Una espiral de huesos humanos, restos óseos de una decena de personas que fueron entrelazadas en la muerte hace dos mil 400 años, fueron hallados durante las labores de salvamento que especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizan en la zona de Tlalpan.
Se trata del hallazgo más peculiar que ha realizado en Instituto en la llamada aldea preclásica de Tlalpan, desde que iniciaron los trabajos de salvamento aruqológico en terrenos de la Universidad Pontificia de México, y se suma a otras que dan nuevos bríos a los estudios del periodo formativo en esa área de la Ciudad de México.
El descubrimiento se registró metro y medio bajo el sitio que ocupó el oratorio y es el primer entierro con esa cantidad de individuos reportado a la fecha en la zona, detalló el Instituto, en un comunicado en el que detalló que es la arqueóloga Jimena Rivera Escamilla quien tiene la oportunidad de ampliar el conocimiento de este asentamiento temprano.
Ello, luego de confirmar su periodo de ocupación a lo largo de 500 años, en el llamado periodo Formativo Medio y Tardío, entre las fases Zacatenco (700-400 a.C.) y Ticomán (400-200 a.C.), y que se trató de una de las aldeas establecidas al oriente de Cuicuilco, cuando éste iniciaba su crecimiento y cobraba relevancia a nivel regional.
Para la especialista de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, se puede estar de nuevo ante un momento muy importante para los estudios sobre los periodos Preclásico o Formativo en la Cuenca de México, como lo fue entre las décadas de 1960-1990, cuando se excavaron sitios como Tlatilco, Temamatla y Tlapacoya o Terremote-Tlatenco.
En este milenio, otros hallazgos de contextos preclásicos, como la zona de enterramiento en Zacatenco, próximo al Acueducto de Guadalupe, en 2017; y las exploraciones en Tlalpan, dan nuevas perspectivas a estas investigaciones.
Jimena Rivera comentó que hace dos años tuvo la oportunidad de dirigir el salvamento arqueológico en el número 185 de la calle Benito Juárez, donde se ubicó otra sección de la aldea preclásica de Tlalpan, la cual posiblemente tuvo sus inicios hacia 800 a.C., en la fase Tetelpan.
Estos fechamientos parten de la cerámica asociada a estos contextos y que ha sido ampliamente documentada, por lo que no hay duda que se está ante una unidad doméstica rural del periodo Formativo, con sus áreas de habitación y de entierros. Otros de los indicadores de la temporalidad del sitio son los alineamientos hechos con cantos de río.
En el salvamento arqueológico realizado en 2006 por Alejandro Meraz, en la parte suroeste de los terrenos de la UPM se detectaron 18 fosas troncocónicas. Cabe explicar que estos elementos excavados hasta llegar al tepetate o suelo natural, son llamados así por su forma de cono truncado o botellón, es decir, tienen un diámetro mayor en el fondo que en la boca, y servían como lugares de almacenamiento, depósitos o tumbas, o eran reutilizados para todos estos fines.
Tras cinco meses de tareas de salvamento en la UPM, el equipo coordinado por la arqueóloga Jimena Rivera ha localizado más de 20 fosas troncocónicas, casi todas en una misma área; seis contenían entierros individuales, en su mayoría de adultos. La experta hizo hincapié en los círculos perfectos que lograban quienes excavaban estas fosas, logrando diámetros de 1.20 metros o 1.50, hasta de 1.80 a 2.30 m.
En un frente de excavación aparte, próximo a la barda de un terreno contiguo a la UPM, Rivera Escamilla y su colega, la arqueóloga Martha García Orihuela, descubrieron el entierro múltiple en una fosa con dos metros de diámetro. Se observan los restos de 10 individuos que debieron ser enterrados en un mismo momento, hace más de dos mil 500 años.
Las antropólogas físicas Lucía López Mejía y Sonia Rodríguez Martínez detallan que hasta el momento se han identificado 10 esqueletos, dos corresponden a individuos femeninos y uno masculino, a la espera de determinar el sexo de los restantes. En su mayoría son subadultos (adultos jóvenes), también se encuentra un adulto, un infante que tenía de entre tres y cinco años de edad al momento de morir, y los restos óseos de un niño de meses de edad.
A partir de lo observable, un par de individuos presentan deformación cefálica intencional, también se detecta mutilación dental en algunos casos, patologías como osteocitos en las vértebras y un desgaste dental generalizado. A estos personajes, abundó, les fueron ofrendados cajetes, cuencos, ollas y tecomates, miniaturas y grandes. A algunos les colocaron esferas cerámicas y piedras en las manos.
Rivera recordó que los salvamentos arqueológicos permiten recuperar información sobre las sociedades del pasado, aunque la excavación resulta segmentada o limitada a los espacios donde se erigirá obra constructiva (como es el caso de la UPM), un adecuado registro ayuda —una vez que inicia el análisis— a proponer interpretaciones sobre los procesos, dinámicas y relaciones sociales. La aldea de Tlalpan se suma ahora, con mayor nitidez, al mapa de los asentamientos del periodo Formativo de la Cuenca de México.