Son las diez de la noche de un lunes común en la cuarentena. Sofía, de cuatro años, tomó tres clases por la mañana, jugó, brincó, realizó actividades extraescolares y ahora está en su cama, dando vueltas sin poder conciliar el sueño. “¡Ya duérmete!”, le dice Gabriela, su madre, tratando de fingir molestia, aunque en realidad es paciente y “no muy estricta con la escuela en casa”.

—Sí, mami, pero dime algo antes: ¿por qué existimos? —la interroga.

Gaby no sabe si reír o responder con un discurso ante semejante pregunta, así que contesta de manera resumida, para lograr su objetivo. Sofía, tras saciar su curiosidad, al menos por el momento, se va dejando llevar por el sopor del sueño.

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De acuerdo con datos del 2019 compartidos por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en México viven casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes, que representan 35 por ciento de la población total. La mayoría vive la cuarentena de acuerdo con las posibilidades de su condición social, educativa, de salud y otros factores que ofrecen un mosaico de vivencias sobre las que aquí reflexionamos en el Día del Niño y de la Niña.

El encierro les sienta bien

A muchos de los y las niñas les costó trabajo, hace seis o siete semanas, asumir la indicación de quedarse en casa. Los primeros días fueron difíciles para quienes pudieron hacerlo, pues se vivía un ambiente de miedo, inseguridad, dudas y retos por explorar. Peques de ambos sexos padecieron cuando menos algunas horas de inquietud al no saber qué les esperaba, pero también una suerte de euforia al entender que no tendrían que levantarse tan temprano para asistir a las clases cotidianas.

Hasta antes de las vacaciones de Semana Santa, la escuela en casa fue compleja y complicada. Casi ningún centro educativo tenía gran idea de cómo estructurar las clases ni por cuánto tiempo sería necesario hacerlo. Las escuelas privadas tuvieron la posibilidad de trabajar casi de inmediato, aprovechando las virtudes de la tecnología, mientras que las instancias educativas públicas esperaron indicaciones oficiales.

“¿Qué es lo que más te gusta de la cuarentena?”, le pregunto a Pablo, quien cumplirá diez años en un par de meses. Lo piensa un poco y después contesta: “¡Que mi mamá no tenga que ir a su oficina a trabajar y esté conmigo todo el tiempo!”. Su sonrisa enorme lo dice todo.

Para las madres trabajadoras, en cambio, aumentó su nivel de estrés debido a las responsabilidades nuevas al tener que dar clases en casa, sobre todo aquellas con hijos en preescolar y primaria, o porque no tuvieron la posibilidad de hacerlo. Por eso, el que a estas alturas de la contingencia se empleen las clases por Zoom y por Canal Once con frecuencia, se agradece.

La frustración puede ser una de las emociones con las que más han tenido que lidiar las y los pequeños. Diana comenta que su niña de kínder está a punto de celebrar su cumpleaños: “Desde principios de año comenzamos con la planeación de una súper fiesta Frozen con sus amigos de la escuela y no fue fácil decirle que por ahora no se podrá hacer. Sin embargo, en mi mente hay una gran celebración en casa para hacerla sentir especial”.

La cuestión de la limpieza de manos e higiene preventiva tiene, también, sus bemoles. El hijo de Car se lavaba las manos muchas veces al día al principio de la cuarentena; “tanto, que tuvimos que esconder el gel”, explica ella. “Ahora ya no lo usa estando en la casa, pero sí lava mucho sus manos, cuya piel ya parece de lagartija. Considero que ya hay estrés en la familia, todos estamos más irritables, cada quien busca su espacio y después de un rato nos volvemos a reunir”, comenta.

En general, lo que más extrañan los estudiantes es poder correr en los patios, ver a sus amigos y amigas, las clases de educación física con deportes diversos, los entrenamientos al aire libre. Sin embargo, poseen una plasticidad cerebral elevada al ser tan jóvenes, lo que les da una mente moldeable que se adapta fácilmente a los cambios que se producen en su entorno.

Cuando el padre o la madre se contagian

Miguel Castillo, especialista en psicología infantil con diez años de experiencia trabajando en centros educativos con niños de aula regular y con autismo, explica que para niños y niñas es muy importante la interacción con sus iguales: “Convivir, coexistir con ellos, verse reflejados en los otros contribuye a la formación de la personalidad. La formación académica, social, emocional y de valores se trabajan en conjunto, por lo que se hace necesario, en estos días, que padres y maestros ayuden a que las y los menores integren en su inconsciente, de la mejor manera, esta experiencia. Que la vean como un aprendizaje”.

Recomienda que madres y padres compartan con ellos algunas experiencias semejantes de su propia infancia. “Por ejemplo, su vivencia tras el temblor de 1985, o cómo era cuando se enfermaban de algo contagioso y debían estar en cuarentena. Esto fortalece su resiliencia. Las actividades lúdicas ayudan a superar la angustia por el momento presente: jueguen, canten, bailen con sus hijos para ayudarlos a pasar de la mejor manera esta circunstancia”.

Algunos chiquillos podrían enfrentarse a la enfermedad de sus progenitores, como le pasa a las dos hijas de Martín Rafael, quien estuvo en cama por neumonía derivada del covid-19. “Este año será muy diferente para ellas. Verme aislado en casa, enfermo, ha sido algo que las ha marcado, pues nuestro mejor regalo es estar juntos. Sin embargo, esto nos ha ayudado a valorar más la vida”, me cuenta.

Esta situación también modifica la conciencia de niños y niñas. Es común que ahora ayuden más en las labores de la casa, ya sea siguiendo indicaciones o por decisión propia. Mateo tiene ocho años y dos papás, Antonio y Jorge, quienes le han organizado una rutina para que haga varias actividades al día, incluyendo la limpieza del entorno. “Entre los tres hacemos el aseo de la casa —explica Toño—; él tiende su cama y recoge su cuarto con nuestra ayuda, vemos películas juntos con toda la parafernalia, como si fuéramos al cine, y nos gusta escuchar conciertos”.

Algunos pequeños, debido al estrés, tienen un mayor deseo de comer que en días regulares. Tomando en cuenta que México es el país con mayor índice de obesidad infantil del mundo, se vuelve importante limitar el consumo extra de alimentos, comida chatarra y azúcares en los infantes en cuarentena.

Pequeños con discapacidades

El hijo de Cintya tiene autismo. Ella cuenta: “Muchas mamis no la están pasando del todo lindo porque tienen hijos e hijas con diferentes discapacidades. Son escolares que también toman terapias constantemente. Las sesiones virtuales complican el trabajo en chicos y chicas que manejan lenguaje de señas, que tienen discapacidad visual u otra diversidad funcional. Hay retos diversos por superar en esta época”.

El cambio de rutina, explican médicos de la Clínica Alemana de Chile, puede hacer que aumente la ansiedad y haya alteraciones de la conducta en niños con trastorno del espectro autista. A ellos les conviene salir a dar pequeños paseos de forma controlada, respetando las medidas sanitarias, para que tengan una mejor calidad de vida y descompriman la tensión dentro de la casa. También se recomienda paciencia, una actitud tranquila, permitir la estimulación física y promover la actividad muscular.

En cuanto a chicos y chicas con síndrome de Down, es importante asegurarse de que reciban todas las inmunizaciones recomendadas para ayudar a prevenir infecciones. Los bebés con síndrome de Down tienen un tasa 62 veces más alta de sufrir neumonía y 12 veces más probabilidades de morir por causa de infecciones no tratadas o no controladas que las demás personas, pues el síndrome genera que bajen las defensas, lo cual dificulta la capacidad del cuerpo para combatir las infecciones.

En YoDown Blog, la mamá de Luciano Reyes, un niño con síndrome de Down, comparte información al respecto. Una hermosa foto en su Facebook muestra a su hijo sosteniendo una cartulina con un mensaje a Hugo López-Gatell: “¿Qué institución va a estudiar el comportamiento del coronavirus en personas con síndrome de Down?”, pregunta. Para su madre, es “importante realizar estudios sobre el comportamiento del covid-19 para saber si es necesario integrar un protocolo adicional en su esquema de salud, el cual ha garantizado una mejor calidad de vida hasta el momento”.

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