Desde hace tiempo se ha discutido la obsolescencia de los museos ante las necesidades de una sociedad que se transforma día con día, sin que este tema llegue a consensos claros; “por el contrario, deberíamos reconocer que sí ofrecen a sus sociedades, sin limitarse a la exhibición de colecciones”, objetó el director del Museo Nacional de Antropología (MNA), Antonio Saborit García Peña.
El historiador brindó la conferencia de apertura del Seminario Patrimonio Cultural. Antropología, Historia y Legislación, organizado por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El ciclo 2023 de esta actividad académica tendrá como eje una tríada que atraviesa nuestra actualidad: “Ideología, política y cultura”.
El coordinador del seminario, Bolfy Cottom Ulim, se congratuló porque a los convocantes: la Dirección de Estudios Históricos y la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, ahora se sume la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. El titular de este centro educativo, Gerardo Ramos Olvera, enfatizó que estas conferencias serán un complemento en la currícula del alumnado, pues “no podríamos concebir el abordaje de nuestro enorme patrimonio cultural, sin comprender los conceptos a que se enfoca este seminario”.
Al exponer el tema Museos. Una historia de tensiones y contenciones, el investigador del INAH, Saborit García Peña, recordó que, a finales de la década de 1950, el Estado mexicano reordenó la estructura de estos espacios, incorporándolos al sistema educativo bajo una nueva visión, basada en el Programa General de Museos para México, elaborado por el antropólogo Daniel Rubín de la Borbolla.
Comentó que la creación del MNA ha sido reducida en el anecdotario a un “capricho” que el entonces presidente Adolfo López Mateos, le cumplió a Rubín de la Borbolla, pues este había sostenido más de una conversación con el entonces secretario del Trabajo y Previsión Social, poniéndole al tanto de la problemática del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, el cual dirigía.
La realidad, dijo, fue más compleja. En el sexenio 1958-1964, detrás de la creación de recintos como los museos nacionales de Antropología, del Virreinato o de Arte Moderno, y el impulso a galerías de pintura o museos privados como el Anahuacalli, estuvo el diagnóstico sobre la situación general de estos repositorios en el país, el cual fue encargado a Rubín de la Borbolla, quien dejó por escrito la necesidad de sustentar la labor museística en dos pilares: la investigación y la docencia.
Antonio Saborit García Peña destacó una frase del informe: El museo es, a la vez, centro investigación y de enseñanza, “con lo cual, el antropólogo advertía que un museo enfocado a una sola de esas áreas terminaría estancado, eventualmente; es decir, con la investigación, el museo se pone al día, mientras que la docencia lo mantiene con un pie en la tierra, en contacto con la sociedad”.
El titular del MNA consideró que ese planteamiento es una clave vigente para la museología del siglo XXI, cuando las nuevas tecnologías permiten hacer públicas más colecciones. En el caso del recinto que encabeza, ejemplificó, se ha realizado una importante labor de digitalización de los acervos de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
En ese sentido, se mostró confiado en que la próxima incorporación del Archivo Técnico de Arqueología al MNA, “va a insuflar vida a la investigación dentro del museo y, a la postre, nos llevará a nuevos planteamientos, tal como lo estamos materializando en la renovación de las salas etnográficas”, finalizó.