En conmemoración del 35 aniversario de la inclusión del Centro Histórico de Puebla en la Lista de Patrimonio Mundial, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), autoridades de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organizaron una conferencia que repasó la importancia de esta categoría de protección patrimonial y el rol de Puebla de los Ángeles en este ámbito.
Con sede en la Casa del Deán, una emblemática edificación del siglo XVI, el director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez; el secretario estatal de Cultura, Sergio Vergara Berdejo; y el titular del Instituto Regional del Patrimonio Mundial en Zacatecas, Centro Categoría 2 de la Unesco, Augusto Torres Pérez, repasaron los antecedentes de dicho reconocimiento internacional.
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Torres Pérez explicó que, aunque la inscripción de Puebla como Patrimonio de la Humanidad –concepto que antecedió al de Patrimonio Mundial, usado hoy en día– ocurrió el 11 de diciembre de 1987, este reconocimiento internacional se explica en un contexto de cambio de mentalidad en torno al legado histórico y cultural de los pueblos.
Después de las experiencias dejadas por la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unesco surgieron con el fin de amalgamar las voluntades de diversos gobiernos y demostrar que, así como la guerra es un producto de la humanidad, también esta es capaz de sumar esfuerzos para buscar la paz.
“En los años 60, antes de que se signara la Carta de Venecia –la cual estableció por primera vez pautas comunes en materia de conservación y restauración de patrimonio–, cada país se hacía cargo de los monumentos históricos de su territorio”.
El especialista detalló que la firma de dicho documento, junto con campañas, como la emprendida por el gobierno de Egipto para que diversos países contribuyeran a reubicar templos faraónicos del complejo de Abu Simbel, amenazados por la construcción de la presa de Asuán, revolucionó los enfoques acerca del patrimonio.
“Fue entonces cuando se estableció la premisa de que el planeta alberga sitios naturales y culturales únicos, los cuales deben ser protegidos conjuntamente por la humanidad, como un legado universal”, puntualizó Torres Pérez.
En este sentido, el titular del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, subrayó que esta noción se ha fortalecido a nivel mundial, tanto, que la Carta de Venecia es hoy el convenio internacional más firmado al interior de la Unesco y de la propia ONU, dado que 193 países la han suscrito, desde 1964.
Indicó que recordar el 35 aniversario de la inscripción de Puebla como Patrimonio Mundial, es reconocer que esta traza histórica, fundada el 16 de abril de 1531, es el resultado de la “articulación excepcional de procesos históricos, culturales, filosóficos y religiosos, tanto de la cultura europea, principalmente española, como de las influencias y de los saberes de las civilizaciones mesoamericanas”.
En los años 80, concluyó el arquitecto, Puebla fue uno de los primeros seis sitios mexicanos inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial, junto con enclaves como el Centro Histórico de la Ciudad de México y Xochimilco, la Reserva Natural de Sian Ka’an y la Zona Arqueológica de Teotihuacan, entre otros.
“Recordar estos 35 años es evocar procesos de gestión y de historia, que permitieron a México reconocer, paulatinamente, la condición multiétnica y pluricultural de su patrimonio cultural”, finalizó.