DIVULGACIÓN HISTÓRICA
Por Omar Piña
Trasladémonos a las articulaciones políticas de la sucesión de 1970. Hay un dedazo del presidente en turno para designar al sucesor. Con la unción de Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez emprendió una gira promocional por todo el país con el disfraz de candidato. Los mítines y discursos fueron aderezados con la actuación de grupos musicales y el lema de “arriba y adelante” impregnó los ánimos políticos. Las elecciones sólo fueron un trámite necesario para dar curso legal a la decisión autoritaria.
Pero las condiciones económicas del país marcaban brechas de desigualdad entre la población. Las ciudades estaban en crecimiento por constantes migraciones del campo a las ciudades. También se registró un aumento exponencial de las clases medias con acceso a la educación, cuestión que permitió la expresión del descontento social. La sociedad civil emprende el señalamiento a sus autoridades, surgen guerrillas rurales y urbanas. Las autoridades masacran a sectores descontentos.
Quizá los sucesos de Tlatelolco en 1968 fungieron como un sello que marcó con fuego las dolencias del país donde la sociedad civil comenzó a manifestar su inconformidad y la estabilidad de un régimen mostró la primera fisura.
A partir de 1929 y hasta finales de la década de los 80´s un solo partido político ejerció el poder. Desde el panorama académico, la politóloga Rosa María Mirón Lince ratifica que para el México del siglo XX el autoritarismo fue la característica dominante en aquel periodo. “Se trató de un sistema longevo y funcional que comandó los destinos y decisiones nacionales en que las raíces autoritarias dictaron la esencia, los elementos y hasta los resultados de la política”.
Para entonces, el presidente de la república era la figura protagónica. En él recayeron atributos de liderazgo y amplias facultades con las que designaba a los personajes que ocupaban los cargos públicos a los que se debía llegar por elección popular, según lo establecían las leyes electorales. “El presidente gozó de la capacidad para nombrar al groso de los gobernadores, del Congreso Federal, a los presidentes de los municipios más relevantes y, sobre todo, manipuló a su voluntad el tema sucesorio” aclaró la doctora Limón Lince.
A condición de que funcionara un sistema de imposiciones, en el país autoritario dominaba la estructura que proveía el Partido Revolucionario Institucional. “El modelo político del PRI se basaba en un presidencialismo fuerte donde el presidente tenía un control casi total sobre los tres poderes del Estado” dijo la investigadora. Tales prácticas aseguraron la continuidad de un régimen político que controló la narrativa constante de que era un garante que vigilaba la legitimidad de los ideales provenientes de la revolución mexicana. Por obviedad, el control incluía la severa represión a sus opositores.
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Para mascar a fondo:
AMH (Academia Mexicana de la Historia) (2024) “1970: elecciones sin sorpresas, a cargo de Rosa María Mirón”, 7 de octubre, <(18) 1970: Elecciones sin sorpresas; a cargo de Rosa María Mirón – YouTube> consultado el 22 de agosto de 2025 (video).










