Efraín Huerta fue un autor multifacético que transitó de la poesía social a la intimista; de los poemas exteriorizados como nota periodística o apunte de lectura a los de forma clásica. El escritor Eduardo Langagne comenta que el lenguaje poético de Huerta (Silao, Guanajuato, 18 de junio de 1914 – Ciudad de México, 3 de febrero de 1982) es, en términos musicales, un continuo caracol sonoro que tiene la partitura de una armonía compleja, contrapuntos y fugas.

En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, recuerdan al Gran cocodrilo a 39 años de su partida, no sólo como un gran poeta, sino también como un importante ensayista, crítico cinematográfico y cronista lírico de la Ciudad de México.

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Al respecto, el escritor David Huerta comenta en entrevista que su padre realizó una transfiguración poética de su experiencia en la capital mexicana, a donde llegó cuando era niño: “Es un testimonio poético de la urbe de la primera mitad de los años cuarenta reflejada en Los hombres del alba (1944); esa ciudad que prácticamente ya desapareció”.

Agrega que, tras la publicación de Absoluto amor (1935), Efraín Huerta irrumpió en la realidad circundante por medio de la acción política y social, para luego abrirse paso por una poesía amorosa, “abierta, franca y a veces provocativamente heterosexual. Eso es lo que le da una continuidad a la poesía de Efraín Huerta”.

David Huerta identifica al creador de Estampida de poemínimos (1980) en diversas etapas de su carrera literaria, la cual superó los 50 años: “Hay varios momentos: los años posteriores a la Revolución Mexicana, la entreguerra, la posguerra. Creo que Efraín fue un poeta muy radical y muy original”.

Para Langagne, el autor de Amor, patria mía (1980) sigue siendo un poeta imprescindible en lengua española, además de que representó un “renovado oxígeno” para su generación. “Seguimos el hilo de sus hallazgos poéticos, de su reflexión sobre la justicia y la firma para la paz, del testimonio de los hombres del alba, que tienen en vez de corazón un perro enloquecido”, señala en entrevista, y comenta que le dedicó un libro ahora inconseguible: “50 poemínimos (1978) del cual el editor Juan Pascoe no imprimió más de 300 ejemplares”.

Asimismo, recuerda que, a sus 35 años, Efraín Huerta logró reunirse con sus admirados “dos Pablos”: Pablo Neruda y Paul Éluard, a quienes había leído desde muy joven. “La poesía de Efraín Huerta logra ser un modelo que seguirán algunas generaciones posteriores, nacidas muchos años después de la publicación de Los hombres del alba”.

Efraín Huerta colaboró como periodista, cronista y articulista en innumerables publicaciones, como El Corno Emplumado, El Popular, Metáfora, Pájaro Cascabel, El Día, Novedades, El Heraldo de México, Revista de Bellas Artes y Revista de la Universidad de México. Recibió la Orden de las Palmas Académicas del Gobierno de Francia en 1945 y el Premio Xavier Villaurrutia por su trayectoria en 1975, entre otros reconocimientos.

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