Uno de los poderes más inverosímiles que tiene el hombre es su capacidad de dar vida (también lo es su voluntad ocasional de resguardarla). De entre los muchos objetos y tecnologías que existen con este fin, existe uno que sobresale por su rareza, una máquina que sirvió para resucitar canarios dentro de las minas de carbón en Inglaterra y que data de 1896. Este particular artefacto se encuentra actualmente en el Museum of Science and Industry de Manchester, Inglaterra, y es testigo de la cercana e inesperada relación que existió, durante algún tiempo, entre los mineros de carbón y los canarios.
Durante un periodo de casi un siglo —entre 1890 y 1980— los mineros ingleses acostumbraban introducir canarios en las minas para detectar la presencia de gases tóxicos, como el monóxido de carbono que es completamente imperceptible para un ser humano. Estos pájaros son especialmente sensibles a estas emanaciones que se generaban, frecuentemente, después de explosiones o incendios dentro de las minas. Tras un desastre de esta naturaleza, rescatistas descendían a las minas con un canario dentro de una jaula de metal o madera; cualquier signo de afectación en el ave era una señal para evacuar la mina.
En esta época también nació el resucitador de canarios, una especie de pecera hecha de metal y vidrio con una puerta circular que se dejaba abierta al ser introducida a la mina; esta apertura tenía una reja para que el animal no pudiera escapar. Si el canario daba signos de envenenamiento, la puerta circular se cerraba inmediatamente y se inyectaba oxígeno por un válvula que provenía de un tanque colocado en la parte superior de la jaula para así revivirlo.
La cruel práctica de introducir canarios a las minas continuó por casi 100 años, cuando en la década de 1980 los canarios fueron sustituidos por la tecnología. A pesar de lo desolador de esta costumbre, resulta esperanzador que alguna vez existió alguien que se tomó el tiempo de inventar un objeto que protegiera, al menos mínimamente, a estos animales; esto no es una sorpresa pues se sabe que muchos mineros desarrollaron un cariño especial por sus compañeros alados. El resucitador de canarios no sólo es una rareza, es un objeto que encarna un inadvertido acto de expiación dedicado a la más delicada de las aves.