Para Claudio Zamora Callejas de 51 años, originario del pueblo de Santa Rosa Xochiac en la delegación Álvaro Obregón, la quema de los “chimos” o Judas” es una tradición que se niega a desaparecer, es un rasgo de identidad que se preservará a lo largo del tiempo.

En entrevista con Notimex, el productor y artesano relató como es el proceso de fabricación de estas enormes figuras. Los “Judas” son elaborados con carrizo, varas de garambullo, engrudo, hilo y papel reciclado que proviene principalmente de costales de cemento y harina de maíz.

La palabra “chimo”, que en náhuatl significa “niño travieso o inquieto” representa para Claudio una tradición que conoció cuando aún era pequeño. Para él no es una tradición inventada pero reconoce que durante algunos años estuvo a punto de desaparecer.

Anuncios

Por primera vez, el atrio de la Iglesia de Nuestra Señora de Lima no será sede de la quema de estos “chimos”. Las afectaciones provocadas por el sismo del 19 de septiembre del año pasado y la creciente afluencia, obligaron a los organizadores a cambiar de lugar, por lo que este año el campo de futbol Máximo Silva se convertirá en el escenario donde se llevará a cabo la celebración.

Será este Viernes Santo en la Plaza Hidalgo, ubicada en el centro del pueblo, donde se reunirán todos los grupos participantes con sus esculturas para exhibirlas y mañana, en Sábado de Gloria, desfilarán hacia el campo deportivo para su quema.

Antes de que brille la primera chispa de luz y sea encendido el primer cohete, el párroco del pueblo, el padre Enrique oficiará una misa histórica ante más de mil personas, cifra que año con año se supera gracias a la devoción y entusiasmo de los asistentes.

La celebración litúrgica comenzará a las 20:00 horas y al concluir, tiene lugar la tradicional quema de los “Judas”, pertenecientes a los cuatro grupos principales, el resto de las figuras se queman en distintos puntos del pueblo.

Los “chimos” no han cambiado a lo largo de los años, las figuras de “diablos” prevalecen en la festividad, la religión católica y los mismos organizadores así lo quieren.

Fue un pequeño grupo de jóvenes motivados por rescatar y promover la tradición, los encargados de dar continuidad a este festejo.

Para Claudio, todos estos años que lleva viviendo en el pueblo, son suficientes para amar y conocer de primera mano sus tradiciones.

Detalla que él y toda su familia forman parte de un amplio grupo dedicado a la elaboración de los también llamados “Judas”. Su domicilio, ubicado en Privada de la Escondida número 70, sirve como taller donde todos se reúnen a trabajar arduamente.

“Nuestro grupo se llama Los de Siempre, este año cumplimos 35 años de trabajo. De toda la familia trabajan aproximadamente 50 personas pero no estamos solos, hablamos que también participan amigos, compadres y voluntarios, con los cuales llegamos a ser hasta 100”.

Para ellos, esta festividad va más allá de una celebración religiosa. A lo largo de los años han forjado una frase, una leyenda que portan en las playeras durante la quema. “Las tradiciones dan identidad, la identidad fortalece la cultura, la cultura engrandece a un pueblo, un pueblo con tradiciones nunca morirá”.

Aunque la elaboración es el proceso más complejo y tardado, Zamora de oficio carpintero destaca que todos ayudan de alguna manera. “En el armado somos unos 20, mientras que otros ayudan en la cocina, otros pintan, otros pegan papel, todos trabajamos para un mismo fin”.

Más de un mes es necesario para terminar las figuras. Los preparativos previos se hacen los sábados y domingos, días en los que los involucrados pueden descansar de sus trabajos habituales y enfocarse en la elaboración de las piezas.

“Trabajamos de lunes a viernes en nuestros empleos, los fines de semana nos damos tiempo de estar aquí durante casi un mes y ya desde el domingo anterior a la celebración acudimos diario a terminarlos”.

El grupo encabezado por la familia y amigos de Claudio es uno de los más grandes y antiguos que existen. “Los Soñadores”, “Teteco” y “Los del Arco”, son los otros tres conjuntos principales que promueven esta tradición.

Costear un “chimo” no es cualquier cosa, están conscientes que el precio es alto pero no se desaniman. Para ello tienen implementado un sistema de cooperación que se actualiza cada año y que está dividido en cinco categorías.

Los mayores de 18 años deben cooperar 600 pesos; los casados 800; los menores de 15 a 18 años, deben aportar 500; las niñas y niños, de 10 a 15, tienen que dar 300, y los menores de 10 años, sólo 200.

“Este año, tan sólo en pirotecnia hemos gastado 40 mil pesos, puros fuegos artificiales. Actualmente para salvaguardar la seguridad de la población, traemos al señor José Ocampo, un especialista de la pirotecnia originario de la comunidad de Santiaguito Maxdá, situada en el municipio de Timilpan en el Estado de México”.

Publicidad