“Un diablo al que le llaman tren”, del sello del Fondo de Cultura Económica (FCE), es la historia de este sistema de transporte en Colombia que data de finales del Siglo XIX, llena de nostalgia con un acervo de investigación, de datos, pero con una serie de relatos de quienes crecieron al lado de los rieles.

“Es una historia muy ligada a los sentidos a la percepción, a la sensibilidad alrededor de este tema del ferrocarril”, dijo a Notimex su el historiador Javier Ortiz Cassiani, quien presentó el libro en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo).

La obra es una historia que tiene “bases académicas con todos los referentes la historia y tiene una parte muy fuerte, que le da su peculiaridad: La nostalgia. Esa nostalgia que el tren fue dejando: estaciones abandonadas, llenándose de óxido y de lo que la gente sintió”.

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“No hay un icono más fuerte que la modernidad en Colombia, que el ferrocarril y no hay un icono más fuerte que una locomotora fuera de servicio, abandonada en una estación vacía. El libro trata de recoger ese ambiente de nostalgia, alrededor del tren que fue tan fundamental para las comunidades por donde paso.

“Un diablo al que le llaman tren” cuenta, apoyado en un amplio acervo de fuentes documentales y gráficas, la historia de ese “animal jadeante” que con su silbato festivo pretendía despertar a la ciudad de Cartagena de Indias de una modorra de siglos.

La obra es “la historia del ferrocarril en Colombia la evolución de esa política y el fracaso de muchas de esas políticas que están basadas en fuentes convencionales, informes de ministros de Hacienda, gobernadores documentos y planes económicos”.

Pero además la obra “tiene una percepción literaria. Me interesaba como la gente sentía, como se apropiaba del tren, como lo sentía y por eso hay mucha memoria y muchas cartas de gente que no estaba ligada al poder del Estado, como los poetas José Asunción Silva y Rafael Pombo.

En el libro el autor relata la experiencia el 20 de agosto de 1894, del poeta José Asunción Silva durante su viaje en el recién inaugurado ferrocarril Cartagena-Calamar, que el escritor lo calificó como “animal jadeante” que con su silbato festivo pretendía despertar a la ciudad de Cartagena de Indias de una modorra de siglos.

El 20 de agosto de 1894, el poeta José Asunción Silva viajó en el recién inaugurado ferrocarril Cartagena-Calamar. Al día siguiente, desde Cartagena, escribió una carta a su madre y a su hermana en la que lo describió como una cosa de otro mundo puesta por encanto en ese lugar.

En el libro hay una segunda parte y es “la historia del ferrocarril Cartagena- Calamar y me intereso hacer un trabajo de orden etnográfico y fue reconstruir la memoria del tren a partir de hacer entrevista con gente en cada uno de los pueblos por donde paso el tren, para que me contaran la manera como ellos vivieron y sintieron esos momentos”.

“Es la reconstrucción del recorrido del tren a partir de los relatos que fui recopilando. Hay mucho de la memoria de gente adulta, mayor, hombres y mujeres, que eran niños, o adolecentes, cuando el tren paso por sus poblados”, contó el escritor.

El autor es historiador de la Universidad de Cartagena, Magister en Historia de la Universidad de los Andes y candidato a Doctor en Historia por El Colegio de México. Fue profesor de las universidades de Cartagena, Jorge Tadeo Lozano (seccional del Caribe), los Andes y la Santo Tomás de Cartagena.

Es coautor de los libros “Desorden en la plaza. Modernización y memoria urbana en Cartagena” y de “Los 50 días que hicieron a Colombia”.

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