Ciudad de México. En la medida que la inclusión y la diversidad son tema del 48 Festival Internacional Cervantino, este año virtual, se llevó acabo el conversatorio en línea Construir una voz con historias, una charla con y desde mujeres, organizado por Colección FEMSA en colaboración con el Instituto Estatal de Cultura en Guanajuato. La videoconferencia contó con la participación de la artista feminista Mónica Mayer, la curadora Abril Zales, la escritora y editora Isabel Zapata, y la historiadora Rocío Corona como moderadora.
De entrada, Mayer refutó la historia que el feminismo ha sido “blanca, de Estados Unidos, de Europa”: “Pasa que quienes hacen historia después nada más se basan en unas fuentes que resultan las más fáciles por cuestiones económicas y demás. Entonces, nos borran doblemente, tanto las historias que han estado allí en el feminismo desde un principio y de alguna manera acaban borradas. ¿Hasta dónde es nuestra responsabilidad plantear esta historia, escribirla y por lo menos hacer la lucha hasta donde se pueda? Hay una gran invisibilidad en las artistas. Los esfuerzos de las artistas feministas muchas veces han sido:haces el trabajo, lo presentas, lo documentas, lo archivas y lo sigues difundiendo.
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“Para mi el feminismo ha sido precisamente ese aprender a escuchar a las otras y a tener una voz. Me cuentan, porque no fui, que el pasado 8 de marzo, se oían las voces de los muchos feminismos que hay y las posturas tan distintas. La voz nadie nos la va a dar, tampoco la vamos a dar a nadie, todas la tenemos que tomar. Es responsabilidad de cada una tomar nuestra voz y hacerla valer”.
Agregó: “Me dedico mucho al performance, campo que ha sido una gran visibilidad para los artistas porque allí estamos con nuestro cuerpo, nuestra edad, nuestro peso, y no nos pueden borrar, cosa que con un cuadro sí. Nos pueden borrar por completo si no ponemos el nombre completo o atribuírselo a alguien más. Desde el principio del feminismo se encontró en el performance una buena aliada de esa presencia corporal. Por otro lado, muchas de mis piezas tienen mi presencia y el cuerpo de muchas otras mujeres”.
Corona preguntó cómo se aproximan, trabajan y entienden el concepto de “la cuerpa” (cuerpo femenino). Para Zales trabajar desde “la cuerpa es hablar de ti como creadora”. Directora y curadora del espacio La Cresta, cuyo eje medular es hablar del cuerpo y la corporalidad por medio del diálogo con otros artistas visuales que también practican este tipo de contacto. “Hablar de la cuerpa es resignificar el concepto de cuerpo”, aseguró.
Según la curadora “el lenguaje al igual que la cuerpa es una herramienta, entonces hay que usarla a favor de la causa. Ejercerlo desde un lugar que resuene con el trabajo y con la causa de cada quien. Es una herramienta que se vuelve una trinchera, a la vez que un espacio para generar y renovar”.
Zapata recordó que “hay una idea conservadora muy extendida de que el lenguaje responde a los cambios que hay en el mundo. Las cosas se mueven y el lenguaje las sigue o reacciona a los cambios, cuando en realidad el lenguaje es un motor de cambio. A través de los cambios en el lenguaje se moldean las formas fuera del lenguaje. Las palabras son algo vivo, que se reconfiguran todo el tiempo.
“Pienso mucho en esta tendencia alrededor del mundo de derribar ciertos monumentos y sustituirlos por otros, cambiar el nombre de ciertas calles por otras. Como nombramos el mundo tiene mucho que ver cómo el lenguaje lo va moldeando. A las mujeres se nos ha dicho por mucho tiempo lo que sentimos, vemos e intuimos no es algo confiable. Esta es una manera de silenciar la voz. Es importante hablar y escuchar unas a otras”.