La escritora estadunidense Rebecca Makkai, aficionada a las historias basadas en los crímenes reales, aborda en su nueva novela, ‘Tengo algunas preguntas para usted’, el papel de la memoria, la complejidad de la verdad o la ambivalencia de la culpa.
“En toda mi obra el tema de la memoria está muy presente. Tengo como una obsesión por la memoria y el recuerdo, aunque creo que es algo natural en todos, porque es lo que nos ha hecho lo que somos y lo que nos ha llevado hasta el presente. Pero te puedes plantear que igual hay una parte que es falsa o que quizá hay datos erróneos, que hay cosas que se pierden por el camino. En esta novela es un tema clave”, afirma en una entrevista con EFE.
La autora, de visita a Barcelona, rememora que cuando acabó ‘Los optimistas’, finalista del premio Pulitzer y cuyos derechos se adquirieron para filmar una película, se planteó crear un relato que fuera “trepidante de leer” y que llegara a un público más amplio, tras abordar en esa obra los estragos que provocó el sida en los años ochenta en su Chicago natal.
En la nueva historia, Bodie Kane, artífice de un pódcast de éxito, es invitada a impartir clases en el internado Granby, donde pasó su adolescencia y donde vivió el episodio más terrible de su vida: el asesinato de su compañera de habitación, Thalia.
El caso vuelve a ocupar toda su vida desde que pone los pies en ese lugar y no descarta que cuando ocurrió el suceso en 1995 podría haber habido equivocaciones en la investigación, mentiras o suposiciones erróneas.
Con los 40 años superados y con hijas adolescentes, piensa que es momento de mirar atrás, algo que también cree que hizo el ‘Me too’: “También nos invitó a hacer, a llevarnos a plantear si hechos que sucedieron en el pasado los interpretamos bien o si el paso del tiempo puede cambiar mi percepción sobre ellos”.
En la novela, se pone de manifiesto cómo el ‘Me too’ llevó a muchas personas a mirar hacia atrás y a revisitar el pasado porque, según Makkai, “hechos que ocurrían, como el acoso sexual o discursos sobre el odio o la crueldad, ahora no se tolerarían. A la vez, cosas que hace veinte años nos molestaban pero de las que incluso reíamos, ahora no nos hacen ninguna gracia”.
Interés desde la Edad Media
La escritora defiende que el interés humano por las historias basadas en crímenes reales no es algo nuevo, sino que en el mundo moderno viene ya de los años veinte del siglo pasado, aunque: “Incluso podemos ir a la Edad Media, cuando a partir de rumores sobre asesinatos, vete a saber dónde, se creaban leyendas o se hacían canciones”.
“En la actualidad, la proliferación es muy importante a través de los medios, muchos de ellos, amateurs, lo que lleva a que cualquier persona si quiere se puede encerrar todo un fin de semana para absorber mucha información y pensar que es un experto”, afirma.
A su juicio, el ‘true crime’ ha contribuido a que se hayan “resuelto casos o a que víctimas más marginales, que no son tan atractivas para la televisión, hayan sido objeto de interés. La aportación de los oyentes o de gente que tiene datos y los da a conocer es positivo para lo que decíamos, la resolución”.
Sin embargo, no obvia que hay una parte negativa, puesto que ha habido gente que ha llegado a “asediar a sospechosos, a volver a traumatizar a víctimas o a hacerlo aflorar todo ante las familias”.
Con el fin de documentarse para la novela llevó a cabo mucho “trabajo de campo”, leyó mucho sobre casos diversos y escuchó podcasts o vio series de televisión, aunque sin querer llegar a ninguna conclusión porque “la literatura no debe tener el objetivo de emitir veredictos, sino de formular las mejores preguntas, las mejor articuladas”.