El Museo del Louvre y la casa de subastas Sotheby´s acordaron investigar la procedencia de los bienes que adquirió el destacado museo de París entre 1933 y 1945, en los años del régimen de Adolf Hitler, que desplegó un colosal expolio de obras de arte.
A tono con el signo de época de revisiones del pasado y a más de veinte años de los Principios de Washington donde se postularon algunas acciones de entendimiento sobre la expropiación de bienes durante el nazismo, el Museo del Louvre, que por primera vez tiene una directora mujer, se asoció con Sotheby´s para investigar el origen de adquisición de sus obras durante el período del régimen liderado por Hitler.
La elección de Sotheby´s no es casual: se trata de una de las casas de subastas más importantes del mundo que desde 1997 tiene un departamento de restitución cuya misión es ayudar a los actuales propietarios a investigar la historia de las obras y lograr soluciones posibles con los propietarios legítimos.
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En esta oportunidad, el acuerdo ofrece un “un patrocinio excepcional durante tres años” según anticipa el museo que destaca también el “compromiso” de la casa de subastas “la primera” en tener “un departamento dedicado a la investigación de procedencia y la restitución”.
El acuerdo contribuye a la financiación de investigaciones que den lugar a “restituciones” a partir de “digitalización, organización de seminarios, jornadas de estudio y publicaciones”, apunta el Louvre en un comunicado.
¿Qué pasó con las obras robadas durante el nazismo?
Hace menos de una semana, el Parlamento francés aprobó un proyecto de ley para restituir 15 obras de artes a familias judías saqueadas durante el nazismo. Entre las obras figuran nada más ni nada menos que un cuadro de Gustav Klimt, que formaba parte del patrimonio del Museo Orsay, y otro de Marc Chagall conservado en el Centro Pompidou.
En materia de restituciones, Francia encabeza la lista: se estiman que entre 1940 y 1945 fueron transferidas de Francia a Alemania más de 100.000 piezas de arte, las cuales fueron robadas durante el mayor genocidio del siglo XX. Como consignó el diario abc de España, Emmanuel Macron y su ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, iniciaron hace dos años el proceso legislativo “imprescindible” para continuar con la política de devoluciones, lo que quedó materializado en la aprobación, por unanimidad, del proyecto de ley que permitirá “una restitución ‘ordenada’ de bienes artísticos nacionales a los herederos de sus antiguos propietarios”, informan.
El caso de Camille Pissarro
Si de batallas judiciales se trata, hay una que ahora está en el candelero y promete ser la última batalla de una larga historia de disputa legal que tiene a España como protagonista, cuyo veredicto se conocerá en los próximos meses. Tras veinte años de litigio, la Corte Suprema de Estados Unidos aceptó volver sobre la solicitud de restitución de un cuadro del pintor impresionista Camille Pissarro que fue robado por los nazis en 1939 y se exhibe en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, propiedad del Estado español.
La obra en cuestión es “Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia”, una de las quince de una serie que Camille Pissarro pintó en París desde la ventana de su hotel situado en la place du Théâtre Français, durante el invierno de 1897 y 1898. La obra fue confiscada durante el Tercer Reich a la familia Cassirer-Neubauer hasta que en 1976, en una galería de Nueva York, la compró el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, cuya colección pasó a manos del Estado Español en 1993. Desde hace más de dos décadas, los herederos de la familia Cassirer-Neubauer reclaman la devolución de la obra pero dos sentencias judiciales se posicionaron a favor de la legitimidad del gobierno español.
Aunque no se menciona ningún aspecto de la historia de la obra de Pissarro en el catálogo del museo español-ni una sola referencia a sus primigenios propietarios-, en la página web aparece un apartado con la versión propia del asunto: “En 2020, tras la celebración de un juicio completo sobre el fondo del asunto, el Tribunal de Distrito confirmó que, bajo la legislación española, la Fundación es la propietaria del cuadro. Las pruebas demostraron que, en 1958, el Gobierno alemán pagó a la predecesora de los demandantes, Lily Cassirer, la compensación que reclamaba (el, por entonces, justo valor de mercado del cuadro) para compensar su pérdida. A partir de entonces, no se presentaron más reclamaciones en relación con el cuadro durante más de 40 años”, escribe el museo en su defensa.
El pasado 18 de enero, la batalla comenzó de nuevo y habrá que esperar los vaivenes en los que derivará esta larga disputa que los detractores del accionar del Estado Español definen como un despilfarro económico en abogados que vale más que la propia obra en cuestión. El eje del litigio no pone en discusión el origen de la obra sino la jurisdicción que se debe aplicar: si la española, que considera que el cuadro debe permanecer como parte de la colección, o la de California que es donde vive Cassirer.
El robo masivo de piezas durante el nazismo fue un instrumento de financiación que utilizó el régimen nacional socialismo para ensanchar sus recursos económicos al vender las obras expoliadas en el mercado internacional. Desde compromisos internacionales, investigaciones y relaciones diplomáticas hasta libros y películas tienen en el centro a este capítulo dramático de la historia del arte y del genocidio que tiene un componente ético y moral fundamental pero también económico -obras valuadas en millones de dólares-, y aunque se alcanzaron significativas devoluciones todavía la reparación no está saldada y todas las partes interesadas dan sus batallas.