Uno de los fenómenos más recurrentes que surge en internet es la creación de rumores virales, los cuales se propagan con mayor velocidad cuando precisamente una persona u organismo quiere silenciar la publicación de una fotografía, video o el estado de alguna red social. Estas acciones logran en ocasiones, el efecto contrario al ser esta más divulgada y con mayor alcance de la que se pretendía tener.
Conocido como el Efecto Streisand, este fenómeno adquirió precisamente su nombre cuando en el 2003 la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand realizó una millonaria denuncia contra un fotógrafo (Kenneth Adelman) que utilizó una fotografía aérea de su residencia en California alegando violación a su privacidad.
La fotografía, tomada con el fin de demostrar la erosión en la costa californiana, mostraba la casa sin saber quien era su dueño. Sin embargo, después de la denuncia y el intento de censura hecha por la misma Streisand, la imagen se volvió viral y con gran repercusión en los medios.
El intento de la Iglesia de la Cienciología de eliminar un video de Tom Cruise a través de un reclamo de derechos de autor, que resultó en la creación de una campaña completa anti-cienciología (el Proyecto Chanology) o bien la decisión de la Corte Suprema del Reino Unido de bloquear el acceso al sitio PirateBay, que logró incrementar el número de visitantes en 12 millones, se unen a la lista de casos del efecto Streisand.
No obstante, es importante acotar que este fenómeno se ha ligado de igual manera a las características de las redes sociales y las noticias falsas o fake news, ya que muchos de los contenidos publicados contienen datos inexactos o falsos que llegan a confundir al público respecto a la veracidad de la información.
La democratización del anónimato y las características de atracción o miedo de perderse algo de lo que los demás están hablando, hace que las personas busquen automáticamente el contenido restringido.
Así lo señala la antropóloga Desiree Mora, quien además destaca cómo el anonimato en Internet se ha normalizado gracias a la capacidad de hacerlo sin peligro de arriesgar la integridad física.
Para la especialista, actualmente las personas son más crédulas que nunca, ya que pocas veces realizan contraste de información, lo que ha marcado aun más la necesidad de una alfabetización digital según indica. “Actualmente las masas tienen un gran poder de información que se utiliza muchas veces de manera no adecuada. Podemos comparar esto con la energía nuclear, que utilizada con los fines apropiados tiene múltiples beneficios, pero si se utiliza como una bomba atómica puede generar un gran caos”, explica.
Para Laura Queralt, coordinadora de la Oficina de Equidad de Género del TEC en Costa Rica, los contenidos expuestos en contextos digitales puede ocasionar difamaciones o crear argumentos falsos que puedan hacer daño a una persona en cuanto al desprestigio en el espacio laboral o personal.
“Internet es un medio de ‘desahogo’ principalmente en espacios muy autoritarios donde la cultura de denuncia formal no es tan aceptada y más bien se legitima a las personas que ejercen violencia o discriminación. Este es un medio que adquiere un poder subjetivo que si trata de eliminarse o controlarse de forma coercitiva podría generar más bien el efecto Streisand y volverse más fuerte”, indicó Queralt.
La Coordinadora concluyó que como parte de las desventajas de este tipo de denuncia está que con el pasar del tiempo, la misma puede ser olvidada o incluso desvalidada justamente porque es anónima y la persona que se denuncia sigue en sus espacios sin ningún impacto formal.