Daniel Gascón/Letras Libres
Eliot Weinberger (Nueva York, 1949) es ensayista, editor y traductor. Entre sus obras en español se encuentran Diecinueve maneras de ver a Wang Wei, Rastros kármicos, 12-S: Cartas de Nueva York, Lo que oí sobre Iraq, Algo elemental y Las cataratas. Anagrama ha publicado este año sus Ensayos esenciales (traducido, como los demás, por Aurelio Major). Con motivo de la publicación hablamos en la Residencia de Estudiantes de su idea de la escritura, de sus inicios como traductor y del papel del ensayo en la literatura contemporánea.
A veces sus ensayos parecen casi poesía, otras veces son muy narrativos, y al mismo tiempo si hay una reflexión o un argumento de fondo el lector tiene que llegar allí por sí mismo.
Me parece que el ensayo, especialmente en inglés, se ha quedado estancado en el siglo XVIII como una especie de narración en primera persona o investigación o reflexión sobre un tema determinado. A diferencia de lo que ocurre en la ficción o la poesía, donde desde principios del siglo xx estamos acostumbrados a muchas formas de escribir un poema o una novela, seguimos estancados en la idea de que un ensayo tiene que ser igual que los de Montaigne.
Intento escribir ensayos que a veces se acercan más a la poesía o a una especie de poema en prosa documental o a una narración, y la razón por la que los considero ensayos es que no invento nada. Toda la información proviene de alguna fuente, no de mí.
Letras Libres reseñó uno de mis libros hace años. No recuerdo quién era el crítico, aunque dijo: “Bueno, Weinberger afirma que nunca inventa nada, pero eso es obviamente una especie de metabroma.” Pero, de hecho, es cierto. Quiero decir, a diferencia de lo que hacía Borges, no hay falsa erudición en las cosas. Todas provienen de algún lugar.
Es interesante porque, al leer el libro, con la atmósfera, el estilo y las enumeraciones, uno piensa en Borges. No paraba de mirar el móvil para ver si las historias que contaba eran ciertas, como la del sultán Tipu y los tigres…
Todo existe. La enciclopedia china de Borges me vuelve loco porque Foucault pensaba que era real y, por lo tanto, todos los que leen a Foucault piensan que es real. Cada mes leo alguna referencia a la enciclopedia china como algo que existió. Pero, por supuesto, Borges se lo inventó todo. En este libro tengo una bibliografía de libros chinos reales que son más extraños que la enciclopedia de Borges, pero todos existen de verdad.
Se ha escrito que una vez que dices no a algo, tienes un punto de vista como escritor o como artista. Y, por ejemplo, usted no inventa cosas y no escribe sobre sí mismo.
No creo que sea una persona fascinante, así que nunca he escrito sobre mí mismo. La única vez que escribí en primera persona fue después del 11-S, sobre lo que estaba pasando en Nueva York en ese momento. Hay cosas mucho más interesantes.
Walter Benjamin dice que hay dos tipos de narradores: los granjeros y los marineros. Los granjeros escriben sobre lo local y los marineros cuentan historias de cosas que han visto en sus viajes o historias que han oído durante sus viajes. Y se me ocurrió que casi todos los escritores pueden dividirse en esas dos categorías, independientemente de su biografía. Hay gente que es marinera pero se ha quedado en un mismo lugar toda su vida, y al contrario.
Nunca he escrito sobre nada local. Estoy más cerca de la categoría de los marineros que de la de los granjeros. Gran parte de mi trabajo y de mi vida consiste en viajar y recoger cosas que he visto u oído.
Hay una idea de curiosidad.
También existe la curiosidad por lo local, y una investigación profunda sobre lo local. Pero nunca lo he hecho.
He leído que piensa que para usted todo parte de la poesía. Quería ser arqueólogo y luego…
Cuando tenía trece años, quería ser arqueólogo y quería ser arqueólogo en Mesoamérica. Leía libros sobre los mayas y los aztecas y, por casualidad, dentro de un libro gordo como el de Prescott o así sobre la conquista de México, encontré un pequeño folleto que era una traducción de Piedra de Sol, de Octavio Paz. Nunca había leído poesía, pero leí eso.
Además, en esa época estaba obsesionado con la guerra civil española. Vi ese poema, basado en el calendario azteca, y pensé: “Conozco el calendario azteca, voy a leerlo.” De repente, descubrí que la poesía podía tratar de cualquier cosa. Además, era el punto de encuentro entre los aztecas y la guerra civil española, dos cosas que me interesaban. Todo eso estaba en la poesía. Fue entonces cuando decidí que iba a ser escritor. Y acabé trabajando con Octavio durante treinta años.
Tradujo muchos de sus poemas al inglés. Era muy joven y le envió sus traducciones.
En el instituto traducía poesía como una manera de aprender a escribir poesía. Traduje muchos poemas de Octavio, pero también de otras personas.
Y usted sabía español porque…
Cuando tenía dieciséis años, hice un viaje en autoestop por Latinoamérica, por Perú, Bolivia y Chile. Fue un viaje increíble, iba con un amigo de mi edad. Éramos tan ingenuos que nunca nos pasó nada malo. La gente nos cuidaba. Llegamos al desierto de Atacama y dormíamos en campamentos mineros y cosas así. Un día hicimos autoestop hasta el Machu Picchu y no había nadie, así que sacamos los sacos y dijimos: “Bueno, vamos a dormir aquí.” Y allí dormimos. Era un mundo diferente, claro.
Yo estaba traduciendo a Octavio y luego se publicó Blanco y alguien me trajo un ejemplar de México y lo traduje, algo que era, qué voy a decir, bastante pretencioso. Pero luego conocí a una persona que conocía a Octavio y le dije: “He hecho estas traducciones.” Me dijo: “Bueno, se las mando a Octavio a ver qué le parecen.” Octavio todavía estaba en la India. Le gustaron mucho y me pidió que tradujera el libro ¿Águila o sol?, sin saber que yo era un hippie que había dejado los estudios, porque solo fui a la universidad un año y luego lo dejé. Fue genial porque no tenía nada que hacer y de pronto podía decirles a mis padres que estaba traduciendo un libro. Creo que Octavio quedó algo sorprendido cuando nos conocimos, en 1969, yo ya tenía veinte años. Llevaba el pelo largo y collares de cuentas y todo eso.
¿Fue en la India?
No, en Nueva York. Después de marcharse en el 68, estuvo vagando por ahí. Acabó en Pittsburgh, porque pensaba que Pittsburgh estaba cerca de Nueva York. Y allí había un poeta y crítico llamado Guillermo Sucre, que daba clases y le consiguió un trabajo.
Así fue como nos conocimos. Octavio creía mucho en la juventud. Cuando empezó Vuelta, no se limitó a quedarse con todos los de Plural, sino que reunió a un montón de gente joven, a veinteañeros. Era un gran creyente y promotor de los jóvenes.
¿Cómo descubrió esa forma particular de escribir?
Después de la muerte de mis padres, encontré muchos de mis trabajos escolares. Cuando tenía doce años, escribí un trabajo para el colegio sobre los refugios antiatómicos. A principios de la década de 1960, la gente de los suburbios de Estados Unidos estaba obsesionada con la guerra nuclear y empezó a construir búnkeres subterráneos en sus casas, que abastecían de comida y en los que pensaban sobrevivir a una guerra nuclear.
Lo que me sorprendió fue que tenía exactamente el mismo estilo que muchos de mis ensayos actuales. Era una especie de collage de información. Mi vocabulario es algo más amplio que cuando tenía doce años, pero en realidad es lo mismo. Se parece mucho a Lo que oí sobre Iraq y cosas así: ese tipo de collage de información con cierto sentido del humor, etc. Es exactamente lo mismo. ¿Quién sabe?
Pero creo que, obviamente, lo aprendí todo de la poesía. Y siempre he intentado escribir mis ensayos como si fueran poesía, creando imágenes muy claras, escuchando el sonido y sin mucha retórica.
La idea del collage está muy clara. Y hay mucho humor. Aunque leí una entrevista en la que criticaba la ironía posmoderna y se definía como un neomodernista.
No soy posmoderno. No recuerdo cuándo dije eso. Existía una actitud irónica posmoderna según la cual se podía escribir algo totalmente kitsch, pero manteniendo la distancia irónica al respecto. Y yo nunca he hecho eso. Siempre me he sentido mucho más cómodo con el modernismo que con el posmodernismo.
Pound es un escritor importante para usted.
Sí, porque Pound introduce todo un mundo. Hay muchos tipos de poetas que me atraen, pero una de las corrientes que más me interesa es la de los poetas que abren mundos enteros. Y si lees a Ezra Pound, tienes que empezar a aprender sobre la cultura provenzal, sobre China, sobre un montón de cosas… Me salté la parte de economía de Pound.
Y lo mismo con Octavio. Empecé a ir a la India después de leer a Octavio. Iba a la India todos los años. Octavio es otro de esos grandes poetas universales que abre mundos diferentes más allá de su propia poesía.
Escribe sobre muchos lugares: México y también Centroamérica, China es muy importante en el libro. Ha estudiado chino, ha escrito biografías y ensayos…
Sí, y la India. He pasado mucho más tiempo en la India que en China. Probablemente pasé tres años en la India e hice muchos viajes.
¿Y dirigía una colección de clásicos indios, Murtry Classical Library of India?
No, me contrataron. Estaban haciendo una serie de clásicos indios, bilingües, algo así como la Biblioteca Loeb en inglés para los clásicos griegos.
Y el problema es que todos esos académicos son expertos en lenguas clásicas indias poco conocidas, como el appa brahma o el telugu clásico, pero no tienen ni idea de cómo se escriben las cosas ahora. Es un problema tradicional de la traducción: los que trabajan en el departamento de lenguas extranjeras lo saben todo sobre el original, pero no tienen ni idea de dónde va a ir el texto traducido. No tienen contexto.
Así que me contrataron como editor literario. Mi función era ser una especie de hombre de la calle, que no es un erudito, que no es un experto, y tratar de hacer que fuera más legible, o decirles si sus notas eran comprensibles para alguien que no es un erudito. Y eso hice durante unos años, hasta que por alguna razón decidieron que no querían un editor literario.
Ahora esa biblioteca, que es maravillosa, se ha visto envuelta en muchos problemas con los fundamentalistas hindúes de la India, y todo el equipo editorial se ha marchado. No les gustaba que los occidentales hicieran esa tarea, pero, por otro lado, en la India no se puede estudiar ninguna de esas lenguas clásicas, excepto el sánscrito, y allí solo se pueden estudiar textos religiosos. No se pueden estudiar textos laicos. Así que si eres indio y quieres estudiar tamil medieval, tienes que irte a Occidente. Es un desastre.
Uno de sus temas es la antropología, con muchos hechos históricos, tradiciones y costumbres, y leyendas religiosas, aunque el libro no es religioso.
Me encantan todas las historias y me interesa la variedad de la imaginación humana en ese sentido, y todas esas formas alternativas de conocimiento.
¿Cómo planifica los ensayos? ¿Piensa: “Voy a seguir a esta familia china a lo largo de los siglos”? Otros ensayos siguen un motivo, un animal. ¿Cómo lo decide? ¿Empieza a investigar o es más bien algo casual y luego va tomando forma?
Depende. A veces empiezo con una pregunta. Mi ensayo sobre los tigres comenzó con la pregunta: cuando William Blake escribió “Tyger tyger, burning bright”, ¿había visto alguna vez un tigre? Y luego eso, por supuesto, lleva a esto y lleva a aquello, y yo soy como un cazador-recolector, un miembro de una tribu de cazadores-recolectores. No hago investigación original, sino que me baso en investigaciones académicas y sigo las notas a pie de página, y así una cosa lleva a otra.
A veces empieza así, o leo algo que me llama la atención, como el famoso Punctum de Roland Barthes. Algo te impacta y eso te lleva a investigar más, aunque a menudo lo abandonas.
También tiene una faceta de ensayista político. ¿Cómo combina las dos?
Siempre pienso que los ensayos surgen de la curiosidad o la indignación. Cuando escribo ensayos políticos, como durante la guerra de Iraq, intento tener un proyecto que sea elemental, que trate de cosas atemporales, porque así es como mantengo la cordura.
¿Está escribiendo sobre la segunda administración Trump?
Escribí al principio, sobre el loco gabinete de Trump. Y el problema ahora es que es demasiado, porque cada día hay quince cosas por las que indignarse. Da igual cuáles sean tus intereses: el medio ambiente, la ciencia, el arte, el derecho, cualquier cosa…
Además, creo que el mundo sabe demasiado sobre Trump. No se me ocurre nada que no se haya dicho ya demasiadas veces. Y todo va tan rápido en la era Trump que es difícil escribir algo que no quede obsoleto al cabo de un rato.
Supongo que se lo preguntarán todo el tiempo…
No doy muchas entrevistas. En Estados Unidos no te entrevistan. La gente en México nunca me cree cuando digo que si eres un escritor estadounidense nunca sales en la televisión. Casi nunca sales en la radio. No sales en los periódicos. Los escritores literarios no tienen columnas en los periódicos.
En Estados Unidos no hay intelectuales públicos literarios. Todos mis textos políticos se han publicado en periódicos extranjeros. Nunca se me ha publicado como escritor político en una revista o periódico estadounidense.
Los intelectuales públicos en Estados Unidos son comentaristas o personas de think tanks o similares. No vienen del mundo literario. Creo que Estados Unidos es el único país que es así, en cierto sentido. Vargas Llosa tenía una columna cada dos semanas en El País. Eso no existiría en Estados Unidos.
En muchos sentidos, él seguía el modelo francés. Pero en España es muy común que los escritores tengan una columna.
En México, si eres poeta, tienes una columna en el periódico, lo cual es inimaginable en Estados Unidos. Recuerdo que hablaba con alguien en México y le pregunté: “Bueno, ¿quién es el poeta estadounidense más famoso en este momento?” Me dijo: “John Ashbery.” Y yo respondí: “John Ashbery nunca ha salido en televisión. Nunca ha salido en la radio. Nunca ha escrito en un periódico.” Pensaban que me lo estaba inventando. Pero es así.
¿En este libro ha seleccionado usted mismo los textos?
Mi libro An elemental thing era una serie de ensayos. Hay una forma poética estadounidense inventada por Pound y los Cantos, que es un poema serial. Es un poema que sigues escribiendo durante toda tu vida. Los temas cambian, pero hay cosas que se repiten.
Hice ese libro y, desde entonces, he escrito muchos más ensayos que considero parte de él. Cuando Anagrama quiso publicar este libro, pensé: “Voy a coger todos los ensayos del primer libro y muchos de los ensayos de los libros posteriores, e incluso algunos de los libros anteriores.” Y luego lo reorganicé en una especie de mandala.
Está dividido en cuatro secciones, y en el centro está el ensayo sobre el vórtice. La idea es que no es necesario leerlo de principio a fin. Creo que es casi mejor abrir el libro al azar, leer un ensayo, dormirse y tener un sueño maravilloso.
Este libro no se ha publicado en Estados Unidos porque todos mis libros antiguos siguen circulando y mi editorial, New Directions, no sabía si merecía la pena hacerlo. Así que solo existe en español. Pero me encanta.
También dice que la mano es como un mandala. Y otra cosa interesante es que hay muchos burros.
Es muy curioso. Sí, no sé por qué, pero aparecen constantemente. Es mi animal totémico. Me sorprende que te hayas fijado. Porque ahora que lo dices, yo también lo he notado, pero no era consciente y sé por qué es así. Pero es cierto, reaparecen.
El que escribe un poema, por ejemplo.
Ah, sí. Solo está en lenguaje de burro. Es muy gracioso. No sé de dónde viene. Quizás de Au hasard Balthazar, la película de Robert Bresson, que es la película más deprimente que se ha hecho nunca. Es muy extraño cómo los burros siguen reapareciendo, pero no de forma consciente.
Otro poeta importante para usted es Charles Reznikoff.
Sí. Reznikoff escribió un libro titulado Testimony, basado en las actas judiciales de entre 1880 y 1915, más o menos. Lo que hizo fue leer transcripciones de juicios en Estados Unidos, que a veces tenían cientos de páginas, y luego las resumió en un poema muy breve.
De Reznikoff aprendí cómo tomar una gran cantidad de información y condensarla en algo pequeño. Por ejemplo, mi ensayo sobre las ratas topo desnudas, que es mi texto más popular en Alemania. Leí un libro de seiscientas páginas titulado The biology of the naked mole rat (La biología de la rata topo desnuda). No me preguntes por qué. Y luego lo condensé en un ensayo de tres páginas. Es algo que me gusta hacer, tomar cosas enormes e intentar extraerles algún tipo de esencia.
Ahora han hecho una traducción completa al español de Testimony [en la Universidad Autónoma de Nuevo León].
Tiene un libro con Lydia Davis: Dos escenas americanas.
Fui al instituto con Lydia Davis y somos amigos desde entonces. Es mi amiga más antigua. Estábamos haciendo una lectura juntos y ella leyó un texto que sacó de las memorias de uno de sus antepasados, porque la familia de Lydia Davis se remonta a los primeros colonos del Mayflower. La mía no. Ella estaba leyendo ese texto, que trataba sobre la América del siglo XIX, y yo acababa de escribir un texto sobre la exploración del río Colorado en la América del siglo XIX.
Es una de las pocas veces que he escrito sobre Estados Unidos. Entonces le dije a Lydia: “Deberíamos hacer un pequeño folleto con estos dos textos.” Y así se publicó en Estados Unidos. Es solo un folleto, y luego Kriller71 decidió traducirlo en España. Pero no colaboramos en la redacción. Es solo un texto de Lydia y otro mío.
Ella es una escritora maravillosa y una de las escritoras de ficción estadounidenses más populares del mundo en la actualidad. El año pasado estuve en China y en Polonia y la gente no paraba de preguntarme: “¿Has oído hablar de una autora llamada Lydia Davis?” Es una escritora maravillosa.
Y traductora.
Una gran traductora de Flaubert y Blanchot, entre otros. Y probablemente el único caso en Estados Unidos de una escritora de ficción conocida que traduce. Aquí tenéis a alguien como Javier Marías, que ha traducido muchas cosas. Y en Estados Unidos hay algunos traductores que han escrito novelas, pero no hay nadie conocido como novelista que traduzca. Poetas, sí. Eso es normal, pero novelistas no. Ella ha sido la gran excepción en ese sentido.
¿Usted sigue traduciendo?
No, hace unos veinticinco años que no traduzco.
Dice que es una buena forma de aprender a ser escritor.
Es la mejor manera de aprender a ser escritor, mejor que ir a una escuela de escritura creativa, porque aprendes los entresijos de cómo se escribe una frase, cómo se escribe un verso, sin toda la interferencia psicológica de “este es un poema sobre la muerte de mi abuela”, “este es el poema sobre la ruptura con mi novio o novia”, y también sin la vergüenza que sienten los jóvenes escritores al plasmarlo en el papel.
Aprendes todo tipo de cosas técnicas muy útiles sobre la escritura. Es la mejor manera de aprender a escribir y de comparar. El problema es que los escritores jóvenes están obsesionados con publicar, claro. Pero se aprende mucho observando los detalles de cómo escribir.
¿Está trabajando en un nuevo libro?
No, mi último libro es una especie de poema sobre la vida de Dufu, el poeta de la dinastía Tang. Es un poema algo extraño, porque durante la pandemia de covid leí los 1.600 poemas de Dufu, ¿qué otra cosa podías hacer durante la pandemia? Entonces decidí crear casi una autobiografía ficticia, utilizando estrictamente imágenes, ideas e ilusiones de los poemas de Dufu.
No son traducciones de poemas individuales, sino que tomo un verso aquí y otro allá, y así sucesivamente. Y cuando él dice algo como “No voy a ser como el general Fulano”, pero no necesita explicar a los lectores chinos lo que eso significa, vuelvo a contar la historia del general Fulano.
Tomo imágenes e ideas, pero, por supuesto, escribo todas las palabras en inglés. No es exactamente un poema encontrado. No es un collage. Pero se ciñe estrictamente a los poemas originales de Dufu.
¿Se va a traducir al español?
Primero se va a publicar en catalán. Y luego en español, creo que Aurelio Major todavía está buscando la mejor editorial para ello. También se ha traducido dos veces al chino, lo cual es muy extraño.
Lo más raro es que escribí un libro titulado 19 ways of looking at Wang Wei. Se trata de diferentes traducciones de cuatro versos de Wang Wei, principalmente al inglés, pero también algo al francés y al español. Y se ha traducido dos veces al chino. Han traducido las traducciones al chino. Es una locura.
Es como un espejo.
Ahora creo que tenemos que traducir la versión china de nuevo al inglés y ver cómo queda.
Parece una cosa de Borges, a quien también editó.
Sí, hice una edición de la obra seleccionada de no ficción de Borges. Penguin compró los derechos de Borges. Iban a hacer tres libros. La obra completa de ficción, una selección de poesía y una selección de ensayos.
Y me pidieron que me encargara de la poesía. Pero no me gusta mucho la poesía de Borges. Creo que es como un poeta británico menor de los años treinta. Así que, como un idiota, dije: “Me encargo de los ensayos.” En aquel momento tenía las Obras completas, que son cinco volúmenes. Y pensé: “Es fácil. Solo tengo que seleccionar.”
Pero luego descubrí que las Obras completas eran solo una pequeña parte de las verdaderas Obras completas de Borges. Me pasé un año buscando más textos de Borges. Ahora ya se ha publicado prácticamente todo. Pero en aquel momento, en 1999, cuando se publicó, casi la mitad del libro no estaba disponible en español. Y mi libro tiene unas 450 páginas. Y fácilmente podría haber hecho un segundo volumen de 450 páginas que sería igual de bueno.
¿Fue a archivos y bibliotecas? ¿En Buenos Aires?
No, en Buenos Aires no. Solo consulté archivos y conseguí reimpresiones de cosas. Pasé un año solo investigando. Y luego, otra cosa que hice y que fue escandalosa en su momento fue ordenar los ensayos cronológicamente. Borges siempre estaba moviendo los ensayos de un libro a otro. Y entonces pensaron que iba en contra de Borges. Pero excepto en el libro sobre Martín Fierro, él siempre iba moviendo cosas.
Decidí ponerlo todo en orden cronológico. Lo cual tiene mucho sentido para Borges, porque su estilo cambia radicalmente. Algunas personas, los fans más acérrimos, se quedaron muy descontentos. Pero creo que funciona mucho mejor como selección.
Se puede ver cómo cambia.
Sí, cómo su prosa cambia radicalmente a lo largo de los años. A diferencia de mí, que soy el mismo desde los doce años. Pero esa era la definición de W. H. Auden de un escritor menor: alguien cuya obra permanece igual a lo largo de los años, cuyo estilo nunca cambia.
Borges es muy fácil de traducir. No la prosa temprana, pero sí la tardía. Si lo sigues frase por frase, es fácil. Y ha habido varias traducciones muy malas de Borges, porque empiezan a reescribir sus frases. Empiezan a cambiarlas de lugar y no funcionan tan bien. Si te limitas a seguirlo, si respiras literalmente con Borges, se traduce solo.
¿Es fácil traducir a Octavio Paz?
He hecho infinitas versiones de Blanco. Pero como llevaba treinta años traduciendo a Octavio, llegué a un punto en el que era casi como un actor interpretando a Hamlet. Te metes en el papel.
¿Y la prosa?
Hice el libro sobre la India y algunas cosas sueltas. Siempre es muy claro. No creo que sea muy difícil de traducir en ese sentido. Otra persona a la que traduje fue Huidobro. He hecho tres versiones completamente diferentes de Altazor. Y eso es interminable. Con todos los neologismos y los juegos de palabras y todo eso. Y otro que traduje, y que me encantó, fue Villaurrutia. Pero nunca me he considerado un traductor. Porque nadie me contrataba para traducir algo. Solo hacía mis propios proyectos.
¿Qué opina de lo que está pasando en Estados Unidos?
Es difícil entender a Trump, porque tendemos a pensar de forma ideológica sobre alguien como él. Creo que tiene tres obsesiones. La primera es ganar dinero mientras es presidente. Y ha estado haciendo todas estas cosas que antes habrían sido completamente inimaginables. Cuando Jimmy Carter fue elegido presidente, vendió su granja de cacahuetes porque no quería tener un conflicto de intereses. Y ahora tenemos a Trump, que no solo vende criptomonedas, sino que también está desarrollando proyectos inmobiliarios en Qatar, etc. Hay una enorme cantidad de cosas que le enriquecerán.
La segunda gran motivación para Trump es la venganza. Tiene muy buena memoria y no olvida a nadie que le haya insultado. Ahora tiene la oportunidad de vengarse de esas personas. Así que por ejemplo actúa contra bufetes de abogados en los que uno de los socios presentó una demanda contra él.
Lo mismo ocurre con Columbia.
Ha recortado cuatrocientos millones de dólares a Columbia. Y resulta que hace treinta años o más Columbia se estaba expandiendo y querían comprarle un edificio a Trump, y él pedía cuatrocientos millones de dólares y ellos se negaron a pagarlos. Así que ahora él dice: “Vale, voy a recortar cuatrocientos millones de dólares de fondos federales.”
Y luego, la tercera cosa que le obsesiona es el ejercicio del poder, sin importarle lo que eso signifique. Lo ves en ese placer en despedir a la gente, es una especie de ejercicio puro del poder, sin importarle ningún tipo de ideología, por lo que le encanta la idea de los llamados “tratos”.
La palabra “trato” ha aparecido con Trump. Antes se llamaban tratados o convenios o cosas así. Incluso habla de llegar a un trato con Irán. Le encanta cualquier tipo de ejercicio de poder, por trivial que sea. Le encanta despedir a gente sin importancia o quitar el retrato de alguien de la Casa Blanca. No se basa realmente en la ideología, pero la gente que le rodea está muy ideologizada y lleva tiempo preparándose.
En su primera legislatura, Trump no hizo nada. No tenía ni idea de cómo dirigir un gobierno y hablaba mucho, pero no hizo nada. Construyó cien millas de muro y luego redujo los impuestos a los ricos, pero por lo demás no hizo nada en absoluto.
Después de perder, aparecieron todos esos derechistas radicales que trazaron planes para lo que sería una segunda administración Trump. Está rodeado de ideólogos muy radicales que realmente saben.
Otra cosa sobre la administración Trump es que llevamos tantos años utilizando la palabra “racista” y aplicándola a profesores universitarios o a esto o aquello que ha perdido su significado y ya ni siquiera sabemos cómo lidiar con la gente de Trump, que son auténticos racistas segregacionistas del Ku Klux Klan.
A pesar de todo lo que se ha hablado de racismo durante los últimos veinticinco o treinta años, ni siquiera sabemos cómo entender lo que significa ser un auténtico racista. Se trata de personas que, por ejemplo, proponen seriamente cerrar todas las embajadas en África. Ahora todo tipo de organismos de derechos civiles de Estados Unidos se dedicarán a la opresión de los blancos. Los únicos refugiados que se admitirán serán los afrikaners blancos. Se están eliminando todas las leyes que fomentaban la integración en las escuelas y cosas por el estilo. Estas personas son auténticos racistas que odian a los negros y a los morenos.
Lo que está pasando en Estados Unidos es que los blancos pronto dejarán de ser la mayoría y serán una minoría. La elección de Obama fue la primera señal de un futuro inevitable, lo que volvió loca a mucha gente, y ahora ese futuro se ha hecho realidad. Siempre fue algo subterráneo y ahora ha salido a la luz con Trump de una forma aterradora.
No es solo lo que están haciendo con los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos, sino también lo que están haciendo con los negros. Solo llevamos cuatro meses y nos quedan tres años y medio más de esto.
Pero, al mismo tiempo, obtuvo muchos votos de personas que no son blancas.
Tuvo algunos, sí, tuvo algunos. Sin duda tuvo más de los que había obtenido en el mandato anterior, y no se entiende cómo ha podido suceder, pero también es porque a Estados Unidos le gusta un presidente que cree que es sincero, independientemente de en qué sea sincero. Si nos fijamos en todos los presidentes, todos los últimos, no sé cuántos, Clinton, George Bush, Obama, Reagan, todos eran considerados personas sinceras que creían en lo que decían, y los que perdieron fueron los que parecían cambiar completamente de opinión, como Hillary Clinton, por ejemplo.
Da igual lo que digan, siempre y cuando parezcan firmes en sus convicciones.
Hay quien dice que en las elecciones de mitad de mandato perderá poder…
Sí, el problema es que ya está ignorando al Congreso.
Aunque pierda la mayoría en el Congreso, ha ido tan lejos que ni siquiera se sabe. Ignora al Tribunal Supremo. Si los tribunales no lo detienen, ¿quién lo detendrá? El Congreso no ha hecho nada. Posiblemente, si pierde las elecciones de mitad de mandato y hay un Congreso demócrata, tomará medidas. Perderá votos porque lo eligieron por el precio de los huevos y otras cosas, y el precio de los huevos no va a bajar, sino que, de hecho, va a subir mucho debido a la completa locura de los aranceles.
Así que el precio de las cosas va a subir mucho. Suponiendo que realmente aplique los aranceles, porque ahora tienen este asunto de los tacos, ya sabes, “Trump es un taco” [siglas de “Trump always chickens out”, Trump siempre se acobarda], lo cual, por supuesto, nos encanta como meme de internet. Yo diría que es completamente impredecible lo que va a pasar en Estados Unidos y, por supuesto, Estados Unidos está destruyendo su futuro.
Si expulsas a todos los estudiantes extranjeros, a todos esos chicos brillantes que vienen a Estados Unidos a estudiar y luego se quedan, ya no hay una nueva generación que vaya a tomar el relevo en todas esas agencias. Si eres un estudiante extranjero, tienes que estar loco para querer ir a Estados Unidos y quizá acabar en la cárcel.
El futuro de Estados Unidos se parece cada vez más al de Rusia: un país pobre y miserable con oligarcas increíblemente ricos y con censura o, al menos, autocensura en los medios de comunicación. Esto ya está ocurriendo, especialmente en la televisión. Así que, sin duda, es el fin del Imperio americano, pero es difícil prever qué pasará cuando Estados Unidos deje de ser potencia mundial, o incluso la base de la moneda.
El dólar deja de ser fiable.
El mundo se basa en la estabilidad del dólar, y si el dólar deja de ser estable, ¿qué pasará entonces? Las cosas se han vuelto más impredecibles que nunca. Tenías un presidente como Bush, que era monstruoso en muchos sentidos, pero que seguía creyendo en cosas como la ley, y así tenías el péndulo oscilando hacia la derecha, y luego el péndulo se acercaba más al centro, y así sucesivamente, pero esto va mucho más allá de lo que nadie hubiera imaginado para Estados Unidos. Está tan lejos de la derecha que nadie tiene ni idea de lo que va a pasar. ~










