Los cuerpos le hablan a Stephen Chbosky (Pensilvania, 49 años), y sus personajes se expresan también a través de sus cuerpos. Una mano que roza un muslo, una cicatriz nunca curada, una nariz rota en una cara magullada a golpes. “Los traumas más poderosos son los que involucran al cuerpo”, asegura el escritor y director de cine. A 20 años de publicar su gran éxito, Las ventajas de ser invisible, el autor norteamericano retoma el camino de la literatura con Amigo imaginario (Planeta), un libro que vuelve a hurgar entre las marcas que dejan en las personas el abuso y la violencia. Su obra, sin embargo, apela a una narrativa contra la soledad: “La literatura sirve para decirle al lector ‘no estás solo, no tienes que enfrentar tus problemas solo”.

La obra de Chbosky pone el foco en las dificultades de los seres humanos para superar el trauma. Sus libros esconden entre las páginas historias que él mismo ha vivido o situaciones que ha enfrentado. Lo acepta, pero no detalla. “En mi vida cotidiana ha habido violencia, en el pasado, entonces hablo de lo que he visto”, cuenta por teléfono desde México, donde ha presentado su última publicación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Lo que no desarrolla sobre su vida, lo hace a través de los personajes. “El abuso sexual crea vergüenza, silencio y miedo al pasado. Modifica la vida de cada víctima de manera diferente. En Amigo imaginario, por ejemplo, vuelve a uno de los personajes increíblemente malo”. Sufrir un trauma puede “prevenir a una persona de perseguir su identidad”, dice, “y eso vale para las problemáticas de género, drogas o la homosexualidad”.

El regreso a la literatura le ha tomado a Chbosky dos décadas y un paso por el cine, en el que dirigió la adaptación de Las ventajas de ser invisible y el musical La bella y la bestia. Su anterior libro, enfocado en la vida de un adolescente retraído que intenta encajar en el mundo, superó los cinco millones de ejemplares vendidos y encontró su éxito entre los adolescentes. El autor asegura que esa obra comenzó, junto a otras como Speak, de Laurie Halse Anderson, una nueva era de publicaciones dedicadas a analizar desde finales de siglo pasado “las realidades que enfrentan los jóvenes cada día”.

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La represión de la sexualidad es una de esas realidades. “¿Cuántas personas viven con vergüenza por ser gays o trans?”, se pregunta. “Son un montón de vidas y un montón de infelicidad innecesaria. Mientras más hablemos de esto, más difícil es sentir que eres el único que tiene que soportar eso. Mientras más rápido aceptemos que la sexualidad toma la forma y variedad de cuantas personas haya en el mundo, más felices seremos”.

En su segunda ficción, que retrata la vida de un pueblo norteamericano frente a la desaparición de un niño de siete años, el autor “buscaba un reto”, algo único que lo desafiara a ponerse en la piel de varios personajes. Inspirada en la obra de Stephen King, de quien Chbosky se reconoce fanático, Amigo imaginario es el resultado de la incursión del autor en el mundo del terror. “King es mi escritor favorito de todos los tiempos. Aprendí de él que la mejor forma de hacer que algo se sienta fantástico es que se sienta real”, cuenta. Para alcanzar ese objetivo, el escritor ha basado la personalidad de sus personajes en años de observar a quienes le rodeaban. “Los personajes y los escenarios son más importantes que la trama, es lo que convierte una historia en memorable”. Los sitúa además en espacios que le son familiares: “King escribe sobre Maine y yo, sobre Pensilvania, que es donde crecí”.

Amigo imaginario es, también, un intento por romper el paradigma de la lectura tradicional. Sus páginas presentan cambios de estilo y tamaño en la tipografía y hasta un juego del espacio con páginas casi en blanco con apenas algunas palabras esbozadas. “Quería que el lector sintiera que había algo entre las líneas, que se sintiera más escéptico hacia el narrador. Es un intento por crear suspenso”.

Tras el éxito de la adaptación de Las ventajas de ser invisible, las ofertas para llevar Amigo imaginario a la pantalla grande no tardaron en llegar. Chbosky, sin embargo, las rechazó todas, al menos hasta saber con certeza si prefiere hacer una serie de televisión o una película. Quiere cuidar todos los detalles al máximo. “Me gusta pensar en todo, pienso que si elijo una música o la otra, le estoy diciendo al público: ‘Hey, esta canción puede cambiar tu vida, puede salvarte”.

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