Durante la supervisión realizada por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de los trabajos de introducción de un oleogasoducto, se registró un par de plataformas habitacionales en terrenos de la ranchería Huapacal, las cuales son indicio de un asentamiento maya prehispánico en esta región de la Chontalpa tabasqueña.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Centro INAH Tabasco, elaboró un proyecto de salvamento arqueológico en seguimiento a la instalación de tubería de grueso calibre, en una longitud aproximada de tres kilómetros y una franja de siete metros de derecho de vía, por parte de Petróleos Mexicanos (Pemex).
El coordinador del salvamento arqueológico “Tintal” (nombre de la obra), José Luis Romero Rivera, informa que el par de montículos de arcilla, de dos metros de altura, representan los primeros hallazgos en torno a esta supervisión, e indican la existencia de un asentamiento que no figura en el Atlas Arqueológico de Tabasco, en el cual se tienen registrados 1,730 sitios de diversa índole.
La exploración del área de impacto de la obra, anota el especialista, permitirá el reconocimiento y protección de un sitio que complementa el mapa arqueológico de la región de la Chontalpa, rica por la producción de cacao desde época prehispánica, la cual tuvo su auge hacia el periodo Clásico Tardío (600 a 900 d.C.).
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De acuerdo con el investigador del Centro INAH Tabasco, quien es asistido en campo por los arqueólogos Ariel Tonatiuh Canizales y Grecia Mayalén Pérez Ramírez, el asentamiento se ubica entre dos sitios de importancia: Huimango, explorado en la década de 1950, por Heinrich Berlin; y Comalcalco (a una distancia de 10 kilómetros), el cual ha sido el más estudiado, y con los que comparte rasgos urbanísticos como la arquitectura de tierra, propia de la llanura aluvial tabasqueña.
Las dos plataformas domésticas se localizaron dentro de los primeros 160 metros de la trayectoria del oleogasoducto, y actualmente son motivo de excavación para su registro puntual, a fin de determinar su antigüedad. Asimismo, a través de recorridos de superficie, el equipo arqueológico ha detectado una considerable concentración de materiales cerámicos en el tramo final del trayecto, razón por la que también se excavará.
“Por el momento, no tenemos el conocimiento suficiente para afirmar que se trate de un solo asentamiento de tres kilómetros de largo, coincidente con la ruta del proyecto, o si son dos pequeños sitios.
“La temporada de campo, la cual se extenderá dos meses más, corresponde a la recolección de los primeros datos de un lugar, así que es la primera etapa de la investigación. Será en la fase de gabinete, en la cual se interpretará toda esta información, cuando podremos confirmar o descartar una u otra probabilidad”, puntualiza José Luis Romero Rivera.
El INAH, al ir frente a la obra, está en posibilidad de solicitar modificaciones al trayecto de la misma e, inclusive, pedir que no se utilice maquinaria pesada en el área donde se ubican los vestigios, lo que garantiza su protección y permanencia para futuros estudios, finaliza el arqueólogo.