Esta es la primera biografía integral que se publica de Borges en dos décadas. También es la primera publicada tras el fallecimiento de María Kodama, su heredera y responsable de su patrimonio literario desde la muerte del autor en 1986.

He aquí el arranque de la Introducción de Jorge Luis Borges: Un destino literario (Cátedra), de Lucas Adur.

INTRODUCCIÓN

Wilde atribuye la siguiente broma a Carlyle: una biografía de Miguel Ángel

que omitiera toda mención de las obras de Miguel Ángel.

J.L. Borges

«Sobre el Vathek de William Beckford»

Toda literatura es autobiográfica, finalmente.

J.L. Borges

«Profesión de fe literaria»

¿Cómo se escribe una vida? La pregunta por las posibilidades y límites de la biografía inquietó al propio Borges, que ofreció algunas especulaciones y varias respuestas concretas a lo largo de su producción —en textos centrales como Evaristo Carriego o «Pierre Menard, autor del Quijote», en otros laterales como las numerosas «Biografías sintéticas» de escritores que publicó en la revista El Hogar—. Una vida, re- flexionaba el escritor, consta de una cantidad casi innumerable de hechos. Cualquier biografía, por extensa que sea, implica un recorte, una selección: ¿por dónde empezar?, ¿qué escenas privilegiar y abordar en detalle?, ¿cuáles pueden omitirse?, ¿cómo elegir aquellas que marcan hitos ineludibles? Por un lado, esta inconmensurabilidad entre vida y escritura significa que siempre son posibles diversas versiones de una misma historia: como entendió bien Borges en su Evaristo Carriego, no podemos aspirar a contar «la vida», sino «una vida». Por otro lado, el hecho de que toda biografía opere una selección sobre la totalidad de una vida implica no solo limitaciones, sino también decisiones narrativas. Ignoramos si las vidas humanas son destinos o azares, si no son más que una sucesión de momentos o si dibujan una forma, trazan un determinado recorrido. Pero Borges proclamó y practicó que la tarea de los narradores es postular un orden, un sentido, siquiera provisorio, ante el aparente caos del mundo; encontrar imágenes ca- paces de cifrar una existencia, «imaginar que hay un laberinto y un hilo». En esa línea, este libro busca ofrecer la historia de una vida, una versión posible de Jorge Luis Borges, que no se limite al acopio de da- tos, sino que trace un itinerario que, como en el famoso epílogo de El hacedor, dibuje las líneas que permitan reconocer un rostro. La coherencia del relato está dada por la construcción de una obra y de una figura de autor mutuamente complementarias. Es esa búsqueda la que configura un sentido para la vida de Jorge Luis Borges, ese ambicioso proyecto al que todos los otros aspectos de la existencia parecen subordinarse: ser un escritor.

Borges comprendió muy tempranamente que no bastaba con escribir textos para ser un escritor, al menos no la clase de escritor que él quería ser: para renovar la literatura, para fundar una mitología criolla, para imponer una determinada concepción de la poesía o de la narración necesitaba socios, colaboradores, amigos, incluso rivales. Desde joven manifestó una clara conciencia del campo literario, de la red de relaciones que conecta los distintos espacios vinculados con la literatura —las editoriales, los diarios y las revistas, los cafés, los cenáculos, la academia, la crítica— y que son fundamentales para construir una obra y conquistar un lugar en el mundo de las letras. A lo largo de su vida, trabajó muy activamente en esa dirección: integró grupos, fundó revistas, dirigió editoriales, tradujo, preparó antologías, participó en concursos literarios, intervino en polémicas, escribió prólogos, dio clases y conferencias… Buscó constantemente crear o promover espacios para el tipo de literatura que él y sus amigos practicaban en determinado momento, desde la poesía de vanguardia hasta los relatos fantásticos y policiales. Podemos decir que Borges fue uno de los escritores más autoconscientes de la historia. En ese sentido, muchos de los hitos de su vida son literarios. Incluso los que no lo son se procesan literariamente.

Una parte de esta autoconciencia se ve en la cuidadosa y sostenida construcción de su figura de autor —o de una serie de figuras de autor—, que, como dijimos, acompañan la producción literaria. En repetidas ocasiones, declaró que un artista crea simultáneamente dos obras: sus libros y su propia imagen, de la que llegó a decir que puede ser «lo esencial», incluso «más importante que cada uno de los textos que hemos escrito». Esta construcción de su figura fue, en Borges, un trabajo que involucró distintos niveles y estrategias: uno de los funda- mentales fue elaborar y difundir un relato acerca de su propia vida.

El escritor, a lo largo de diversos textos, fue forjando una versión de su historia, a partir de una selección, interpretación y a veces mistificación de ciertos episodios biográficos, que consolidó hacia los años cincuenta. Él mismo se ocupó de propagar esta versión en innumerables entrevistas y de darle una forma más o menos orgánica en su Autobiographical Essay (1970). El relato señala algunos hitos clave que, de ahí en más, resultarán ineludibles para trazar el itinerario vital del escritor: sus antepasados, la infancia en Palermo, la juventud en Europa, el regreso a Buenos Aires, el accidente de 1938, la renuncia a la Biblioteca Miguel Cané, la ceguera y la dirección de la Biblioteca Nacional, la celebridad internacional… En los últimos años de su vida, Borges volvió una y otra vez sobre estos mismos episodios, repi- tiendo, con algunas variantes, la historia que, en buena medida, logró imponer durante décadas como su historia.

¿Qué hacer con este vasto y algo heterogéneo material autobiográfico a la hora de escribir la vida del autor? Por supuesto, no puede ignorarse, dado que, aunque retrospectiva, constituye una narración de primera mano que no solo ofrece datos valiosos, sino perspectivas y valoraciones muy significativas. Pero no puede aceptarse de plano, pues abunda en omisiones, inexactitudes y mitificaciones de ciertos acontecimientos. Es preciso examinarlo críticamente, considerarlo como un relato automitográfico al servicio, como dijimos, de la construcción de una determinada imagen de escritor5. No se trata de «corregir» a Borges, sino de comprender cuáles son las operaciones que realizaba y los efectos de sentido que perseguía en momentos específicos, al contar determinados episodios (o determinadas versiones de esos episodios).

Autor: Lucas Adur. Título: José Luis Borges: Un destino literario. Editorial: Cátedra. Venta: Todostuslibros.com

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