La Revolución de 1943, de la que se cumplen 80 años este domingo, es un hecho poco recordado pero decisivo en la historia de Argentina, un golpe de Estado que marcó el fin de la denominada “década infame” y dio lugar a una dictadura en la que se gestaría la figura política de Juan Domingo Perón (1895-1974).

El 4 de junio de 1943, el entonces presidente, el conservador Ramón Castillo, abandonó el poder en medio de un alzamiento militar.

“Es un golpe muy importante, pero sobre el que se sabe muy poco y que se diluye en la historia, entre la década de 1930, la llamada década infame, y el surgimiento del peronismo”, señala a EFE la historiadora Miranda Lida, autora, junto al también historiador Ignacio López, de “Un golpe decisivo”, libro que acaba de publicarse y que bucea en este hecho histórico.

Castillo, el último presidente de una seguidilla de gobiernos conservadores sostenidos por el fraude electoral, se aprestaba a imponer a Robustiano Patrón Costas como aspirante propio para las presidenciales de ese año, una candidatura resistida por círculos castrenses y parte de la oposición política y que se frustró por la insurrección liderada por altos mandos militares.

Las crónicas de la época dan cuenta de la avanzada en la neblinosa mañana del 4 de junio de unos 10.000 hombres de la guarnición militar de Campo de Mayo, en la periferia de Buenos Aires, que primero se enfrentaron con efectivos apostados en la Escuela de Mecánica de la Armada y luego prosiguieron su marcha hacia la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino, para tomar el poder.

CONSPIRACIÓN MILITAR

Si bien el golpe fue liderado por catorce generales, un logia nacida entre las segundas líneas del Ejército, denominada Grupo de Oficiales Unidos (GOU), venía pergeñando la conspiración contra Castillo desde marzo con el objetivo de mantener la neutralidad de Argentina en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) -en momentos de creciente presión para que el país fuera parte de los Aliados- y, por otro lado, para prevenir un avance del comunismo.

Entre los miembros del GOU estaba el coronel Juan Domingo Perón, quien luego sería tres veces presidente de Argentina.

“Perón es una figura clave dentro del GOU. Sin embargo, su participación en la insurrección es bastante oscura. De hecho, hay historiadores que afirman que no participó activamente en ella”, dice a EFE López.

Con todo, Perón se convertirá en una figura central y ascendente dentro del Gobierno de facto, en el que se sucedieron como presidentes los militares Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell.

NACE UN LÍDER

En octubre de 1943, Perón asumió como jefe del Departamento Nacional de Trabajo, desde donde empezó a tejer alianzas con el sindicalismo, promoviendo políticas sociales y leyes a favor de los trabajadores.

Un mes después, se convertiría en secretario de Trabajo. En febrero de 1944 sumaría el cargo de ministro de Guerra y en julio de ese año, el de vicepresidente del país.

“Con mucho olfato político, Perón se da cuenta de que tiene algo más para ofrecer que sus pares. Va acumulando poder y comienza a construirse como un líder de base obrera, un recorrido que no fue fácil porque muchos sindicalistas veían a Perón como un miembro más de un Gobierno fascista”, observó Lida.

En octubre de 1945, las reacciones de ciertos sectores al avance sindical y la propia interna militar catalizaron la salida de Perón del Gobierno de Farrell. Terminó preso y a los pocos días liberado en medio de las masivas manifestaciones de apoyo popular del 17 de octubre.

El Gobierno de facto llamó a elecciones y Perón se convirtió en presidente por el voto popular, asumiendo el cargo el 4 de junio de 1946, exactamente en el tercer aniversario de aquel golpe decisivo.

López cree que en cierto sentido el golpe de 1943 “quedó subsumido en la propia narrativa del peronismo”, situándolo como una “revolución nacional y popular” o “el inicio de una nueva identidad política”, cuando en realidad fue un proceso dictatorial con rasgos autoritarios que incluyeron desde la disolución de los partidos políticos hasta purgas masivas de militantes comunistas en sindicatos y universidades.

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