, muchas veces, el poder establece los discursos de sus víctimas y tiene una manera determinada de definir lo femenino, o una manera determinada, por ejemplo, de definir lo indígena».
Su lección, explicó García Montero, fue «desmontar por dentro los discursos establecidos para explicar verdaderamente lo que había de historia en la experiencia de una mujer mexicana y lo que había de experiencia y de historia en la realidad de las comunidades indígenas junto a las que ella creció».
Con el depósito de su legado «hoy se confirma la valía de la obra de Rosario Castellanos para la riqueza de la literatura universal escrita en español», resaltó, a su vez, Ciro Murayama, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM España.
Valoró el entusiasmo del Cervantes por incorporar ‘in memoriam’ este legado y agradeció al hijo de la autora permitir que esta universidad, donde ella estudió y enseñó, pueda difundir su obra.
La UMAM la ha homenajeado en el centenario de su nacimiento con exposiciones, nuevas ediciones de sus escritos, publicaciones de libros sobre su figura, obra y trayectoria, conversatorios y ciclos de cine.
Murayama relacionó su trayectoria con la UNAM en el sentido de la búsqueda de la igualdad, de la justicia, la cultura en el sentido más extenso para una convivencia en sociedad que sea fruto de la concordia, la tolerancia y el respeto a los derechos, y nunca producto de la discriminación hacia el indígena, la mujer, el desposeído de la tierra, ni resultado de la violencia del obtuso ejercicio del poder político económico.
Así, evocó el poema ‘Memorial de Tlatelolco’ para evidenciar su «compromiso ético y estético» con la libertad a partir de la dura represión del movimiento estudiantil de 1968.
En un vídeo, Gabriel Guerra Castellanos, emocionado y agradecido, recordó el tiempo que su madre pasó con una beca de formación en el Madrid de los años cincuenta con una amiga también poeta.
«Fue una mujer -sintetizó- que trabajó no solo por la cultura, no solo por las letras, sino también por las grandes causas de su vida, la causa de los pueblos originarios de México, la causa de las mujeres, la causa de la igualdad, de la atención a los discriminados, a los desprotegidos».
EFE










