Ciudad de México. En estos tiempos de desolación y desamparo, poetas mexicanos celebraron que la Academia Sueca haya reconocido el trabajo de una colega, la estadunidense Louise Glück, a la que calificaron de “deslumbrante”.

La poeta María Baranda dijo que en un mundo que parece que se está diluyendo, en el sentido más trágico, es importante el Nobel de Literatura a una autora “que abre siempre un sitio al otro lado de la realidad.

“Leer sus poemas es atravesar ese instante en que va a suceder algo. No es fácil lograr una poesía que despliegue ese momento de apertura entre la luz y la tiniebla. Sus poemas se tensionan entre el pensamiento y el silencio, parten de ideas simples pero logran dibujar nuestros peores dramas y abismos.

Anuncios

Te puede interesar: Esto es lo que debes saber sobre Louise Glück, la poetisa estadounidense ganadora del Nobel de Literatura 

“Muchos de sus poemas hablan de la mitología como algo cercano, presencias que transforman su propio horizonte y que padecen su historia y su tiempo, pero que parecen librarse de eso en los poemas de Glück. Ella escribe desde los más íntimos anhelos con una voz sencilla que nos otorga un mundo bastante complejo. Su tono melancólico le permite una mirada en lo que importa: el descubrimiento del ser, de nosotros mismos”.

Margarito Cuéllar, recién galardonado con el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez recordó que la primera vez que leyó el nombre de Louise Glück “fue en la revista Deslinde de Monterrey, en los años 90. El poema se titulaba Para mi madre. Seguramente por el apellido me quedé con la idea de que se trataba de una poeta alemana. Después me fui encontrando poemas suyos sueltos por ahí. Desde ese primer encuentro me queda el flashazo de una poesía intimista que los críticos llaman ‘confesional’.

“Sus poemas son aparentemente sencillos, pero de largo alcance, por lo tanto, de una sensibilidad que al menos a mí me resulta deslumbrante. Sus textos parecen iniciar siempre una conversación. Esta vez la poesía gana. Y que sea una mujer la designada, me encanta”.

La poeta zapoteca Natalia Toledo también manifestó que el Nobel de Literatura haya recaído en una colega, “porque la poesía nos transparenta, muestra de qué esta hecha la humanidad, nos vulnera. Son las palabras que se sienten, que tienen olor, que tienen verdad y belleza. La poesía sale de lo más profundo que tiene el ser humano, de su vida.

“Los zapotecas tienen muchas formas de nombrarla: diidxadó, palabra sagrada; diidxa’ naxhi, palabra que tiene aroma, que invade los sentidos; diihxa’ Guie’, palabra flor, que se abre como una flor; diidxa’ lij, palabra poderosa que contiene verdad, entre otras. En general, la palabra nos hizo personas, por eso tiene un efecto en nosotros.”

El poeta Alberto Blanco comentó que “siempre es un gusto ver que se reconoce el trabajo de una excelente poeta, como es el caso de Louise Glück. Y siempre es de celebrar que la poesía no desaparezca del radar de los lectores y lectoras, que no se piense en la literatura como un asunto que tan solo compete a los prosistas y los narradores. Además, es la primera poeta en recibir el Nobel desde que la gran poeta polaca Wislawa Szymborska lo obtuvo en 1996.

“Un año antes, en 1995, en la nota biográfica que escribí para la generosa selección de poemas de Glück en el Volumen II de Más de dos siglos de poesía norteamericana, una antología publicada por la UNAM, ya señalaba yo lo que ahora, casi con las mismas palabras, ha dicho la Academia Sueca al hablar de este premio: ‘Su poesía, de carácter marcadamente autobiográfico, si bien comparte ciertos temas recurrentes de los ‘poetas confesionales’, se diferencia de ellos por una imaginación exaltada y su muy personal tono’.”

La poeta y traductora Nelly Keoseyan agregó que “es importantísimo que la Academia llame la atención sobre la importancia de la poesía, sobre todo en estos tiempos aciagos en donde no hay espacio para la vida espiritual. La poesía nos lleva a vivir hacia adentro, lejos del barullo, del ruido, cerca del silencio que hemos olvidado escuchar.

“La poesía de Louise Glück siempre me llamó la atención por su estilo particular, por hacer de la vida ordinaria y con palabras de todos los días un mejor lugar para vivir. La fuerza de sus palabras y de sus imágenes es capaz de llegar a toda la gente. Nada de pedantería, ni retórica, aunque de factura impecable, su poesía habla de la vida, nos ayuda a vivir, y solo por eso vale más de lo que cualquier premio pueda darle.

“Hay un libro en particular que me gusta mucho, por motivos histórico-personales: Ararat. Especialmente un poema, con ese título, expresa con pocas palabras simples y con mucha fuerza, lo que puede significar para las víctimas un genocidio, sin mencionar la palabra genocidio. Esa es la pequeña grandeza de la poesía”.

El poeta regio Diego Flores-Jaime, catedrático de la University College London, señaló que es una gran alegría que la Academia sueca premie a la poesía y, además, “premie a una mujer poeta. Este siglo va ya perteneciendo a las mujeres y creo que hay que vivirlo como un gran motivo de celebración.”

El poeta Jorge Fernández Granados consideró que el Nobel de Literatura a una mujer que escribe poesía contemporánea, “de alguna manera es como un equilibrio en el horizonte literario, que no solamente son los grandes novelistas o los autores más visibles, también las figuras que están allí con una gran calidad en su lenguaje y en su obra.

“Tenemos la suerte de que hay algunos libros de Louise Glück traducidos al español, trabajo de un querido amigo, Eduardo Chirinos, desgraciadamente fallecido hace poco tiempo. Hay material de ella al alcance”.

La poeta mexicana Claudia Posadas dijo que le parece fundamental que la buena poesía tenga estos reconocimientos, “porque la palabra poética va al fundamento, a la esencia, independientemente de los recursos o del tipo de expresiones en los cuales se manifieste. En estos tiempos tan complejos, es fundamental recuperar este tipo de esencias y una palabra que busque ese fondo de lo humano y de la conciencia”.

La poeta y traductora argentina Mercedes Roffé, indicó: “Soy muy sensible al recorte que suelen hacer los medios cuando usan la palabra ‘literatura’ y pasan a referirse exclusivamente a la narrativa de ficción. De modo que un recordatorio como este, de que ‘escritor/a’ no significa ‘novelista’, me resulta tan oportuno como feliz. De todos modos, no abrigo la esperanza de que tal recordatorio tenga un largo efecto. Para ello habría que cambiar otras cosas de forma más radical. Pero me alegra profundamente este reconocimiento a la poesía, a una poeta mujer, y a una poeta que, como Louise Glück, siempre evitó tanto los fuegos artificiales como el testimonio directo o fácilmente espontáneo.

“De la obra de Gluck me interesa principalmente el paso que se da en su poesía de la experiencia vivida a la obra de arte, a la obra esmeradamente tallada, pulida y formalmente identificable. Creo que en eso reside gran parte de la admiración, de ese lugar tan especial, que Gluck ocupa en el recuerdo de sus lectores: que los contenidos vitales que pueblan su poesía no se dan sino a través del cedazo del arte, de la forma, de la cuidada construcción de un artefacto tan perfecto como emocionalmente verdadero”.

La poeta, docente e investigadora uruguaya Silvia Goldman, aseveró: “Me ilusiona que el premio lo haya recibido una poeta. Más que pensar en géneros, sin embargo, me gusta pensar en experiencias lectoras.

“El poema nos propone una experiencia de lectura ralentizada, pausada y eso, en este mundo vertiginoso y acelerado, es ya revolucionario. Nos permite, además, esperanzarnos frente al lenguaje, porque en él el lenguaje deviene sitio donde todo puede suceder y porque en él se produce el hallazgo de los nombres y de las palabras que aún no tenemos. Es la escena donde el lenguaje es y sucede como por primera vez. No conozco en profundidad la obra de Louise Glück, pero recuerdo el primer poema suyo que leí traducido al castellano por el gran traductor y poeta Ezequiel Zaidenwerg. Recuerdo haber pensando, luego de leerlo, que su voz exploraba un lenguaje del deseo que me interpelaba tanto por su intimidad como por cierta dureza”.

Publicidad