Juana Elizabeth Castro López

Los que viven en esclavitud anhelan la libertad, por eso, celebrar la libertad y entender lo que significa solo es posible cuando se ha vivido bajo esclavitud. Este axioma conduce hacia una analogía que ayuda a comprender la frase del Maestro Jesús, que afirma: “… conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. A continuación se plantea dicha analogía y las distintas consecuencias, respecto a la libertad, al conocer o desconocer la verdad libertadora.

Abraham Lincoln, estaba en contra de la esclavitud y tras su elección como presidente de Estados Unidos de Norteamérica, en 1860, se desató la guerra de Secesión. Los Estados norteños que apoyaban la abolición de la esclavitud se enfrentaron contra los Estados sureños que se oponían a la liberación de los esclavos. Finalmente, después de sangrienta guerra, ganaron los abolicionistas del Norte; quedando legalmente decretada la Abolición de la Esclavitud.

Lo normal sería pensar que ese mismo día todos los esclavos fueron liberados, pero, la historia nos dice que eso no fue así. 

Al transcurrir los días, algunos se fueron enterando, poco a poco, de que ya no eran esclavos e iniciaron todo un proceso de transformación para vivir como hombres libres. Obviamente, al principio no fue fácil.

Sucedió, asimismo, que muchos hacendados sureños, aferrados a la tradicional esclavitud, impidieron que las buenas nuevas de libertad llegaran a oídos de sus esclavos. Dando lugar esto a que muchos, por ignorancia, siguieran viviendo en esclavitud, a pesar de que legalmente ya eran libres.

Increíblemente, también, hubo esclavos que, al enterarse de que eran libres, decidieron voluntariamente seguir siendo esclavos y se aferraron a sus cadenas; porque decían: mis padres fueron esclavos y yo he nacido esclavo y no se hacer otra cosa que ser esclavo.

Hoy sucede igual con la libertad que es en Cristo Jesús. Muchos al saber que son libres del pecado, comienzan a vivir en esta libertad que es en Cristo, iniciándose así la obra divina de crecimiento espiritual en ellos.

Pero, muchos otros, al no estar enterados de la verdad e ignorantes de esta libertad, siguen viviendo como esclavos del pecado; a pesar de que ya son libres de esas ataduras, porque el precio de su libertad ya ha fue pagado por el sacrificio de Jesucristo.

Y, también, están aquellos que, aun conociendo el mensaje de Salvación en Cristo, prefieren seguir esclavos del pecado; porque, para ellos es más fácil y ya se acostumbraron a vivir así.

Aceptar o rechazar la libertad que Jesucristo gratuitamente nos obsequia es una elección personal. Pero, es justo saber que este obsequio gratuito tuvo un costo muy alto.

Sí, es una deuda muy elevada la que genera la humanidad, para con Dios, al incumplir la ley que Él le dio para vivir en santidad y para liberar del pecado y del juicio de muerte eterna a los pecadores. El costo de la deuda debía ser pagado para liberar del pecado al mundo entero, en todas sus generaciones. Este precio tan alto solo la sangre de Cristo lo pudo pagar. Y, Él aceptó  pagarlo por amor al Padre y por amor a nosotros,

Por eso, Dios ha vuelto a señalar un día, un nuevo “hoy”, y nos dice: “Si hoy escuchan ustedes lo que Dios dice, no endurezcan su corazón” (Hebreos). Dios nos habla hoy a través de su Hijo, la Palabra Viva. Él hizo posible que conociéramos la verdad que nos hace libres: “…que de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Somos libres del poder del pecado y de la muerte eterna, por la obra completa de Jesús, consumada en la cruz del Calvario. 

juanaeli.castrol2@gmail.com

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