Se cumplen 40 años de la muerte del autor de ‘Rayuela’, creador de lo que se denominó la contranovela. Cortázar tuvo la capacidad de saber ver la magia que puede hallarse en lo cotidiano, el lado fantástico de las cosas sencillas que contó de otra manera, como un juego.

“Hacer de las palabras un juego estético es lo más alto que puede hacer el ser humano”, decía Julio Cortázar que consideraba la literatura como un juego: jugaba con los géneros, con las formas, pero también con el lenguaje y creía en el azar, porque éste “hace muy bien las cosas, mejor que la razón”. 

El argentino Julio Cortázar fue uno de los cuatro escritores iberoamericanos que revolucionaron, -junto al colombiano García Márquez, el peruano Vargas Llosa y el mexicano Carlos Fuentes-, la literatura latinoamericana desde los años cincuenta, principalmente con sus relatos cortos y cuentos, porque aunque novelista y poeta, destacó sobre todo por ser cuentista excepcional. 

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Pese a que no creía en eso que llamaban el ‘boom’ de la literatura latinoamericana, primero -decía- porque odiaba usar términos en inglés, amaba su idioma español, y segundo porque resultaba muy pretencioso, lo que sube como la espuma, baja de la misma manera, pensaba.

40 años sin la magia de Córtazar

El 12 de febrero de 1984 murió en París el escritor argentino Julio Cortázar, uno de los grandes de la literatura latinoamericana tanto por el peso de su creación como por su influencia en autores de ambos lados del Atlántico.  

Este gigantón, hijo de un argentino de ascendencia vasca (diplomático de profesión) y de una compatriota suya con sangre francesa y alemana, nació en la embajada argentina en Bruselas el 26 de agosto de 1914, solo días antes de la invasión de Bélgica por las tropas alemanas en la Primera Guerra Mundial. 

A la edad de cuatro años marchó con sus padres a Buenos Aires, donde vivió hasta 1951. Ese año volvió a Europa para establecerse en la capital francesa, donde trabajó como traductor para la UNESCO y escribió buena parte de su obra literaria más conocida. Aseguraba que en su juventud soñaba con París y que en su vejez añoraba Buenos Aires.

Admirador de Charlie Parker

Amaba el cine y el jazz (tenía debilidad por el saxofonista Charlie Parker, en cuya figura se inspiró para redactar el cuento El perseguidor), así como el boxeo pese a proclamarse un convencido pacifista. Escribió libros como Rayuela (novela considerada por muchos como su obra maestra), Bestiario, La vuelta al día en 80 mundos, Los autonautas de la cosmopista e Historias de cronopios y de famas. 

En todos ellos dejó huella de su originalidad, su profunda sensibilidad y su capacidad para ver el lado mágico de las cosas más sencillas y prosaicas. Siempre mantuvo su compromiso con la izquierda política, que lo llevó a mostrar sus simpatías por la revolución cubana y, pocos años antes de morir, por la sandinista nicaragüense.

Cortázar murió a causa de una leucemia antes de cumplir los 70 años. Está enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse, en la misma tumba en que yace su segunda esposa (Carol Dunlop) -llegó a casarse con tres mujeres-, fallecida solo quince meses antes que él.

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