La música clásica no es elitista ni para minorías pero tampoco es un “producto de consumo rápido”, sino que requiere un tiempo y una reflexión en la que está su gran valor, reivindica el director Pablo Heras-Casado, quien acaba de estrenar con éxito en la Ópera de Viena un nuevo montaje de Le Grand Macabre.

“No tenemos una posición ventajosa, jamás, porque lo nuestro no es algo mediático. Y ahora lo que prima es lo mediático, lo inmediato. Y lo fácil”, explica a EFE en una charla en Viena antes del estreno el pasado sábado de esta nueva puesta en escena, la primera en la Staatsoper vienesa, de esta rompedora ópera de 1978, la única compuesta por el húngaro György Ligeti (1923-2006).

Con todo, el maestro español (Granada 1977), insiste en que no es pesimista sobre que más gente, especialmente los jóvenes, se interesen por la música clásica y, en general, por la cultura.

Anuncios

Además, reivindica “el pensamiento y la reflexión” que otorga el arte en contraposición al actual debate político y social en el que, dice, “todo se reduce al conmigo o contra mí, al blanco y negro”.

“Para venir a la ópera hace falta tener la disposición de dedicar tres horas a concentrarte en una única cosa y abrir tus sentidos, tus sentimientos y tu mente a otra historia, a otra estética y a otro lugar” para, señala, que no sea todo “comida rápida”.

Heras-Casado, uno de los maestros españoles de más éxito internacional, es director invitado principal del Teatro Real de Madrid.

Desde el conocimiento que le da esa posición, afirma que también en España hay muchas iniciativas para atraer al público joven a los escenarios de música clásica, aunque destaca que podría haber más conexiones con las instituciones educativas.

“Si uno quiere ir a la ópera o a un concierto, existen funciones para público joven, existen ensayos abiertos”, señala.

También en relación a la juventud y la renovación, pero no del público sino de los artistas, Heras-Casado señala “que hay mucha cantera” y hay cada vez más presencia de artistas españoles por todo el mundo.

El director, muy activo en proyectos de apoyo a jóvenes músicos, señala que España exporta mucho talento y que “hay que darle el espacio en las orquestas, en los teatros para que ese talento vuelva”.

Respecto al estreno de mañana, el segundo de la temporada en la Ópera de Viena, Heras-Casado asegura que es una ópera provocadora y vanguardista que es “muy exigente para todo el mundo”, desde los encargados de la escena a los cantantes y el director.

El gran macabro, (Le grand Macabre, en su título original) fue estrenada en 1978.

“Fue una ópera rompedora en su momento, pero sigue siendo de total actualidad por la estética, por el mensaje, por el tipo de técnica que utiliza”, enumera Heras-Casado.

La obra es un análisis de la condición humana, en la que un personaje que se identifica con la muerte anuncia el fin del mundo para acabar con la frivolidad de la humanidad, pero que acaba siendo seducido por ese mismo hedonismo.

En el contexto actual de fragilidad en lo medioambiental, lo político y lo social, dice Heras-Casado, esta ópera habla también de qué es lo que se puede hacer para que la existencia sea más llevadera e “intentar hacernos los unos a los otros la vida lo mejor posible”.

“En esta ópera existe el humor”, dice el maestro, quien asegura que debe estar permitido y es necesario tomarse las cosas con cierta distancia y cierto humor, “a pesar de que sean muy serias”, afirma.

El estreno el pasado sábado fue saludado con aplausos por el público y con buenas palabras por la crítica.

“El (director) español mantiene unida a la orquesta en el podio, no se excede con la parodia, sino que utiliza el humor musical de Ligeti de forma finamente dosificada”, señala la Agencia APA.

“Aplausos unánimes para una interpretación musicalmente brillante bajo la batuta de Pablo Heras-Casado” resume por su parte la velada el diario Die Presse.

Este montaje de Le Grand Macabre tiene a Jan Lauwers como director escénico.

El barítono austríaco Georg Nigl interpreta a Nekrotzar (la muerte), la soprano francesa Sarah Aristidou encarna a Gepopo y el contratenor británico Andrew Watts actúa como el príncipe Go Go. 

Publicidad