El auge de las novelas históricas viene dado porque son lecturas que encuentran espacios comunes entre el escritor y el lector, los hechos históricos, según el escritor Antonio Ceballos, que acaba de publicar su novela ‘La casa del francés’.

Una novela, publicada por Almuzara, que su autor ha asegurado en una entrevista con EFE es de “ficción” pero en la que todos los hechos históricos a los que se hacen referencia a lo largo de la misma “son totalmente rigurosos”, aunque “la historia y todos los personajes son completamente inventados”.

A pesar de la ficción, la novela tiene muchos retazos autobiográficos de su autor, nacido en Montilla (Córdoba), donde se desarrolla una parte de la trama, y que en la actualidad reside en el barrio cordobés del Alcázar Viejo o San Basilio, donde viven algunos de sus personajes, por no dejar atrás que una de las mujeres de la novela lleva el nombre de una de sus hijas.

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Se confiesa un “lector empedernido” aunque nunca se ha asomado a campos como el de la ciencia ficción, por ejemplo,  porque no le encuentra un hilo que le atraiga.

Antonio Ceballos ha asegurado que no quería que su novela fuera histórica, “tenía que ser veraz y verídica” y para conseguir eso se servía la historia, y subraya: “Quería hacer una novela sobre todo costumbrista”.

Para Ceballos hay dos características imprescindibles que tenía que tener la que es su primera novela: credibilidad y contraste.

La credibilidad era “fundamental” para él por su profesión de historiador, y buscaba que, aunque los personajes “son inventados, sus historias pudieron suceder así, son tramas propias de la historia de la novela que abarca 50 años entre finales del siglo XIX y principios del XX”.

 Por otro lado, subraya que tenía mucho interés en mostrar el contraste de la sociedad de aquella época, “contrastar dos mundos”.

Por un lado, la vida del francés, esta familia que viene a Córdoba desde Poitiers en el último tercio del siglo XIX. Una familia burguesa, adinerada, con unas costumbres  de clase social elevada que contrasta con otra del barrio de San Basilio o del Alcázar Viejo como se denominaba en aquella época, que sobrevive como puede.

La novela entrelaza la vida de las dos familias al formar parte del servicio de la casa algunos de los miembros de la familia más humilde.

“Busqué el contraste no solo entre esas dos familias, porque los personajes tomaron vida propia y lo que iba a ser una generación se convirtió en dos y me dio tiempo a jugar con el contraste entre las dos generaciones”, añade.

Y por último también el contraste entre la vida en dos países como España y Francia y entre dos localidades como Córdoba, una ciudad media del Sur de España y un pueblo como Montilla con una industria floreciente alrededor del vino.

Antonio Ceballos ha explicado que uno de los hilos conductores de la novela es el vino tanto en Montilla, que es su localidad natal, y que en aquella época ya era potente la economía alrededor de este sector como en Francia, que es donde están los viñedos de la familia del francés.

Lo más complicado para el autor ha sido “ensamblar los personajes”. Esa labor le ha llevado “mucho tiempo”, sobre todo hasta que se hizo con el manejo de los diálogos.

Pero “ensamblar las historias, cerrar las historias me ha costado trabajo porque hay un momento que no sabes muy bien por dónde van los personajes” y eso “es interesante porque hace al lector que siga buscando qué va a pasar”.

Respecto al resultado final asegura: “No cambiaría ni una coma porque he releído y releído. Y me parece que el resultado es el que tenía que ser”.

Eso es porque, subraya,”no  quería un final apoteósico y extraño donde aparezca un personaje que ha desaparecido o algo así. No soy Agatha Christie. Quería algo que fuera creíble porque todas estas cosas pudieron haber ocurrido”.

Su idea era, dentro de la credibilidad, no enseñar el final que ha dejado abierto a una segunda novela en la que ya está trabajando. 

EFE

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