Una de las piezas más antiguas y hermosas de arte plumario mexicano se presenta por primera vez en el país como parte de la magna exposición La Grandeza de México, que alberga el Museo Nacional de Antropología.

Se trata de una vestimenta litúrgica que desde 1759 está bajo el resguardo de la iglesia de Santa María in Vallicella, en Roma, Italia. Elaborado con plumas de colibrí, seda y lino, el conjunto, que incluye utensilios para misa, es uno de los préstamos más esperados para la muestra que el gobierno italiano realiza.

Al igual que el penacho de Moctezuma es único en el mundo y una de las pocas piezas de arte plumario que se conservan de la época prehispánica, expuso en entrevista con La Jornada Alberto Bianco (Biella, 1969), director general del Archivo de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Roma.

El atuendo se resguarda en un mueble especial de la sacristía de la Iglesia Nueva, como también se conoce al templo de Santa María in Vallicella. Se conforma por una estola, un cubrecáliz, la mitra y casulla.

La plumaria era una de las artes más finas y delicadas del México prehispánico y representó la primera manifestación artística que impactó a Europa y Asia, tras la conquista española.

Bianco detalló que la congregación tiene en total 12 piezas, pero prestaron a México cinco. “Se resguardan en Italia dos juegos de atuendo litúrgico, uno amarillo y otro verde. Trajimos las piezas más restauradas del conjunto amarillo y, para esta muestra, se restauró la mitra verde para que el público pueda apreciar que son diferentes en estilo y en el tiempo. La verde es un poco más antigua que la amarilla”.

De acuerdo con Bianco, quien realizó una amplia investigación sobre el conjunto, existe una diferencia de 10 y 20 años entre las fechas de elaboración de las piezas verdes y las amarillas. Las primeras fueron cosidas, mientras en las segundas usaron algún tipo de adhesivo.

“No sabemos exactamente cómo llegaron la piezas, primero a Lisboa, pero es probable que un nuncio apostólico la obsequió a Roma cuando recibió la vestimenta cardenalista en 1759; después se hizo un análisis antropológico con las plumas y a partir de eso se asume que el conjunto esmeralda es de finales del año 1600 y el amarillo fue elaborado una década o dos más tarde.

“También un ornitólogo de la Universidad de Bolonia analizó las plumas e indicó que provenían de colibríes.” El director del archivo de la congregación explicó que las obras de arte plumario no se exhiben más que a petición de algunos recintos museísticos. En este caso, fueron ellos los que se enteraron de la muestra La Grandeza de México y se acercaron con las autoridades de la embajada de México en Italia para ofrecerlas en préstamo.

“Para traer los conjuntos establecimos la petición de crear unas vitrinas especiales, en las que se regresarán con el propósito de protegerlas, evitar la manipulación directa, y que se puedan exhibir también en Italia.”

Bianco recordó que en 2012 les solicitaron en préstamo dichos atuendos para incluirlos en la exhibición El vuelo de las imágenes. Arte plumario, organizada por el Museo Nacional de Arte (Munal), pero no se concretó. Este año, el público mexicano por primera vez podrá apreciar la fineza con la que trabajaban los artesanos indígenas hace más de cuatro siglos.

Sobre la conservación de las piezas, el archivista italiano consideró que los religiosos de San Felipe Neri tuvieron la visión de guardarlas con todos los cuidados, por ser elementos sagrados y porque llegó un momento en que ya no era bueno usar plumas en la ceremonia.

Más delicadas que el cristal

Para evitar que el plumaje se desprenda y caiga, se hicieron fundas especiales de acuerdo al tamaño de cada una de las piezas.

“No es fácil conservar este tipo de obras y esa es una de las razones por las cuales casi no quedan piezas de arte plumario. Desde hace 20 años estoy a cargo del archivo y cada quinquenio nos encargamos de limpiar la vestimenta. Cuando se iba a realizar la muestra en el Munal en 2012 se restauraron dos piezas y después otras dos; ahora, para la exposición La Grandeza de México se restauró la mitra verde”.

Sobre la importancia de que se presenten por primera vez en México, Alberto Bianco expresó que son bienes culturales únicos e irremplazables. “Un antropólogo en Bolonia, al analizar el estilo en las plumas blancas, comentó que era muy típico de los tarascos, y confirmó que provenían de México. Se trata de piezas únicas en el mundo, de una belleza impresionante, y se nota que fueron vestimenta sólo de cardenales, o clérigos de alto rango, no las portaba cualquier sacerdote”.

El director del Archivo de la Congregación del Oratorio explicó que las plumas representan un elemento de fuerte contenido simbólico-religioso asociado a la divinidad en la época prehispánica, por eso se elaboraron sutiles prendas con la inclusión de ese material.

“Usar plumas para ataviar a sacerdotes católicos hizo que los indígenas participaran en la nueva religión, lo cual convierte las piezas en un elemento de sincretismo.

“En este caso, son los únicos objetos que hemos visto con esas características. En arte plumario se realizaron distintas cosas, pero hay muy pocos ejemplos que sobrevivan en atuendos, y casi ninguno es como los que ahora presentamos. El hecho que llegaran las piezas a un Papa o a un cardenal por sus altos cargos significa una forma de hablar de la dominación de América”, opinó Bianco.

El conjunto de vestimenta sacerdotal (casulla, estola, cubrecáliz y mitra) se incluyó el viernes pasado en la muestra La Grandeza de México, que se presenta en el contexto de la conmemoración de los 200 años de la consumación de la Independencia de México, en el Museo Nacional de Antropología (avenida Paseo de la Reforma s/n, Bosque de Chapultepec). La exposición permanecerá abierta al público hasta finales de abril de 2022.

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