México.— En el libro Alguien camina sobre tu tumba, la escritora Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) compiló 17 crónicas de sus viajes a cementerios alrededor del mundo; durante 268 páginas describe esos lugares que, más allá de concebirse como un sitio de descanso eterno, resultan históricos y hasta turísticos.

Su amor por los panteones surgió a los 25 años de edad, durante un viaje realizado junto a su madre con destino a Italia. Ahí conoció a Enzo, un joven violinista que la llevó al Cementerio Monumental de Staglieno en Génova, popular porque una de sus tumbas fue portada del disco Closer, y otra la del tema “Love Will Tear Us Apart”, de Joy Division.

La autora ni siquiera era fan de la banda inglesa de post-punk, pero el impacto del camposanto en ella fue sobrecogedor, pues miró un lugar lleno de “estatuas desnudas que bailaban con la muerte”, aunado a un encuentro fugaz con ese chico, que tras esa visita en 1997 —que plasma en “La muerte y la doncella”— inició sus visitas a panteones de Perú, Australia, Alemania y Cuba.

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Mariana Enriquez también dedica un espacio a México, pues en “Los perros negros” narra su paseo por los panteones de Belén y Mezquitán en Guadalajara, ciudad a la cual viajó en 2012; ahí encontró leyendas como la del Árbol del Vampiro y la del pequeño Ignacio Altamirano, cuyo miedo a la oscuridad trascendió después de muerto.

Aunque nunca ha presenciado la tradición de Día de Muertos, la escritora describe parte de los adornos y elementos de las ofrendas, inclusive la portada de su libro hace alusión a ello mostrando seres negros con cabezas en forma de calaveritas de azúcar, que conviven con perros xoloitzcuintles en medio de flores de cempasúchil.

Otras crónicas son “Malacara”, “Acá nadie se muere” y “Estatuas de sal”, de sus visitas a los cementerios de Trevelin (2009), Isla Martín García (2008) y Carhué (2009) en su natal Argentina; la de “El barón en la torre”, de su estancia al que, a su parecer, es el cementerio más bello: Spring Grove, en Ohio, y menciona la visita a la tumba de Elvis Presley en Graceland, Memphis, Estados Unidos.

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