A la nicaragüense Gioconda Belli, Managua, 1948, escribir sobre la sexualidad femenina y las “cosas” de mujeres le ha hecho pagar el “precio” del “escándalo” desde sus inicios como poeta en la década de 1970, aunque reconoce que ahora está más normalizado hacer odas a lo erótico. “Para mí, que empecé a escribir poesía un poco por ‘motu propio’, me di cuenta que ser mujer y el escribir sobre cosas de mujeres me hizo pagar un precio, que era que la gente me encontró escandalosa la poesía erótica”, dijo en una entrevista a la Agencia EFE en marco de su presencia por el festival Centroamérica Cuenta, en Panamá.

Belli, autoproclamada feminista y parte del movimiento, cree que hay un “avance” de los derechos de las mujeres y una mayor normalización de la escritura sobre la sexualidad femenina pese a que “falta mucho camino por recorrer” y equidad que conquistar. “Tengo una conciencia clara del importantísimo rol de la mujer en la historia, en el mundo, y de que todavía no ocupamos el lugar que nos corresponde. (Aún) sufrimos de una serie de desigualdades, minimización e invisibilidad”, alega.

Sus andaduras como poeta comenzaron en el periódico La Prensa de Nicaragua hasta que en 1972 publica “Sobre la grama”, su primer poemario con un tono erótico y feminista, muy revolucionario para aquella época, como la misma artista admite en esta entrevista. Inspirada en escritoras anglosajonas como Virgina Wolf o Angela Davis, su universo literario está plagado de ideas feministas como son los libros “La mujer habitada” (1988), en el que abarca “la participación de la mujer en la historia” y “El país de las mujeres” (2010), una utopía con “mucho humor” y “una visión de lo que podría ser un mundo gobernado” por mujeres, según sus palabras.

“Nicaragua es el amor de mi vida y mi musa” Nicaragua es otro gran protagonista de la obra literaria de Belli: desde la historia de ese país centroamericano hasta los paisajes están plasmados entre la veintena libros y poemarios que ha escrito. “Nicaragua es el amor de mi vida”, admitió Belli. Y procedió a recitar un breve verso de uno de sus poemas: “Nicaragua vos sos mi hombre con nombre de mujer”.

Al ritmo de una oda sentenció: “Mi amor por Nicaragua, amor de la piel, no solamente es un amor patriótico. Es un amor que tengo por las nubes, por lo que está por los labios, por la belleza del país, por su gente, porque tenemos un héroe de poeta (Rubén Darío)”. Lejos de sentirse apátrida tras ser despojada de su nacionalidad en 2023 junto con otras casi 300 personas por “traición a la patria” -inclusive Sergio Ramírez, su “colega de sufrimiento”- , admite que va a seguir escribiendo sobre el Nicaragua: “Es mi musa, incluso”. Forzada a un segundo exilio en España – el primero fue durante la dictadura de Anastasio Somoza-, hoy reflexiona sobre su pasado guerrillero al ser miembro de la revolución sandinista con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido al que perteneció hasta 1993, y la crisis sociopolítica de Nicaragua tras las protestas de 2018.

“Para mí no es el movimiento sandinista el que está en el poder porque el sandinismo era otra cosa. Esto que está haciendo Daniel Ortega (presidente) se llama, o él quiere que se llame, sandinismo y quiere usufructuar toda la historia de lucha. Eso es una dictadura tan mala como la de su entonces (Somoza)”, dictamina. Y concluye: “El sandinismo ya pasó. Fue un momento histórico. No creo que tampoco se deba tratar de reeditar, creo que hay que crear otro tipo de resistencia, otro tipo de oposición democrática”.

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