El escritor Leonardo Pádura (La Habana, 1955), ganador de los premios Princesa de Asturias 2015 y cuya obra se ha traducido a por lo menos 10 idiomas, refrendó con orgullo su pasado cubano, su enraizamiento a la tierra en la que han vivido al menos seis generaciones de su familia, y que gozoso plasma en su obra.

Entrevistado por Notimex durante su visita a México para dar a conocer su más reciente novela, “La transparencia del tiempo”, continuación de la saga de su personaje “Mario Conde”, aseguró que puede competir con el también escritor cubano Eliseo Alberto, muerto en México en 2011, quien decía que nadie quiere más a Cuba que él.

“Soy un cubano absoluto, por mi origen, por mis 64 costados; mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos son cubanos. Tengo pasaporte español, porque el gobierno español me lo concedió honoríficamente, pero vivo en el mismo barrio donde nació mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre, nací yo” y han nacido las siguientes generaciones de la familia.

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Algunos miembros de ella han salido del país, fundamentalmente a Estados Unidos, pero su relación con Cuba es total, con el béisbol, la música, destacó.

Y recordó una vivencia: a pesar de no ser religioso, en 1998, cuando el papa Juan Pablo II visitó Cuba y se llevó a cabo por fin la coronación de la virgen de la Caridad del Cobre, patrona del país, que ha acompañado a los cubanos por más de 300 años en sus casas, como lo fue en la suya desde la infancia, lloró.

Precisó que cuando veía por la televisión ese acto, que habían pedido los veteranos de la guerra de independencia cubana de España y se las había concedido El Vaticano, “empecé a llorar, un llanto incontrolable, y no tenía nada de mí, tenía todo el sentido de la pertenencia” a su país natal.

Identidad con lo que ha significado esa imagen para la gente de Cuba, para su madre y su padre, subrayó al dejar en claro que por ello no ha salido del país caribeño, lo que no hará no obstante que ha pasado momentos muy difíciles en lo económico y lo anímico, asentó.

Y “ahí estoy, escribiendo sobre Cuba, en cubano, sobre los cubanos, sus esperanzas y frustraciones”, como se puede leer en “La transparencia del tiempo”, en la que “Mario Conde” es encargado de dar con una figura de la virgen negra que le fue robada a un amigo suyo de la juventud, y de la cual pronto descubrirá que es más valiosa de lo que le han dicho.

Al hablar de esta su más reciente entrega literaria, el también autor de obras como “Pasado perfecto” y “El hombre que amaba a los perros”, entre otras, explicó que se trata de una novela crepuscular, “Mario Conde” está a unas semanas de cumplir 60 años y reflexiona sobre ello, la vida, lo que significa.

Expuso que lo que intentó fue escribir su novela más policiaca posible, con la trama más negra posible, por eso hay un recorrido por una Habana bastante deteriorada, con personajes muy equívocos, que siempre están diciendo algo que no piensan o haciendo algo que no dicen.

Personajes oscuros que al final se rebelan como capaces de traicionar hasta a su propio espíritu, indicó al anotar que también agregó un elemento más conceptual, al incorporar entre capítulos escenas que regresan en el tiempo, en los que narra la vida de “Antoni Barral” y cómo llegó el objeto perdido de la trama a Cuba.

Elemento en el que reflexiona en “el hombre como objeto de la Historia más que como sujeto”, a quien un cambio en ella le altera la vida, y que de alguna manera tiene que ver con una tradición del pensamiento occidental, desde Nietzsche hasta Ortega y Gasset o los existencialistas franceses.

Sin embargo, acotó, “no soy un filósofo, temó mucho cuando se habla de Filosofía en una novela, pero sí hay un sustrato filosófico” en esta obra.

Leonardo de la Caridad Padura Fuentes, su nombre completo, abundó que en esta novela “Mario Conde” está por cumplir 60 años y entonces reflexiona sobre lo que ello significa, lo vivido y lo que falta, pensamientos en los que están también los suyos, porque “somos contemporáneos”.

Hay gente que no reflexiona sobre esta etapa de la vida, hay quienes sí, y se dijo de los últimos, alguien que piensa que en su profesión se requiere fuerza física pero sobre todo mental para desarrollarla, aunque aseguró sentirse fuerte todavía, si bien sabe que el tiempo vital que le queda es menor al que ya ha consumido, “y eso siempre crea un cierto desasosiego”.

Al hablar de ciertos elementos que hay en su novela, como el deterioro físico de la ciudad de La Habana o la reacción de sus habitantes, explicó que el esfuerzo corporal y anímico que despliegan éstos es bastante, consume casi la totalidad de su vida diaria y les resta poco.

En Cuba, recordó, los principales requisitos sociales están resueltos, como la educación, salud y otros, pero existen algunos en los que hay faltantes, como es el caso de la vivienda, de la que hay escasez y en muchos casos deterioro, o la alimentación.

Puso como ejemplo que el salario diario de un empleado público, que representa el 90 por ciento de la fuerza laboral ocupada en el país, es de 20 pesos, pero una col cuesta hoy en día hasta 15 pesos, cuando hace un año valía cinco, ante lo cual la gente ha creado estrategias de supervivencia, “vivir del invento”, como se dice en el país isleño.

Esto ha generado una situación de desgaste mental y un poco también en la moral. “Creo que en la sociedad cubana en los últimos años sí ha sucedido una pérdida de valores morales de muchos ciudadanos que son importantes, (como) la falta de respeto al otro, al derecho ajeno, la falta de urbanidad, comportamientos”, mencionó.

Habló en ese sentido del reguetón, género en el que se ha llegado a extremos de escatología que son realmente asombrosos y que sin embargo es escuchado por todos en su país.

Y ese es su ambiente, el de su obra, porque “soy un escritor físicamente de La Habana, mi universo es Cuba y mi ciudad La Habana, incluso cuando (en la escritura) me voy a otras épocas, a otras geografías, siempre regreso a La Habana de mi presente, de mi generación, en la que he vivido; al mundo cubano en que yo he desarrollado mi trabajo y toda mi existencia.

“Pertenezco a la cultura cubana, soy un escritor cubano, no puedo ser otra cosa y lo practico en cada cosa que hago”, puntualizó el escritor ganador también de premios como el Nacional de Literatura 2012 y el de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos.

Refirió que en su novela existen varios niveles de lenguaje, dependiendo del estrato social, del nivel que tengan hablan de una manera o de otra y se dijo capaz de reproducir esos diferentes estratos porque vive en un barrio popular de La Habana y conoce las expresiones que hay en él.

Pero cuando habla, por ejemplo, el narrador trata de lograr las mejores expresiones posibles, siempre teniendo en cuenta un elemento que es fundamental, la comunicación con el lector, algo cuya importancia la aprendió en su otra labor, la de periodista.

Al referirse al tema religioso en “La transparencia del tiempo”, recordó que hasta los años 80 en su país que una persona profesara o confesara una fe significaba ser visto de una manera particular y en algunos casos que se le negara un trabajo o una carrera en la cual estudiar.

Para la siguiente década, continuó, se empezó a admitir que las personas tuvieran una creencia, y por ello encontraron en la fe una forma de apoyo para sus problemas sociales, materiales; empezaron a dejar ver sus crucifijos, collares de la santería y las religiones protestantes proliferaron.

De esta manera, lo que es raro hoy en día es que alguien no profese alguna creencia, señaló al comentar que las religiones afrocubanas tienen la ventaja de que son más prácticas, no tienen el concepto del pecado, es decir puede haber alguien ruin pero ser bendecido al mismo tiempo por un orisha.

Sobre el tema que podría abordar en su próxima novela, Leonardo Padura expuso que sería sobre el éxodo de cubanos al extranjero, a países de América o Europa; “me atrae poner historias por supuesto interconectadas” de gente en la que cabe todo: quienes han salido pero siguen llevando a Cuba en la piel hasta aquellos que no quieren saber nada de su país natal.

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