El arte, la educación, la investigación y los sistemas de salud han demostrado su importancia durante la pandemia, por lo que se deben potenciar los recursos en esos rubros. Si no somos completamente imbéciles, deberíamos reforzar los presupuestos para esas cuatro patas y el desarrollo de esos cuatro sectores, expresa la escritora Rosa Montero, quien terminó de revisar su nueva novela, La buena suerte, al inicio de la pandemia, y ahora llega a las librerías publicada por Alfaguara.
Una de las cosas que vamos a sacar de manera inmediata de toda esta pandemia, por lo menos durante unas décadas, es la importancia de la cultura, la creatividad y el arte, que nos están manteniendo; nos han salvado siempre, pero es bueno ser conscientes de ello y de la importancia de la educación, de lo esencial de la investigación, el desarrollo, la ciencia y los sistemas de salud públicos, añade la periodista española.
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Desde hace unos meses tenemos una situación de shock en el planeta, “es una herida y un trauma tremendos, y nos queda mucho camino todavía, nos queda un par de años hasta cierta normalidad, y luego vendrá la resaca económica, que será como una posguerra. Tenemos que hacer acopio de resistencia y de paciencia.
En España ha sido durísimo; hemos tenido a los muertos en pabellones de hielo porque no cabían en las funerarias, gente muriendo en las residencias sin que su familia pudiera despedirse. Son heridas que tardan muchísimo en sanar, ha sido y es muy duro.
De toda esa situación, de no poder siquiera leer en las primeras semanas del confinamiento, me salvó la propia novela. Se refiere a La buena suerte.
“La literatura siempre te salva. De esta novela había terminado el borrador de trabajo –que es casi definitivo, al que le falta una revisión fuerte– en enero, sin idea de pandemia alguna. Me tocó hacer la última revisión en el confinamiento y la propia novela me hizo aterrizar; volver a la literatura y a la creación me hizo aterrizar más o menos en este mundo y salir adelante.
La revisé cambiando cosas literarias, sin añadir nada que tuviera que ver con la pandemia, y ha salido en estos tiempos tan raros, y coincide con la realidad en algunos temas, como el confinamiento que vive el personaje principal.
La buena suerte “es una novela de misterio, no es thriller, aunque hay policías y delincuentes, pero es un misterio existencial. Lo que nos intriga es por qué hacen los personajes lo que hacen. El libro se basa en ese misterio, en ese hombre al que le ha caído el rayo de la desgracia y vive un apocalipsis; no es sólo que esté mal, es que no está, es que se ha salido de su vida, literalmente, se ha salido del tren y de su vida, que ha descarrilado, por lo que tiene que aprender a recomponer las piezas y reinventar otra vida”.
Por eso, la novela es totalmente pandémica, porque nos está pasando a todos: hemos descarrilado como sociedad, cuando no lo podíamos ni imaginar.
Algunos aprenderemos
“Tengo la sospecha de que después de la Segunda Guerra Mundial hemos vivido como una especie de espejismo de seguridad; desde luego en Ruanda no, pero en otros países sí lo hemos vivido, como si pudiéramos realmente tener una vida segura, pero eso es completamente ilusorio.
Ahora, con la pandemia de Covid-19, comprendemos que no hay certeza en lo absoluto del mañana. Eso es lo que nos ha enseñado, y que vivíamos en ese espejismo de seguridad.
–¿Aprenderemos algo?
–Aprenderemos algunos, otros no. Estos casos extremos sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos. La humanidad aprendió algo –lo pongo para intentar calibrar en qué momento estamos– después de la Segunda Guerra Mundial. Creo que sí que se aprenden cosas, pero no quiere decir que ese aprendizaje dure, ni que realmente cambiemos del todo para bien, pero tengo esperanza de que aprendamos algo.
Así, La buena suerte es una novela de esperanza en nuestra capacidad de aprendizaje, de reinvención, de esperanza en perder el miedo a vivir. Vivir da mucho miedo, nuestros propios sentimientos nos hacen muy vulnerables. Hay personas que por miedo, como Pablo (el personaje principal), se amurallan; me parece que eso es elegir la muerte en lugar de la vida.