Barcelona, España.- El maestro de la guitarra flamenca Rafael Riqueni ahora está en un momento dulce de su carrera y vivió otra época de gloria en los noventa, pero entre estos dos periodos cayó en el fondo de un hoyo, que él mismo describe en el documental que este viernes se proyecta en el festival In-edit Barcelona.
Durante las dos décadas negras que se vio apartado de la guitarra por sus problemas de salud mental y alcoholismo, pasó por varios psiquiátricos y estuvo en la cárcel, dos lugares “sobre los que la gente opina demasiado rápido, sin darse cuenta de lo fácil que es caer ahí”. “Todos tenemos un pie en el cementerio y otro en la cárcel”, afirma el guitarrista en una entrevista con EFE.
El documental “Riqueni” empieza con las imágenes de una entrevista grabada en 1977, cuando, con solo 15 años de edad, ganó el premio Ramón Montoya de guitarra de concierto en el VIII Concurso de Arte Flamenco de Córdoba y el del VI Certamen Nacional de Guitarra de Jerez de la Frontera, considerados dos de los principales galardones nacionales de guitarra.
Aquello fue el inicio de una carrera brillante que le llevó a grabar discos como “Mi Tiempo” (1990), “Suite Sevilla” (1992), “Maestros” (1994), producido por Enrique Morente, y “Alcázar de Cristal” (1996), que presentó con María Pagés.
De esa época hay pocas imágenes en el documental, pero sí el testimonio de grandes del flamenco, como Pepe Habichuela, Rocío Molina, Antonio Canales, Serranito y Estrella Morente, que remarcan sus méritos y su influencia.
El film salta al año 2011, época en la que Riqueni está viviendo en la academia de baile Amor de Dios, donde sus amigos le han instalado para ayudarle a salir de la depresión y el alcohol.
Paco Bech, amante del flamenco y del cine, le entrevista en la academia de baile, convencido de que ya se está recuperando y que vale la pena documentar su vuelta a la guitarra.
Ahí empieza un largo camino de trece años, con varias recaídas, durante los que Bech se convierte, no sólo en el director de un documental que a menudo parece que va a ser imposible acabar, sino también en su mánager, su amigo y su cuidador.
“En aquellos años grabamos entrevistas que no funcionaban e hicimos grabaciones de las que Riqueni huía -recuerda Bech en la película-. Llevaba muchos años hundido y estaba harto de no poder salir de ahí”.
“No podía tocar -añade el propio Riqueni-. Hubo un tiempo en que lo veía todo sin vida. Todo lo que me rodeaba estaba muerto”.
Junto a Bech, Riqueni abandona Madrid e inicia un largo y tortuoso camino, entre centros psiquiátricos, lugares de retiro y recaídas.
Finalmente es en la Sierra de Huelva donde empieza a renacer y se anima a decir “ahora estoy bien, he pasado por momentos muy malos y denigrantes, pero ahora estoy bien”.
Después de esas palabras hay más recaídas, pero el camino ya es de subida y poco a poco vuelve a componer, recupera la guitarra y saca a la luz el primer disco propio en más de veinte años, “Parque de María Luisa” (2017).
“Es importante saber que con ilusión y poniendo los medios se pueden conseguir cosas que parecen imposibles”, defiende Riqueni, que ahora está viviendo una épica dorada, con conciertos en todo el mundo y “60 actuaciones desde julio hasta ahora”, puntualiza orgulloso.
“Le he dado la vuelta a Riqueni -revela-. Antes no disfrutaba de nada. Cuando estás en ese punto trágico te lo pierdes todo y ahora estoy dispuesto a vivir de verdad los años que el Señor me quiera en la Tierra”.