El tenor mexicano Javier Camarena (Xalapa, 1976) regresa al Palacio de Bellas Artes como el hijo pródigo que ha conquistado los grandes escenarios del mundo en la última década, luego de presentarse con éxito en las casas de ópera más grandes, como el Metropolitan Opera House de Nueva York, la Royal Opera House y de una exitosa gira por España, que esta semana cerrará las celebraciones por sus 15 años de trayectoria artística.
En esta ocasión interpretará el papel que lo ha convertido en leyenda: Tonio de La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti, con la ejecución de su aria Ah! mes amis y sus nueve do de pecho o notas sobreagudas, con una versión de concierto semiescenificada.
Las funciones se realizarán el 13 y 16 de febrero y estará acompañado de la soprano Rebeca Olvera (Marie), del barítono Josué Cerón (el sargento Sulpice), que también cumplen 15 años de carrera, así como de la mezzosoprano María Luisa Tamez (la marquesa Birkenfeld) y la actriz Florinda Meza, quien actuará como la duquesa de Krakentorp, en un rol que sólo es hablado y servirá de gancho para atraer nuevos públicos.
En entrevista con Excélsior, Camarena reconoció que él mismo hizo la traducción y la adaptación del montaje, debido a que se inclinó por una propuesta que integrara diálogos más coloquiales.
Hice esta adaptación un día antes del concierto que tuve en Barcelona (14 de enero pasado), así que sólo me senté ese día, como a las diez de la mañana, y seguí escribiendo hasta las ocho de la noche. Fue un rato que me agarró la inspiración, porque es un proyecto al que le hemos estado echando muchísimas ganas y lo que puedo decirte es que serán diálogos muy coloquiales, porque para esta ocasión estamos apostando por el acercamiento a un público nuevo”, expresó el tenor de las óperas imposibles.
Lo que queremos es que la gente venga y que tenga una visión distinta de la ópera. Es claro que ésta, por encima de otras óperas, te lo permite, porque es una comedia. Entonces vamos a tener un lenguaje que será más cercano a la cotidianidad de la gente y, seguramente, vamos a tener momentos que los matarán de la risa, así como nos ha sucedido durante los ensayos. Esperamos que tenga ese mismo efecto en el público”, expresó.
¿Por eso incluyeron a Florinda Meza? “Estamos seguros que el público que asista para ver a doña Florinda (personaje de El Chavo del Ocho) quizá no ha visto una ópera y aquí encontrará un espectáculo que le va a llegar de una manera directa”.
Y para todas las grandes mentes que siempre son y serán el ojo crítico de este género, les dejaremos la parte musical (bajo la batuta de Iván López Reynoso), que será de gran calidad. Lo que sí debo decirles es que esta propuesta es para nuevas audiencias, para gente que se acerque por primera vez al género y que se va a sorprender, porque queremos que los enganche y así refrescar el público en el quehacer operístico diario”, añadió.
¿Qué tanto sentido del humor necesita un cantante de ópera?, se le pregunta. “Es complicado, porque el cantante siempre está limitado al guion. Así que en una ópera estás ceñido a lo que éste dice cuando se trata de una ópera dramática o cómica. Pero en los términos del artista y su relación con el público en un recital o un concierto, eso depende de cada artista y de su personalidad.
A mí me gusta tener relación cercana con el público y bromear; me gusta esa cercanía porque es una forma de tener contacto y de agradecer. Así que me agrada hacer bromas y platicar, ya que no tengo un guion preestablecido para lo que digo en mis conciertos, es decir, no hay un gag al que recurra, sino que es algo que me sale y me gusta plantear. Yo creo que el sentido del humor sí es una cosa muy bonita para acercarte a tu público”.
ESENCIA VOCAL
El aria que mayor fama le ha dado a Camarena, incluso en el Metropolitan Opera House de Nueva York, es Ah! mes amis. Sin embargo, el tenor mexicano reconoce que a estas alturas de su carrera no es propiamente la que más lo identifica en la esencia de su trabajo vocal.
Más allá de las arias, el compositor con el que más me identifico es Donizetti; mi debut fue con él y he hecho diferentes óperas de su repertorio, así que esa música es con la que hoy por hoy más me identifico y más pleno me siento.
Pero si he de elegir algún aria… sería la escena final de Lucia di Lammermoor, toda esa escena de Edgardo (donde canta Tu che a Dio spiegasti l’ali). Digamos que, con todas las letras en mayúscula, es algo que amo cantar y disfruto muchísimo; al igual que Seul sur la terre, de la ópera Don Sebastián, de Donizetti, que es otra aria que me fascina y que me encanta sentir con esas vibraciones en mi voz. Ésas son dos que te podría mencionar hoy”, acepta.
¿Qué significa ser el hijo pródigo de Bellas Artes? “Es una bendición y un regalo de la vida el tener la posibilidad de seguir cantando aquí, con este rol, que es bastante complicado. Algo que me llena de dicha y alegría es que vuelvo 15 años después y que ese público que entonces pudo verme y que podría estar en estas funciones, encontrará un artista distinto”.
¿Qué tanto? “Estos 15 años han sido de crecimiento, aprendizaje y de muchísimos sacrificios que me han llevado a aprender tantas cosas que enriquecen mi trabajo y a poder entregarnos en estas funciones, donde estaré junto a Rebeca y Josué, y con el plus de tener a Florinda Meza en un papel actuado”.
¿Será una puesta peculiar? “La propuesta será muy fresca y dinámica, porque todos los diálogos serán en español, y todo esto me llena de una emoción muy particular, pues estoy tan satisfecho de todo lo que he logrado en estos años, aunque me faltan muchas cosas, pero hoy por hoy venir y entregar esto al público de Bellas Artes, aunque sea en dos funciones, es una gran oportunidad”, concluye el tenor mexicano.
Javier Camarena debutó en 2004, como Tonio, en el Palacio de Bellas Artes. Con los años confirmó su reputación, creció con su éxito en la Royal Opera House y en las casas de ópera de Zúrich, Viena, Los Ángeles, Dallas, Chicago, Madrid y Barcelona, por mencionar sólo algunas. Para esta ocasión interpretará La hija del regimiento, pieza que se estrenó en París el 11 de febrero de 1840 y en México el 17 de octubre de 1852, en el Gran Teatro Nacional.