Héctor González Aguilar

De origen veracruzano, dejó un extenso legado en la dramaturgia mexicana, aunque sus inicios los encontramos en la poesía y el cuento. Solana tuvo una participación fundamental en la creación de Taller, revista icónica en la literatura mexicana del siglo XX.

Rafael Solana Salcedo nació en el puerto de Veracruz el 7 de agosto de 1915, en plena lucha revolucionaria; su padre, Rafael Solana Cinta, originario de San Andrés Tuxtla, era un periodista que seguía el paso de Venustiano Carranza por el estado de Veracruz.

La familia Solana Salcedo se trasladó a la ciudad de México, el pequeño Rafael pronto mostró sus talentos creativos; gracias a su padre, que fue uno de los  fundadores de El Universal, publicaría sus primeros relatos en la Página de Pulgarcito, una sección de El Universal Gráfico.

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Fue durante su adolescencia, cuando estudiaba en la Secundaria Tres de la capital mexicana, que Rafael conoció y trabó amistad con dos muchachos que con el tiempo destacarían en las letras nacionales: Octavio Paz y José Revueltas. Casi al mismo tiempo en que Paz publicaba su primer poemario, Solana daba a la luz el suyo, Ladera, en el año de 1934, cuando apenas tenía diecinueve años.

Hacia el año de 1936, funda y publica la revista Taller poético, proyecto individual al que pronto se integran Efraín Huerta, José Revueltas y Alberto Quintero Álvarez. La revista tenía el objetivo de aglutinar a los poetas mexicanos, sin importar su edad ni su adhesión a tal o cual grupo. 

Después de cuatro publicaciones de Taller poético, Solana tuvo la idea de ampliar las temáticas y los contenidos de la revista. Para ello convocó a otro grupo de escritores jóvenes que habían publicado sus poemas en la revista Barandal, y en donde destacaba su amigo Octavio Paz. Gracias a la iniciativa y a la actitud diplomática de Rafael, en el año de 1938, los integrantes de las dos publicaciones, se unen para dar forma a la revista Taller.

Esta nueva revista tomaría auge y se volvería la más importante en los siguientes años, Rafael Solana fue el encargado de publicar los primeros cuatro números, los siguientes estarían a cargo de Octavio Paz. La revista tuvo una amplia difusión y en ella publicaron los más importantes escritores mexicanos de la época y muchos de los intelectuales exiliados con motivo de la guerra civil española.

Después de su experiencia en la fundación de revistas literarias, Solana seguiría escribiendo libros de poesía y narrativa; su novela El sol de octubre es una de las primeras –junto con Casi el paraíso, de Luis Spota, y La región más transparente, de Carlos Fuentes- en tomar a la moderna ciudad de México como tema literario. 

Raquel Huerta dice que Solana era un convencido de que la poesía es una expresión de la juventud y que la novela debía escribirse en la madurez; en cuanto al teatro, pensaba que era algo mucho más complejo que la literatura. Paulatinamente, Solana se fue alejando de la poesía y la narrativa y se fue acercando más a la dramaturgia, en donde labraría una fructífera carrera.

Solana escribió alrededor de treinta obras teatrales, se le reconoce como un renovador del teatro mexicano; constantemente recurría al humor, pues éste es una de las mejores formas para criticar a una sociedad. Entre sus obras, Debiera haber obispas, es una de las más famosas, conocida en el extranjero, es la tercera obra con más puestas en escena en México.

Actualmente, la vasta obra de Rafael Solana, que incluye estudios musicales y crónica taurina, se encuentra un poco olvidada, sus libros no se publican y sus obas teatrales no se ponen en escena. Afortunadamente hay investigadores como Raquel Huerta, Mario Saavedra y Claudio R. Delgado que se han preocupado por difundir el valioso legado de este escritor veracruzano. 

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