Autor: JUAN CARLOS TALAVERA

La historia revela que desde la antigüedad los seres humanos se han preocupado por las epidemias. Ya en el siglo V a.C., el historiador Tucídides recopiló información sobre la peste de Atenas, detalla el historiador José N. Iturriaga, autor de Historia de las epidemias en México, quien dedicó su tiempo de confinamiento durante la covid-19 a repasar la historia de México y sus pandemias.

Según su indagación, nuestro país ha registrado cerca de 100 epidemias en al menos 500 años, que van desde la temible viruela, traída por los españoles, hasta catarros pestilenciales, tifoideas, sarampión y una de las más letales: el cólera, en el año 1833.

Los registros del periodo prehispánico no son abundantes, pero sí se detallan algunas epidemias registradas en el Chilam Balam y la Relación de las cosas de Yucatán, en las Cartas de relación, de Hernán Cortés, o en la Historia general de las cosas de la Nueva España, de Bernardino de Sahagún, entre otros.

Esta investigación la inicié el día que me encerré en casa (de Cuernavaca) y comencé en mi biblioteca y en artículos especializados de bibliotecas digitales, pero conforme fui desarrollando la investigación me sorprendí de la cantidad de material, pero noté que el abundante material era especializado y no para el gran público”, detalla.

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¿Qué le dicen las cifras, se le pregunta también autor de Saberes y delirios? “Que simplemente en el siglo XVI, en 1544, hubo una epidemia que pudo ser de tifus y tuvo 800 mil muertos, mientras que hoy en México llevamos cerca de 114 mil a causa de la covid-19. Y a nivel mundial sucedió algo parecido.

Durante la peste negra o bubónica fallecieron cerca de 85 millones de personas, lo que equivaldría al 10 por ciento de la población afectada, mientras que la influenza de 1918 propició la muerte del 5 por ciento de la población en todo el mundo (cerca de 50 millones); y en México se perdió medio millón de habitantes, lo que significó 3 por ciento de los mexicanos, mientras que por covid-19 sólo han fallecido 114 mil hasta el momento, es decir,  30 veces menos que con la influenza de hace un siglo”, asegura.

Sin embargo, este panorama no nos lleva a hacer cuentas alegres o a estar felices con las estadísticas, acepta el historiador. “Sólo es importante dimensionar el tamaño de lo que estamos viviendo y preguntarnos por qué siendo tan mortífera la covid-19, llevamos parámetros mucho menores que en siglos pasados. Eso es por una sencilla razón: por los avances de la ciencia médica en lo que toca a prevención, como sucede con el uso del cubrebocas, porque en siglos pasados no había microscopio ni se sabía de la existencia de microbios, bacterias y virus”, aclara.

LOS PECADOS

Editado por Grijalbo, Historia de las epidemias en México también hace un recuento de las primeras epidemias y nos recuerda que el mundo maya no sólo se extinguió a causa de problemas climáticos y demográficos, sino de alguna enfermedad.

No es una conjetura mía, sino de historiadores, médicos y demógrafos, es la explicación a cómo ciudades como Palenque y Yaxchilán, alrededor del siglo IX de nuestra era, fueron abandonadas en su apogeo arquitectónico, científico, artístico. Lo único que explica su abandono en ese momento es la presencia de alguna epidemia, pero no hay información que así lo corrobore”, explica.

Pero la epidemia que marcó un antes y un después en este territorio fue la viruela.

Hernán Cortés llegó a estas tierras en 1519 y un año después, lo que hoy es la Ciudad de México, fue asolada por una epidemia de viruela que propició la muerte de entre 15 y 20 millones de indígenas (por guerra o enfermedad) incluyendo al emperador Cuitláhuac”, señala.

Un dato interesante que salta a la vista es que no podía atribuirse la viruela a un dios prehispánico. “O quizá, cuando Sahagún trabajaba con sus informantes ya supuestamente evangelizados ellos le atribuían la viruela, recién conocida por los indios a una vieja deidad (Xipe Tótec) en la que aún creían”.

Y recupera un testimonio asentado en las Relaciones indígenas de la Conquista, donde se lee así: “Era muy destructora enfermedad. Muchas gentes murieron de ella. Ya nadie podía andar, nomás estaban acostados, tendidos en su cama. No podía nadie moverse; no podían acostarse cara abajo ni sobre la espalda. Y cuando se movían daban gritos. A muchos dio la muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de granos. Pero a muchos con esto se les echó a perder la cara, quedaron cacarañados, cacarizos. Unos quedaron ciegos”.

Por otro lado, Iturriaga señala que, en muchos textos del siglo XVI, se atribuían las diferentes epidemias a los pecados de las personas.

Fray Jerónimo de Mendieta, en el siglo XVI, tiene un párrafo memorable donde habla de los pecados y las epidemias con las que dios castiga. No me sorprende, pero lo que sí me desconcertó es que en marzo de 2020 un obispo mexicano, en su homilía dominical, atribuyó la covid-19 a la homosexualidad y a otros pecados. Eso sí me sorprendió porque estamos hablando de cinco siglos de diferencia”, dice.

Por último, comenta que en este volumen que también registra importantes enfermedades como la influenza española de 1918, el sida en 1980; la SARS del 2002, así como la gripe aviar y la porcina, hasta llegar a la influenza AH1N1, recuerda que Hipócrates –el padre de la medicina en el siglo IV a.C.–, ya escribía sobre epidemias y que los libros de historia hablan de la peste de Agrigento o la peste justiniana en el siglo VI, que cobró 600 mil vidas en el imperio romano, aunque la epidemia más letal fue la peste negra o bubónica. 

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