El coeficiente de inteligencia ha disminuido desde los años 90, según un estudio de investigadores noruegos. La pérdida de ciertas habilidades en favor de otras y los efectos de una sociedad en declive que no valora el esfuerzo podrían ser los motivos.

Si hay un consenso claro entre el profesorado universitario de cierta edad, tal y como se puede observar frecuentemente en las pausas y cafés de los congresos de cualquier especialidad, es el de considerar que los alumnos universitarios actuales son peores que los de antaño. Tienen un peor coeficiente de inteligencia. Frases como: cada vez vienen menos preparados, cada vez están menos motivados, cada vez son ¿menos inteligentes?… están constantemente en boca de todos. Se puede pensar que los profesores mayores no somos capaces de entendernos con las generaciones nuevas e interpretamos sus peores resultados académicos en términos de falta de capacidad, cuando lo que realmente ocurre es que no somos capaces de actualizar nuestra manera de enseñar para hacerla asequible a las nuevas habilidades intelectuales que han desarrollado, en detrimento de las antiguas. Puede ser, o puede que los que así se expresan tengan razón y verdaderamente la inteligencia en el mundo esté en regresión en los últimos tiempos.

Desde luego, las cosas han cambiado. El desembarco de la era digital, de la informática, de los aparatos que se basan sobre todo en la imagen y en la idea intuitiva, más que en la reflexión o el texto escrito, así como los procesos de fragmentación del tiempo, el aumento de la burocracia, hacen que el ser humano tenga una diferente capacidad de concentración. Este tema enlaza con un libro que leí hace poco denominado Superficiales: lo que internet está haciendo con nuestras mentes, que quizá comentaremos en otro artículo. La tesis del libro es que, en efecto, hemos desarrollado nuevas habilidades al comunicarnos con el mundo a través de nuestro ordenador y de la web. Pero, probablemente, hemos pagado un precio por ello, perdiendo capacidad de introspección, de profundización en los temas y de tiempo de concentración máxima.

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El coeficiente de inteligencia parece ir cuesta abajo
Pero no me quiero andar más por las ramas. Porque este artículo trata de comentar un trabajo científico publicado en la prestigiosa revista PNAS en el que investigadores noruegos dicen haber comprobado cómo el coeficiente de inteligencia (CI) ha disminuido en ese país desde los años 90 hasta ahora.

Algunos medios han dicho que la disminución es de 7 u 8 puntos por generación y otros han despreciado el estudio por inconsistente y engañoso. Acudiendo al trabajo original, intentemos esclarecer que hay de cierto en esto. Lo de los 8 puntos se produciría si la tendencia siguiera muchos años, pues han considerado el cambio generacional en unos 30 años. Pero es dudoso que eso ocurra. No me imagino a la población noruega media en niveles de idiocia dentro de unos decenios.

Pero, por otra parte, el estudio es llamativo por el volumen de muestras utilizado. Se han utilizado 750.000 pruebas de medición del coeficiente de inteligencia, que se hacen sistemáticamente a los jóvenes noruegos de 18 años de edad mientras realizan el servicio militar obligatorio. La prueba es la misma desde los años 70.

En los test de inteligencia, se llama ‘efecto Flynn’ a la observación de que la media del CI crece sostenidamente en un mismo lugar con los años. Se ha observado en todos los países a lo largo del siglo XX y el crecimiento varía entre 2 y 10 puntos por decenio. El efecto no es explicable por motivos genéticos, dada la escasez de tiempo transcurrido, y se asume que se debe a motivos ambientales, como la mejora de la alimentación, mejoras en la educación y en la sanidad. En el caso de Noruega, los valores crecieron desde el 99,5 al 102,3 entre varones nacidos entre el año 1962 y 1975. Pero lo que este informe desvela es que, entre los nacidos en 1975 y los nacidos en 1989, el coeficiente de inteligencia medio ha vuelto a bajar hasta el 99,4, mostrando una posible reversión del efecto Flynn.

Evaluar algo más que el intelecto . Los informes se olvidan de la cultura del esfuerzo diario

Si se pensó en valores o razones ambientales para la mejoría, habrá que concluir que también son razones ambientales las causantes del empeoramiento del índice. Para demostrar eso, los autores del trabajo han estudiado la variación del CI entre hermanos, con lo que dicen eliminar el factor genético. En efecto, los hermanos más pequeños nacidos con años de diferencia tienen peores resultados. Personalmente, no me parece un buen criterio, porque considero que los diferentes hermanos de la misma familia nacen en realidad en familias distintas, con unas estructuras muy diferenciadas, por lo que los factores ambientales que reciben se diferencian mucho, y no solamente por el cambio general de la sociedad con el tiempo. No es lo mismo ser hijo único de padres jóvenes a tener unos cuantos hermanos y padres más mayores.

Compensar la tecnología con el cultivo de otras habilidades
Mucha gente no está muy dispuesta a aceptar el resultado de este estudio. Las contestaciones han abarcado desde la crítica general a los test de coeficiente intelectual, por dejar fuera muchos aspectos de la inteligencia; o al hecho de utilizar los mismos test desde hace años con individuos cuyo desarrollo mental se ha dado en direcciones distintas, desarrollando habilidades nuevas que no se evalúan. Aceptado todo esto, lo que es innegable es que lo que sea que midan estos test está en regresión. Decir que la inteligencia va a la baja, en general, puede ser exagerado, pero que hay aspectos concretos que están empeorando no parece discutible. El tamaño de la muestra y la rigurosidad de los datos lo prueban.

Educar en el presente con habilidades de futuro es el reto del vertiginoso mundo laboral

Sobre los motivos, todo lo que se diga puede ser especulativo. Se apunta en dos direcciones. Por un lado, la mencionada pérdida de ciertas habilidades en favor de otras, siendo las primeras menos necesarias en la vida actual. Y, por otra parte, los efectos de una sociedad en declive, efectos de la vida opulenta y falta de exigencia, relajación de los niveles educativos, pérdida de cultura del esfuerzo, etc. La famosa decadencia de occidente. No estaría mal que la educación primaria y secundaria, en lugar de tratar de subirse al carro de las nuevas tecnologías con tanto entusiasmo, reflexionara sobre la posible necesidad de realizar un efecto compensador de la marea digital que inunda inevitablemente la vida de los estudiantes. A lo mejor el papel del colegio puede, en parte, tener que centrarse en cultivar la lectura, comprensión, escritura, expresión oral, memoria y cálculo mental, por poner ejemplos de elementos que suenan a rancia escuela de pupitres y lapicero. He dicho en parte. Pero a lo mejor me hago mayor.

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