El 22 de octubre de 1966, John Barker, un psiquiatra de 42 años de edad educado en Cambridge, llegó a Aberfan.
El pequeño pueblo galés se había hecho famoso de un día para otro por la más dolorosa de las razones.
El día anterior, una escombrera de una mina de carbón había colapsado desatando una avalancha que sepultó vivas a decenas de personas.
144 murieron; 116 eran niños, la mayoría de ellos entre las edades de 7 a 10 años.
Barker estaba investigando para un libro sobre la posibilidad de morirse del susto, y había escuchado un informe sobre un niño que había escapado ileso pero había muerto de miedo.
Pero, como digno miembro de la Sociedad Británica para la Investigación Psíquica, que se fundó en 1882 para investigar lo paranormal, lo que más le intrigó fueron “varios incidentes extraños y conmovedores”: las familias afligidas hablaban de sueños y presagios.
La madre de Paul Davies, un niño de 8 años que murió en la escuela que el derrumbe enterró, encontró un dibujo que su hijo había hecho la noche anterior con muchas figuras cavando en una ladera debajo de las palabras “El fin”.
Eryl Mai Jones, otra víctima que el sacerdote local describió como “una niña de 10 años no dada a la imaginación”, le había dicho a su madre dos semanas antes del colapso que no tenía miedo de morir.
Y, el día antes de su muerte, insistió en contarle a su madre: “Soñé que iba a la escuela y la escuela no estaba ahí. ¡Algo negro había caído por todas partes!”.
Casos como esos fueron el germen de lo que en 1967 se convertiría en la Agencia de Premoniciones, una oficina que se propuso recopilar visiones de desastres inminentes en uno de los episodios más extraños en la historia de la psicología británica.
Presentimientos
Barker se comunicó con Peter Fairley, corresponsal científico del diario Evening Standard de Londres, quien había establecido sus credenciales en 1961 tras predecir, basado en poco más que una advertencia a los barcos en el Pacífico y la sensación de que algo estaba pasando, que la URSS estaba a punto de lanzar su primer vuelo espacial tripulado.
Su historia apareció en la portada del periódico; Yuri Gagarin voló al espacio dos días después.
El 4 de enero de 1967, Fairley, entusiasmado, convocó a los lectores de su columna “El mundo de la ciencia” a enviar “premoniciones genuinas” para compartirlas con un “prestigioso psiquiatra británico”.
Ese mismo día, Donald Campbell, que había batido múltiples récords mundiales de velocidad en tierra y agua, estaba intentando establecer otro.
La noche anterior, Campbell se había quedado hasta tarde jugando solitario.
Cuando le salió el as de picas, seguido de la reina, le comentó a un amigo que María I de Escocia había sacado las mismas cartas antes de su decapitación en 1587.
“Tengo la premonición más horrible. Esta vez me toca a mí”, le dijo Campbell, y agregó: “He tenido la sensación durante días”.
Algo similar le dijo a reporteros antes de abordar su bote.
Momentos después, la lancha rápida Bluebird de Campbell dio un salto mortal en la superficie de Coniston Water y se hundió en el lago. El cuerpo de Campbell no se recuperó hasta 2001.
Almacenando visiones
La desaparición de Campbell fue una coincidencia para la recien creada agencia, pero otros eventos elevarían su perfil, a pesar de que a lo largo de 18 meses, de los 732 casos recibidos, menos del 3% parecieron haberse vuelto realidad.
Barker había anticipado que podría “haber numerosas falsas alarmas, particularmente en las primeras etapas”.
Pero estaba convencido de que la precognición debería aprovecharse, como escribió en Medical News poco después de iniciar el experimento.
La Agencia de Premoniciones podría llegar a ser un depósito de los sueños y visiones de la nación y convertirse en un sistema de alerta temprana, creía.
“Idealmente, el sistema tendría que estar conectado con una computadora”, escribió.
“Con la práctica, debería ser posible detectar patrones o subidas que incluso podrían indicar la naturaleza y la posible fecha, hora y lugar de un desastre”.
El plan de Barker y Fairley era presentarles los resultados, si parecían prometedores, al Parlamento y al Consejo Británico de Investigación Médica.
Eran conscientes, sin embargo, de que enfrentaban una versión del dilema de Jonás.
El Antiguo Testamento relata que Dios le pidió que profetizara la destrucción de Nínive, pero él razonó que, si la gente de Nínive escuchaba su advertencia y se arrepentía, Dios los perdonaría y su profecía sería falsa.
Así que Jonás se escapó y terminó dentro de una ballena.
Si, gracias a la Agencia de Premoniciones, alguna vez se llegaba a evitar una calamidad, ¿cómo se probaría que, de no haberla prevenido gracias a las visiones, habría ocurrido?
Pero valía la pena intentarlo.
“Si solo se pudiera demostrar que una gran catástrofe se evitó por este medio”, escribió Barker, “el proyecto se habría más que justificado, quizás para siempre”.
Entre las premoniciones recibidas, 18 parecían haberse confirmado y 12 de ellas procedían de dos personas.
Esos videntes eran Kathleen Lorna Middleton, una profesora de pianoforte y ballet, y Alan Hencher, un empleado de la oficina de correos que experimentaba premoniciones desde que tuvo un accidente automovilístico, acompañadas de intensos dolores de cabeza.
Barker estableció una relación que bordeaba en lo personal con esos dos “sismómetros humanos”, que parecían tener un don poco envidiable por doloroso, ya que se la pasaban presintiendo tornados, muertes y accidentes en medio de la angustia.
Aunque nuestras mentes racionales pueden fácilmente desestimar los ejemplos como meras coincidencias, intentos de darle sentido a lo sinsentido o atribuir los casos a una capacidad inconsciente de conectar información que tienen los llamados “superpronosticadores, te dejamos cuatro de los más espeluznantes para que juzgues por ti mismo.
Desastre de Nicosia Britannia en 1967
El 21 de marzo de 1967, Hencher llamó a Barker para contarle una visión que había tenido sobre un accidente aéreo.
Era un avión de pasajeros que tenía problemas sobre unas montañas y perdía el contacto por radio. Predijo que morirían 124 personas.
Un mes después, un avión de pasajeros turbohélice Britannia que transportaba a 130 personas intentó aterrizar en Nicosia, Chipre, durante una tormenta eléctrica.
Al intentar aterrizar, se volcó, se rompió en pedazos y se incendió.
El número de muertos por el desastre, el sexto peor accidente de aviación en la historia en ese momento, fue de 126, dos de ellos fueron rescatados vivos pero no sobrevivieron.
El desastre de la Soyuz 1
Al mes siguiente, fue la presciencia de Lorna Middleton la que sobresaltó a los seguidores del trabajo de la Agencia.
El 23 de abril de 1967, Middleton envió una visión de un astronauta en el espacio.
“Esta aventura terminará en tragedia”, escribió. El astronauta que vio estaba petrificado, dijo, y adjuntó un dibujo de un astronauta acurrucado dentro de una tosca nave esférica.
En ese momento, el cosmonauta Vladimir Mijaylovich Komarov estaba en la nave espacial Soyuz 1 en su 12ª órbita de la Tierra.
Se habían divulgado pocos detalles de la misión que, de tener éxito, iba a publicitarse con bombos y platillos pues significaría que los soviéticos habían recuperado el primer lugar en la carrera espacial que recientemente habían perdido.
El plan era que se le uniría una segunda nave espacial Soyuz en órbita al día siguiente para que dos cosmonautas se transfirieran de un vehículo al otro, algo nunca intentado antes.
Pero las cosas empezaron a salir mal. El segundo lanzamiento de Soyuz fue cancelado y se le dijo a Komarov que descansara y se preparara para regresar a la Tierra.
En sus primeros dos intentos de reingreso, los motores de Komarov no se encendieron y la nave espacial rebotó y volvió a la órbita.
Komarov logró pasar en el tercer intento, pero luego fallaron los paracaídas de la nave espacial.
La nave se estrelló en el sur de Rusia y se incendió con el cosmonauta adentro.
El accidente ferroviario de Hither Green
El siguiente informe de premonición importante para la Agencia fue casi un trabajo de equipo de Middleton y Hencher.
El 11 de octubre de 1967, Hencher contactó a Barker con una advertencia de un accidente ferroviario en la línea principal que causaría numerosas muertes.
El 1 de noviembre, Middleton le escribió a Barker que había tenido una visión de un accidente “tal vez en un tren, una estación, tal vez personas involucradas esperando en la estación y las palabras ‘Charing Cross'”.
Cuatro días después, un tren de pasajeros se descarriló con destino a la estación Charing Cross matando a 49 personas.
En el momento del accidente, Hensher estaba en la enfermería de su lugar de trabajo debido a un fuerte dolor de cabeza.
A las 22:15, escribió una nota diciendo que pensaba que había habido un accidente ferroviario y que podría haber ocurrido hacía una hora. El tren se había descarrilado a las 21:16.
El asesinato de Robert Kennedy
Muchas de las predicciones que recibió Barker se referían a eventos más que a personalidades, con dos excepciones importantes.
La primera es el fuerte presentimiento de Middleton sobre el asesinato deRobert Kennedy.
Teniendo en cuenta lo que le sucedió a su hermano, el presidente asesinado John F. Kennedy, y la cantidad de amenazas que Robert recibió durante la campaña electoral para la nominación presidencial demócrata en 1968, tal vez no fue sorprendente.
Sin embargo, la ferocidad de las premoniciones de Middleton fue notable.
El 11 de marzo, le escribió a Barker advirtiendo de un asesinato. Cuatro días después, volvió a escribir: “la palabra asesinato continúa. No puedo desconectarla de Robert Kennedy. Puede ser que la historia se repita”.
Middleton repitió sus advertencias sobre Kennedy a lo largo de abril, y el 4 de junio llamó a la Agencia de Premoniciones tres veces, advirtiendo de que un asesinato era inminente.
Poco después de la medianoche del 5 de junio de 1968, Kennedy recibió tres disparos después de dar un discurso en el hotel Ambassador en Los Ángeles, California.
Murió a causa de sus heridas 26 horas más tarde.
El fin
La segunda de estas premoniciones tenía que ver directamente con el psiquiatra.
A principios de 1968, Hencher le dijo a Barker que su vida aún estaba en peligro.
En una entrevista en un periódico al año siguiente, Hencher dijo que estaba convencido de que el psiquiatra moriría pronto, en Yockleton.
El 7 de febrero, Middleton tuvo una visión de Barker, en la que vio su cabeza y hombros a un lado y sus difuntos padres al otro.
La imagen persistió durante una semana. “No quiero alarmar a nadie. . . Simplemente dije que mis padres estaban tratando de decirme algo”, escribió Middleton. “Interpreté esto como algo relacionado con el doctor”.Poco antes de la medianoche del 25 de febrero, se inició un incendio en una sala cerrada para pacientes femeninas en el hospital Shelton, donde trabajaba Barker.
Y el 18 de agosto John Barker sufrió una hemorragia cerebral en su casa, en Yockleton. Fue llevado al hospital, pero murió, y con él se fue la Agencia de Premoniciones.