Anticipando el aumento de visitantes que registrarán las zonas arqueológicas del sureste del país que inciden en la ruta del Tren Maya, una vez que este inicie operaciones, en Palenque se avanza en la puesta en valor del área denominada Grupo IV, con el objetivo de abrirlo al público hacia el segundo semestre de 2023.
Los trabajos para la apertura de dicha sección se llevan a cabo mediante el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), impulsado por el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con el objetivo de despresurizar la afluencia en el área nuclear del sitio, así como a mostrar la configuración de los barrios residenciales de esta antigua ciudad.
Desde noviembre pasado y hasta el 31 de julio, un equipo de 25 trabajadores, liderado por el investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México, Rodrigo Liendo Stuardo, emprende acciones de liberación y consolidación en ese conjunto, en coordinación con el titular de los trabajos arqueológicos del Promeza en este sitio, Arnoldo González Cruz.
Aunque el Grupo IV de Palenque –ubicado 300 metros al noroeste del Palacio y el Templo de las Inscripciones, cerca del acceso peatonal a la zona– abarca una superficie de 7.5 hectáreas y aglomera 270 estructuras, se decidió que el barrio conocido como Grupo J sea la nueva área visitable.
“Consideramos que este sector, el de mayor monumentalidad en el Grupo IV, será un ejemplo notable de cómo era la arquitectura en los conjuntos residenciales de Palenque en la época prehispánica”.
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De acuerdo con el arqueólogo, en anteriores temporadas del proyecto del IIA se liberaron y consolidaron tres adoratorios –denominados J3, J6 y J7–, y se atendió parcialmente el llamado J2, de manera que ahora los esfuerzos del Promeza se centran en el J1, la cual representa la estructura más compleja y grande del Grupo J.
J1 es un edificio de dos pisos y 45 metros de frente. Antes de su atención con el Promeza, agrega Liendo Stuardo, fue intervenido en la década de 1950, cuando el arqueólogo Alberto Ruz L’huillier emprendió un salvamento arqueológico durante la construcción de la carretera de acceso a Palenque; luego en los años 90, de la mano de un proyecto del arqueólogo Arnoldo González Cruz, se consolidó aproximadamente la mitad del inmueble.
A partir de piezas como el Tablero de los Esclavos –recuperado en la exploración de los años 50 y que se exhibe en el Museo de Sitio de Palenque– se sabe que J1 fue la residencia de ChakSuutz’, un sajal –noble con participación política y tareas militares– que vivió en la época del gobierno de Kʼinich Ahkal Moʼ Nahb III, entre 721 y 736 d.C.
Coincidentemente, anotó el arqueólogo, la cerámica recuperada esta temporada pertenece a las fases Murciélagos y Balunté, que abarcan de 730 a 850 d.C.
Además de tiestos cerámicos y huesos de animales, como tortugas y venados –que serán estudiados en laboratorio–, los expertos no descartan encontrar entierros humanos en los sectores de J1 que no han sido explorados hasta ahora, toda vez que el patrón de uso de los monumentos del Grupo J fue de culto a los ancestros.
Cabe destacar que, a la par que se interviene la estructura J1, se avanza en la habilitación de senderos para conectar el circuito de visita con la plaza central y las edificaciones principales del Grupo IV, mismas que contarán con señalética que comunicará a las y los turistas la importancia de este conjunto habitacional, el cual, acompañó a Palenque desde su surgimiento, en el siglo V, hasta su abandono en el siglo IX.