Julio Scherer, tal vez el mejor periodista mexicano en la segunda mitad del siglo XX, fue un buen nadador no profesional, que miraba a los ojos de sus entrevistados y le aburría hablar de sí mismo.
Son confesiones de María Scherer, hija del respetado cronista, quien extraña los reportajes con investigación de los tiempos de su padre y las crónicas con literatura, cada vez más ausentes en los diarios.
“Deberíamos regresar al periodismo de antaño porque estamos enviciados de la nota rápida y de lo opinativo, con poca investigación y poco gusto por lo literario”, aseguró Scherer este sábado en entrevista con EFE a propósito de ‘Periodismo para la historia’, una antología de la obra de su progenitor (1926-2015).
El volumen de 683 páginas, editado por Random House, hace un recorrido por la trayectoria de Scherer entre 1949 y 1980 y dedica las últimas páginas al legado del periodista, con reflexiones sobre la ética de la profesión.
“En estos tiempos en los que tendemos a compactarlo todo, este libro recuerda el periodismo de antes; el periodismo con pausa, de largas descripciones, cercano a la literatura”, comentó la heredera del fundador de la revista Proceso, fundada en 1976.
El lado no contado del cronista
Julio Scherer no daba entrevistas. Consideraba que su obra hablaba por él, lo cual confirma ‘Periodismo para la historia’.
El libro incluye entrevistas a personalidades del siglo XX y reportajes sobre Kennedy, Argentina, China, Chile y otros temas, pero nunca habla del autor. Eso aumenta el valor de los recuerdos de la hija del maestro, decisivos para armar el retrato del cronista.
María Scherer fija en el entrevistador sus ojos entre verde y terrosos, y confiesa que son idénticos a los de su papá.
“Me miraba y decía: ‘qué bonitos ojos tengo’. Según mucha gente, heredé la mirada de mi padre. Aseguran que la suya era intimidante; no creo que haya sido su intención ser duro; él ponía todos sus sentidos en lo que estaba haciendo y en escuchar”, confiesa María.
Julio Scherer usaba dos máquinas de escribir marca Olivetti, por si se rompía una; nadaba temprano en la mañana y al regresar organizaba sus días a partir de las lecturas y del periodismo.
“Tenía escritores favoritos a los que releyó. Stefan Zweig y Sandor Marai, eran dos; adoraba a los novelistas rusos y en una época más reciente agarró el gusto por los norteamericanos; Norman Mailer y Philip Roth, entre ellos”.
Fue amigo de Gabriel García Márquez y leyó con devoción a los autores del boom, varios de los cuales fueron entrevistados.
Un hombre etéreo
Según María Scherer, su papá se convertía en un hombre etéreo cuando entrevistaba. Jamás interrumpía al otro y preguntaba como si estuviera en una danza.
“Le gustaba conducir al entrevistado para sacarle toda la información que pudiera. No era el suyo un juego de fuercitas; tenía más la idea del baile, aún cuando hiciera preguntas duras”, confiesa la periodista y luego habla del perfeccionismo de Julio Scherer, disconforme con sus escritos al verlos publicados.
Muchos años después de la muerte del fundador de ‘Proceso’, ocurrida en el 2015, la revista sufrió un golpe económico y hace unos meses despidió a unos 40 periodistas
María lamenta los recortes de personal, pero no avala los reclamos de algunos despedidos, quienes alegan que no les pagaron como se debe.
“La gente cuando pierde su empleo, se enoja. Algunos tenían muchos años en la revista y se sintieron agraviados. Yo lo comprendo, pero hay mucha falsedad en las declaraciones de gente que salió molesta por perder su empleo”, asegura.
-¿Hubo justicia a la hora de los recortes de personal?
– Por supuesto que sí.
Antes de los ajustes de plantilla, la revista enfrentó otro reto, dar seguimiento a la noticia de Julio Scherer Ibarra, hijo del patriarca de la publicación, consejero jurídico de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, acusado de supuesto enriquecimiento ilícito.
María acepta que fue algo difícil, pero la revista lo asumió con ética.
“El legado de mi padre está implantado ahí. Los periodistas saben qué hacer, el director, Jorge Carrasco, sabe qué hacer y las portadas del tema están ahí. Por supuesto que fue duro”, reconoce.
EFE