Con cada nueva película de Los Vengadores, brota una nueva hornada de seguidores de los superhéroes de Marvel. Y claro, como para no quedar prendido con los superpoderes de Spiderman, la Viuda Negra, Capitán América, Superman, la Bruja Escarlata y compañía. De hecho, si nos preguntasen cuál sería la habilidad del universo Marvel que nos gustaría tener, nos asaltarían muchas dudas. No obstante, y al contrario de lo que pueda parecer echando la vista atrás, el primer superhéroe de la historia del cine no se crió en un barrio de Nueva York, ni vivió una angustiosa juventud en territorio estadounidense. El primer héroe de la ficción en la gran pantalla nació en Francia en 1914.

No obstante, es cierto que el estreno de la cinta se retrasó hasta diciembre de 1916 por culpa de la Primera Guerra Mundial. Por este motivo, habrá quien diga que el primer gran héroe del cine fue The Iron Claw, un vigilante enmascarado que tenía una garra de hierro en uno de sus brazos y cuya película también llegó ese mismo año. Sin embargo, y aunque este personaje tenía más propiedades propias de un superhéroe que nuestro protagonista, Judex ha prevalecido como el primer superhéroe de la cinematografía mundial, incluso por delante del Zorro, que llegó en 1919.

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Sus creadores fueron Louis Feuillade y Arthur Bernède, aunque hay quien atribuye todo el protagonismo Feuillade. En la historia del cine ha quedado para siempre la versión de que este consagrado cineasta francés trató con Judex de desquitarse de las críticas que muchos le hacían de crear en sus películas malhechores sumamente sofisticados, y para ello creó un personajes igual de astuto y despiadado, pero en esta ocasión con buenas intenciones. Así fue como surgió Judex.

Las características de este primer superhéroe del cine, cuando aún era mudo, nos resultan sumamente llamativas. Siempre tratando de ocultar su verdadera identidad, este personaje iba siempre ataviado con una capa negra y un sombrero de ala ancha. Además, tenía su guarida situada en el sótano de un antiguo castillo y utilizaba unos artefactos tecnológicos muy adelantados a su tiempo. Como tal, al contrario de lo que ocurre con superhéroes más contemporáneos como Spiderman, Superman o Jessica Jones, Judex no tenía ningún poder extraordinario. Ni era capaz de volar, ni tenía una fuerza sobrehumana ni mucho menos poseía un sentido que le hubiera atribuido la picadura de algún insecto radioactivo.

Sus principales habilidades era, según algunos, ciertos poderes hipnóticos, así como su destreza para disfrazarse. Además, se trataba de un buen luchador. Visto lo visto, muchos habrán caído en la cuenta de que existen multitud de coincidencias con otro de los heróes más legendarios de la historia de los cómics. Y efectivamente, era como si Batman hubiera llegado a la ficción 23 años antes de que el hombre murciélago de Bob Kane y Bill Finger llegase a las tiendas de cómics.

En el caso de Judex, a quien dio vida en la pantalla el actor René Cresté, había un motivo que le empujaba a perseguir a su enemigo. El motivo por el cual Jacques de Tremeuse, el verdadero nombre de este superhéroe, quería acabar con el banquero Favraux era que había destruido a su familia: llevó a su padre a la ruina y este acabó por suicidarse dejando a Jacques y a su hermano Roger junto a su madre, que pidió a su hijos que vengaran la muerte de su progenitor. Es por esto que Jacques se convirtió en Judex y reunió a un grupo de excriminales y gente del circo que le ayudaran a destruir a Favraux y a su despiadada amante, Marie Verdier. Una trama que también contaba con su parte amorosa, pues nuestro protagonista estaba prendido de la hija de sus enemigos, la joven Jacqueline.

No obstante, esto solo ocurrió en la primera entrega de Judex. En la segunda, este superhéroe de capa y sombrero tiene que enfrentarse a los malhechores que tratan de hacerse con el control de un turborreactor.

Es por ello que, como apunta Chris Gavaler, profesor de la Universidad de Washington y autor del libro ‘On the Origin of Superheroes’, Judex podría ser considerado el nexo de unión entre las tramas de los héroes ‘pulp’, como se conocían a todas las historias que aparecían en las revistas Pulp, y las historias de los superhéroes que a día de hoy han tomado el protagonismo en la gran pantalla. Y es que, si bien “no está claro que Judex sea un buen tipo al principio”, como apunta Gavaler, a medida que la historia avanza y sus motivos se vuelven más puros, el espectador empatiza con el personaje, que aprende a ser el héroe con el transcurso de los episodios.

De la pantalla del cine a las hojas de los libros

Al contrario que la evolución de los superhéroes de Marvel, que han dado el salto del papel del cómic a la gran pantalla, en el caso de Judex el camino fue a la inversa. Después de aparecer la serie de películas que guionizaron y dirigieron Louis Feuillade y Arthur Bernède, algunas de sus historias fueron publicadas en forma de novela. Y no solo eso, sino que ya en el siglo XXI este superhéroe reapareció en dos volúmenes de los cómics de ‘Shadowmen’ de Jean-Marc Lofficier y Randy Lofficier, dedicados a los superhéroes franceses. Estos mismos dibujantes también contaron con Judex en sus siguientes obras, ‘Tales of the Shadowmen’, donde distintos personajes vivían sus peripecias en París.

Ahora los fanáticos de los superhéroes se cuentan por millones en todo el mundo, y cada vez son más los que no pueden evitar la tentación de ir al cine para ver la nueva entrega de la saga de Los Vengadores, motivados por el revuelo en torno a la misma, pero conviene echar la vista atrás. Porque hace 100 años, el primer superhéroe de la ficción tenía que enfrentarse a sus enemigos sin unas habilidades sobrehumanas como las de Hulk, Doctor Strange o Gamora. Pero, pese a todo, conseguían despertar la fascinación de los espectadores de aquel cine donde no había ni diálogos ni los increíbles efectos especiales con los que cuentan a día de hoy las películas. Sin duda, un mérito enorme el de Judex.

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