Lydia Margules, dramaturga y directora teatral, se rodeó de un grupo de actores que a la vez dominan otras áreas del saber humano para crear “Nada que temer”, espectáculo escénico-poético que reflexiona con profunda inteligencia sobre la violencia, desde una revisión de la masculinidad.

Explicó lo anterior al citar al talento. Alexandro Guerrero es filósofo, actor, director de escena, músico y docente; César René Pérez es Licenciado en Teatro con estudios en disciplinas escénicas corporales, dirección teatral y coreográfica; Marduk Serrano es antropólogo, actor y músico; y Karla Villegas, dramaturga, experta en estética desde la Filosofía de la Liberación, el horizonte descolonizador y prácticas artísticas, y tecnología, ciencia cognitiva y arte.

Entrevistada por Notimex, la también maestra Margules destacó que “Nada que temer” parte de una premisa: “El hombre, al constituirse social e históricamente como único representante de la raza humana y establecer una mecánica social de comportamientos, normas, dispositivos y sustentar el poder, desapareció como ser individual y se borró a sí mismo”.

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Desde su perspectiva, ese disolverse en responsabilidades y exigencias de cumplimiento de roles lo imposibilitan para relacionarse consigo mismo. “El cúmulo de imposibilidades que lo confrontan cotidianamente a la presión social, exigencias y responsabilidades que él mismo ejerce sobre sí mismo, son el origen de la violencia en todas sus acepciones, desde la violencia de género hasta la guerra que puede involucrar a más de dos naciones.

Lydia Margules aporta desde la escena un punto de reflexión, que en tiempos convulsos se hace completamente necesario. Interpretada por tres actores: Alexandro Guerrero, César René Pérez y Marduk Serrano, “Nada que temer” parte del poema “Soliloquio del individuo” de Nicanor Parra, y se presenta los lunes y martes a las 20:30 horas, en el Centro Cultural Carretera 45, hasta el próximo 20 de noviembre, informó la entrevistada.

El viernes 9 de noviembre en la Facultad de Medicina de la UNAM, se presentará en el congreso internacional “Revisiones críticas sobre experiencias de intervención con hombres que ejercen violencia contra las parejas y sus familias, y el día 14 en la UAM Azcapotzalco, dentro del congreso internacional “Avance de las mujeres en las ciencias, las humanidades y todas las disciplinas”.

“Nada que temer”, es una aproximación tentativa al estudio del hombre. Original de Karla Villegas y Lydia Margules, es un espectáculo escénico-poético que busca construirse en torno a un cuestionamiento crítico de la violencia desde una revisión de la masculinidad, trazando una línea entre su intimidad y la colectividad. “El lazo de unión entre intimidad y contexto social es la rebeldía”.

Sobre su base en el poema de Nicanor Parra, expresó que en una primera intención buscó diversos poetas cuya obra coincidieran en un fragmento de tiempo histórico entre los años 50 y los 60 del siglo XX, porque justamente ese es el momento de las revoluciones sociales en las cuales de alguna manera aparece el hombre (varón) como víctima de su entorno social.

Por otro lado, ambas creativas tenían la intención de que hubiera poetas de diversas latitudes. “En esa primera selección, estuvieron, por ejemplo, Jacques Prévert, Jack Kerouac y ahí apareció Nicanor Parra y su soliloquio. Al final, fue tan contundente nuestro encuentro con el ‘Soliloquio del individuo”, que sólo quedó él; aclaro: ni en esta obra ni otras en las que he trabajajo con obra poética he intentado o pretendido que la poesía se vuelva teatro”.

En su calidad de estratega de la pieza escénica, dijo que “Nada que temer” no es de ninguna manera una reflexión femenina. “En el proceso de trabajo mi participación fue únicamente en la conducción de la reflexión y la creación a partir de ella que detonaba el propio proceso en el equipo completamente conformado por varones”, subrayó la maestra.

Respecto al trabajo con los actores, anotó que todo el planteamiento de este montaje busca desarrollarse a partir de un encuentro con el cuerpo del actor en su sentido más íntimo e individual. “Esto es, no hay una construcción de personajes en aras de contar una anécdota sino un desarrollo de diversos estados por los que va pasando el ‘individuo’ a través de distintas dimensiones energéticas”.

El proceso creativo duró un año y dos meses. “Atravesamos tres etapas distintas en ese periodo. Lo primero fue el trabajo contextual con Karla Villegas. Era importante entrar al tema desde un mínimo sustento de la teoría en torno a la masculinidad, de manera que trabajáramos sobre ciertos conceptos entendidos para no caer en generalidades”.

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