Autor: Juan Carlos Talavera

Para Fernando Savater (San Sebastián, 1947), la muerte es un acontecimiento fundamental en la vida de todos los seres humanos, el cual no ha tenido un tratamiento filosófico específico, pese a que tradicionalmente se ha dicho que la filosofía es una especie de preparación para la muerte, dijo ayer durante la charla que sostuvo en el marco de la 40 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) que hoy cierra.

Había una señora francesa del siglo XVII, amiga de Voltaire, muy cínica y estupenda escritora que le decía al francés: ‘¿Prepararse para la muerte?, pero he visto a todo mundo hacerlo a la primera perfectamente’. El problema de la muerte es que no hay nada que decir, es el final de la reflexión”.

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Savater recordó que en su libro Las preguntas de la vida arrancó con el tema de la muerte, pero al ser un libro para jóvenes, “muchos me lo afearon (y pidieron) que no empezara por eso, sino por el amor, la belleza. Sin embargo, uno empieza a pensar por qué se va a morir”.

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El problema es cuando uno se enfrenta a la muerte del otro, a la muerte del ser amado. Mi muerte me ocupa poco porque creo que no estaré ahí, pero cuando sucede la muerte de otro, de quien amas y de quien te importa más que a ti mismo, eso sí te revela la desaparición como algo tremendo, lo que da gravedad a la vida, que hace que la vida es grave”, como le sucedió al escribir La peor parte, donde retrata el dolor por la muerte y la celebración de la vida de su esposa Sara Torres.

La muerte está siempre presente, abundó Savater, y en el caso de la epidemia “la muerte es constante… nadie sale vivo de este mundo con pandemias ni con guerras. Eso es evidente ahora para nosotros, pero ha sido evidente a lo largo de la historia para todos”.

Hay algo de lo que no puedes escapar. Puedes prepararte o intentar olvidarte, pero no escapar. A veces la muerte se hace espectáculo. Hoy vemos enfermos, hospitales llenos de gente y la muerte crea un problema social, porque en este caso es una enfermedad y en otros casos es una guerra o bandas criminales, pero eso es la espectacularización de la muerte. La muerte sigue estando ahí. Como decía Michel de Montaigne, “no nos morimos porque estamos enfermos, nos morimos porque estamos vivos”.

¿Leer le ayuda a aliviar la ausencia? “Para alguien como yo, que la lectura ha sido tan importante en su vida, es el placer más constante, quizá el primer placer que descubrí y el último que voy a dejar de tener. Siempre he estado leyendo y los libros han sido una especie de jardín privado. Yo me salía de la realidad e iba a mi jardín y ahí estaba solo con mis flores y personajes”.

Pero la lectura no es un consuelo. “Para mí no ha habido consuelo. Ahora, es verdad que diariamente me refugio en la lectura y ahora, que prácticamente ya no tengo grandes ocupaciones en la vida, en la mañana me pregunto qué voy a leer, qué libro para la tarde o qué película veré por la noche”.

Son esas cosas que en estos momentos de dolor e incluso en momentos de epidemia, te das cuenta de lo importante que es la cultura. La cultura te da una especie de parque temático íntimo en donde te puedes refugiar y puedes encontrar cosas, pero la persona que carece de cultura no tiene donde refugiarse, está en la intemperie”, afirmó el autor de Ética para Amador, Sin contemplaciones y La voluntad disculpada.

Y concluyó: “El amor sobrevive a la muerte y a lo que haga falta. Hasta que yo muera seguiré enamorado y eso es lo que te causa dolor porque estas enamorado de alguien que no puedes alcanzar. El amor sigue y de esa manera el amor triunfa sobre la muerte a costa de nuestro propio dolor”. 

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