Martha Lilia Tenorio Trillo, profesora-investigadora del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México (Colmex), especialista en poesía barroca y dedicada a recuperar el acervo lírico de la Nueva España, destacó que ésta fue una época notoriamente prolífica para la poesía, sin embargo mucha de ella sigue en archivos.

Al preguntarle cómo surgió su interés por tales temas, contestó: “A mí me formó (Antonio) Alatorre”. Cuando tenía 24 años, como parte de su carga académica de la maestría que estudiaba en la Universidad Nacional Autónoma de México, tomó la clase llamada Poesía de los Siglos de Oro, que impartía el destacado y reconocido académico. “La tomé simple y sencillamente porque al trabajar y estudiar, esa clase tenía el horario adecuado, no por especial interés”, relató.

Mientras éste explicó un soneto de Luis de Góngora, ella vio algo parecido a una revelación: “No hay poesía antigua y moderna. Hay poesía, y la antigua no es una pieza de museo que esté para contemplarse y decir ‘¡Qué bonita!, pero no entiendo nada’. No”.

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Fue así como decidió “seguir” a Alatorre, logró ser su discípula y que le dirigiera su tesis de doctorado sobre los villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz, ya en el Colmex. Incluso, posteriormente, escribieron juntos el libro Serafina y Sor Juana. No obstante, él “siguió con Sor Juana eternamente, pero yo sentí que ella había caído en manos de herejes, me alejé y dije ‘no era la única poeta de su época, si surgió es porque había un suelo bastante fértil’ ”, relató.

Con tal premisa, se dedicó a hurgar y rescatar poesía de la Nueva España, y lo primero que editó fue una silva de un poeta del último tercio del siglo XVII, José López Avilés. Posteriormente, le propusieron hacer la antología de Poesía novohispana. “A mí me cayó el mundo encima, porque dije ‘después de lo que hizo Alonso Méndez Plancarte, qué puedo hacer yo’. Él murió y no alcanzó a hacer el siglo XVIII, pero es una obra imprescindible. Sin embargo me dijeron que la tenía que hacer”.

Como se trataba de no repetir lo que hizo Méndez Plancarte, se inmiscuyó en los archivos, encontró material que nadie sabía que existía y la labor le resultó “apasionante”. La antología se publicó en 2010, la comprenden más mil 300 páginas, en dos tomos, que abarcan el siglo XVIII, incluso principios del XIX.

“Sé que si ahorita me meto a los archivos saco otros dos tomos iguales, no tiene fin, porque la poesía era la actividad reina en la Nueva España. Se hacían poemas a la menor provocación (muerte de un virrey, de un arzobispo, llegada de quienes les sustituirían); era una forma de vida social. Porque la poesía barroca, a diferencia de la que vino después, no es el soliloquio del que sufre sino un diálogo civil con tu mundo. Si una logra trabar todas las alegorías e imágenes que hay ahí, te encuentras con un trozo de historia, un momento de la vida en Nueva España.”

Es más, “la poesía de la Nueva España es como una crónica lírica de la Ciudad de México”. Por ello, la investigadora del Colmex decidió seguir leyendo y estudiando a Sor Juana para ella, pero su interés, para evitar meterse en polémicas con los sorjuanistas (los estudiosos de la poeta), está enfocado en conocer otros autores y ampliar el panorama.

¿Por qué debemos leer a Góngora?

Martha Lilia Tenorio imparte el curso “Invitación a la lectura de Góngora y Sor Juana” en la Universidad Veracruzana (UV). El evento es organizado por el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, la Facultad de Letras Españolas y el cuerpo académico (CA) Diálogos Interdisciplinarios en la Literatura Hispanoamericana, en el Salón Blanco y el Aula “Mario Muñoz”, en la Unidad de Humanidades; la primera parte se desarrolló del 17 al 21 de septiembre y continuará del 15 al 19 de octubre.

En entrevista para Universo, explicó que en licenciaturas abocadas a las letras, cuando toca el turno al estudio del Siglo de Oro español, dada su importancia y amplitud, a Góngora “que es el más difícil, tiende a vérsele más rápido o sólo mencionársele”. Incluso, ella ha tenido alumnos de doctorado que saben quién es, qué escribió, “pero no habiéndole leído nunca”.

Para la investigadora del Colmex, Góngora es el poeta más importante en lengua española de todos los tiempos y es indispensable leerlo. Se trata de un parteaguas, pues reunió la tradición hispánica y anunció lo que vendría. “Durante mucho tiempo no se comprendió así, hasta que en 1927, la Generación del 27 recuperó toda esa herencia; pero toda la búsqueda estética moderna del siglo XX ya estaba anunciada en la propuesta artística de Góngora”.

En su opinión, aprender a leerlo es aprender a leer poesía, no importa de qué época y de qué tiempo. Además Góngora, como sus contemporáneos “pero quizá de manera más fuerte y más dialéctica”, se relaciona con la tradición clásica no siempre para obedecerla, a veces para subvertirla.

Góngora, lejos de escribir del yo o del sufrimiento por un enamoramiento, lo hace de historias mitológicas, librescas, como los de su época; la cuestión es que “sólo en él, los tópicos dejan de ser tan convencionales y adquieren nueva vida, porque es un poeta muy original”. Es más, para Martha Lilia Tenorio no sólo es una aspiración estética sino ética, pues es un hedonista que busca gozar de los placeres de todos los días: un chorizo, un vino, un pan con mantequilla.

“Quizá por ser un hombre así, tan feliz, tan gustoso de los pequeños placeres de la vida, no nos guste ahora y nos identifiquemos más con Quevedo, su sufrimiento, amargura y frustración; y no con la alegría de vivir de Góngora.”

La poesía de Sor Juana tampoco se reconocía

La mejor discípula del poeta en mención fue Sor Juana Inés de la Cruz, por ello el curso que imparte en la UV está centrado en una invitación a leerlos. Un dato curioso es que en una investigación que Tenorio Trillo realizó sobre el gongorismo en la Nueva España, descubrió que éste estuvo bien entendido y fraguado por la poeta de mediados del siglo XVII, María Estrada de Medinilla”.

No es casualidad el título de la gran obra de la poeta barroca, Primero Sueño; con él dijo que estaba escrita en emulación de la Primera Soledad de Góngora. No obstante, como a su maestro, pocos la leen aunque muchas personas la conozcan, afirmó la entrevistada.

Incluso, la situación es peor con Sor Juana, toda vez que Góngora no es una figura tan atractiva (señor del siglo XVII que fue cura); mientras ella es una mujer emanada de un estrato social bajo, monja, sabia, a la que iban a visitar los virreyes; por ello, su persona siguió vigente como ejemplo de sabiduría, de estudio, de defensa del derecho de las mujeres, pero no se le reconocía su poesía, se consideraba mala por seguir la estética gongorina. Es más, actualmente a los sorjuanistas “les encanta, les fascina hablar de la vida de Sor Juana y siento que su poesía se relega”, lamentó.

En su opinión, el material para reconstruir la vida de la religiosa de la orden de San Gerónimo es poco y ello conlleva a caer en especulaciones; sin embargo, “lo que sí tenemos y mucho, porque son cuatro tomos, es su obra poética, entonces ¿por qué no verla como poeta? Lejos de estereotipos (feminista, lesbiana, nacionalista), veámosla como poeta, porque eso fue y con lo que ella quería trascender, estoy segura”.

Así como a Góngora, a Sor Juana deberíamos leerla, dijo. Tan sólo el poema de su vida, Primero Sueño, habla de la aspiración del ser humano a saber, a conocer. “Yo creo que es un poema muy entusiasta, habla del amor al conocimiento, de la imposibilidad de saberlo todo, al tiempo que va habla de todo lo que sí sabe: de medicina, de Homero, de la linterna mágica, de muchas cosas. Es un poema muy entusiasta de la curiosidad humana, de la aspiración a saber”.

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