El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México suspendió una restauración no autorizada que se llevaba a cabo en la capilla barroca de la exhacienda de Arroyozarco, ubicada en el pueblo mágico de Aculco, en el Estado de México.

La institución informó que conoció acerca de la intervención no autorizada por una denuncia ciudadana que fue realizada a través de las redes sociales; lo que llevó a que personal especializado en conservación, monumentos históricos y asuntos jurídicos, adscritos al Centro INAH del Estado de México, realizaran una visita a la capilla, donde confirmaron lo sucedido y procedieron a la suspensión de la restauración.

“En la inspección se determinó la aplicación de pintura, por personal no especializado, a secciones del mural histórico —cenefas y remate—, localizadas en la parte media superior de los muros laterales de la nave. La afectación abarca un área aproximada de 2 metros cuadrados”, detalló el INAH.

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La alerta en redes sociales, concretamente en Twitter, fue hecha por el historiador Javier Lara Bayón, quien comparó la restauración en la capilla de Aculco con el famoso caso del Ecce Homo que fue intervenido por una señora en el pueblo español de Borja.

En su denuncia, informó que la intervención en la capilla de Aculco era realizada por Amanda Quintana, quien se define como una “artista visual y tatuadora”.

“Con total irresponsabilidad decidió restaurar la pintura mural de Arroyozarco y el resultado es desastroso”, dijo Bayón.

De acuerdo con el historiador, esta capilla, dedicada antiguamente a Nuestra Señora de Loreto, es una construcción del siglo XVIII levantada por los jesuitas y se trata de un edificio lleno de historia que está ubicada en un punto importantísimo del Camino Real de Tierra Adentro, ruta que unía los territorios del norte con la capital del país y fue utilizada entre los siglos XVI y XIX.

Comentó, además, que en 1997, mientras se hacía la restauración de la cubierta de la capilla, se descubrieron restos de la pintura mural que la adornó en el siglo XVIII, semioculta después por una nueva capa de pintura mural del siglo XIX.

Entonces, se dejaron testigos de las dos épocas en la parte superior del muro, cercana al techo, como, por ejemplo, un remate barroco que pudo ser de un retablo fingido o de una hornacina pintada en el muro en tiempos de los jesuitas y la cenefa que es de una época posterior, neoclásica y del siglo XIX.

El INAH señaló que en los próximos días, los expertos en conservación y restauración tendrán el diagnóstico detallado de la intervención y la propuesta de resarcimiento de daños.

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