Un grupo de jóvenes de altas esferas sociales, en su mayoría hijos de políticos y empresarios, integran lo que ha dado en llamar el “mirreynato”, una élite de “mirreyes” que se consideran seres humanos aparte del resto de los mortales, advirtió el periodista Ricardo Raphael.

El “mirrey”, acotó, no es sinónimo de junior, es algo distinto, es como un “junior” al que le pusieron polvos mágicos para que creciera mucho; el “junior” es una lagartija mientras que el “mirrey” es un dinosaurio, acotó el también analista político.

Entrevistado a propósito de su libro “Mirreynato. La otra desigualdad”, el académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) aseguró que los “mirreyes” procuran la ostentación, la impunidad, la corrupción, la desigualdad, la discriminación, la movilidad social descompuesta y la mala educación, siete síntomas que explican por qué México está como está.

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En su libro, Ricardo Raphael describe caso por caso un nuevo fenómeno social: el de los hijos de los políticos o empresarios cuyas tres mil familias tienen ingresos de 84 mil pesos diarios, contra los 21 pesos que perciben diariamente más de tres millones y medio de las familias más pobres.

El término, expuso, comenzó́ a utilizarse entre la población más joven de la élite hacia principios de la década pasada; así́ solían llamarse unos a otros los descendientes de la migración libanesa, pero con el tiempo el vocablo ganó residencia en circuitos más grandes, siempre dentro de las altas esferas sociales.

El “mirrey”, sostuvo, no pertenece a una tribu urbana más: se pretende la tribu elegida, la que se coloca por encima de todas las demás. Su estética y sus placeres, su ostentación a la hora de gastar, su exhibicionismo y su narcisismo suelen tener consecuencias.

Es un personaje que intenta volar sobre lo que percibe como un pantano y en el intento por no manchar su plumaje despoja al otro de su dignidad.

No obstante, dijo, el texto está dedicado a estudiar el sistema de valores, de instituciones que produce el “mirrey” más que a estudiar a los “mirreyes”; el libro explora cómo los valores colocados, cómo las instituciones, la impunidad, la ostentación, la corrupción que están generando estos personajes de una elite corrompida, sin rumbo, ambiciosa, habida de vivir de poder y economía”, dijo.

Lo que hago es estudiar estos actos de ostentación, corrupción e impunidad y me encuentro que, en las altas esferas, sobre todo de adolescentes jóvenes, a esos personajes se les llama ‘mirrey'”, añadió.

De acuerdo con el periodista, el “mirrey se asume como un ser humano aparte del resto de los mortales. Al menos dos fronteras lo distancian: una que separa a la alta alcurnia de la baja, y otra que distingue entre las amantes, las novias y las mirreynas.

El primer muro marca una distinción de clase y el segundo, de género; el “mirrey” no sería lo que es si se abstuviera de desigualar en el trato que entrega a sus semejantes. “El iluminado”, “el mamón con mucho orgullo”, “el mirrey” del siglo actual, puede ser porque hay otro que no es.

Para Ricardo Raphael, se trata de una elite quebrada, corrupta y descompuesta, a la cual no hay que quitarle la vista porque son parte esencial de lo que vive el país. “Me atrevo a decir que estamos ante una época de una élite profundamente mediocre e irresponsable de que el país no sea lo que podría ser”, agregó.

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