Los sitios más emblemáticos del general Emiliano Zapata son también depositarios de la huella de sus pasos perdidos, que lo convirtieron en caudillo y leyenda de la Revolución Mexicana de 1910.

Sus raíces más profundas se encuentran en la casa de Anenecuilco donde nació el 8 de agosto de 1879, y en la hacienda de Chinameca, donde cayó muerto el 10 de abril de 1919 -hoy hace un siglo- ambas en Morelos.

Un recorrido por la ruta de Zapata, promovida en el centenario de la Revolución celebrada en 2010 y todavía vigente, permite recorrer todos estos lugares que explican la evolución ideológica de Zapata como líder agrario, de la lucha por la tierra y como general del Ejército del Sur.

El Gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha declarado 2019 como Año del Caudillo del Sur Emiliano Zapata y su imagen ha sido tomada como uno de los símbolos de la cuarta transformación que abandera esta Administración.

Siendo un niño de ocho años, en su casa natal, Emiliano Zapata presenció la injusticia del hacendado contra el pueblo campesino. “Aquí presenciaron a muy corta edad cómo su padre fue despojado por el hacendado”, relata su bisnieto Édgar Castro Zapata.

Su casa natal en Anenecuilco fue construida por el abuelo Estanislao y en ella, el Caudillo del Sur creció con sus nueve hermanos, siempre bajo la mirada de sus padres.

“Su padre, Gabriel, les dio, les transmitió, el trabajo”, relata su descendiente.

Cerca de allí se puede reconocer el antiguo esplendor de la Hacienda “El hospital”, la cual fue tomada por Zapata al inicio de la Revolución de 1910 y repartirla entre los campesinos, lo que lo convirtió en símbolo del reparto agrario.

En esta hacienda había un túnel para transportar caña de azúcar, “un escenario de los pasos desconocidos de Zapata”, una ruta que el general conocía bien y que usaba como salida alterna para esconderse de las tropas oficiales, indica su bisnieto.

En el panteón civil de Cuautla, Morelos, todavía se reconoce la cripta en la que estuvieron los restos del general Zapata desde su muerte hasta que fueron retirados para ser llevados al mausoleo en la Plaza Revolución del Sur, situada muy cerca del cementerio.

“Aquí estuvo sepultado el general Zapata y hoy es propiedad privada; tratamos de hablar con ellos para rescatar la fosa, (los dueños) tienen el documento de perpetuidad desde 2003”, explica René Trejo Espinosa, encargado de la Dirección de Panteones de Cuautla.

El mausoleo “nos da identidad, nos da sentimiento, carácter de seguir en pie de lucha de muchas cosas que nos han dicho y que no se han cumplido”, señala el funcionario de panteones al mostrar la vieja tumba donde antes yacía el general.

El lugar que concentra mejor que ninguno el sentimiento zapatista es lo que queda de la Hacienda de Chinameca, en la que el caudillo cayó abatido a balazos por la espalda por los hombres del general Jesús Guajardo, de las fuerzas gubernamentales

En este lugar, el 10 de abril de 1919, a las 2 de la tarde, murió Zapata y nació su mito.

La hacienda es hoy el museo del agrarismo de México y punto de partida y meta de sendas cabalgatas anuales que llegan y salen desde el lugar de su muerte.

Bajo el arco del edificio, un Zapata a caballo marca el lugar donde cayó muerto el general.

Según el relato del mexicano Andrés Cintillo Velázquez, un juglar local que vive de contar la historia a los turistas.

“Tú ves cómo le haces, vas a matar a Zapata. Le regaló un caballo, el As de oros, diez carabinas, 10 botellas de mezcal. Le mandaba decir cuando venía y Zapata se quedaba pensando. Coronel le manda recado, venga vamos a hacer fiesta. Está bien, vamos para ver como hacemos las paces”, cuenta este juglar.

Montado en As de Oros, entró a la hacienda y apenas descubrió la emboscada, el general quiso volver, pero al llegar al arco “tenía 14 balazos en la espalda, 14 más su caballo, 14 más sus hombres, más de 200 balazos en la pared si esos agujeros hablaran no me dejaban mentir. De esto que les cuento tiene 100 años”, concluye

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